Te enseñaré a amar

Capítulo XVIII

"Pensar en besarte se convirtió en una debilidad, un delirio y mi razón de despertar cada mañana"

Sebastián Rushmore

 

 

Presente

 

La posibilidad de contraer nupcias con Harmony bañó los pensamientos de Sebastián toda la tarde. ¿Qué pasaría si lo hiciese?

 

No la amaba pero la deseaba con fuerza y por más que pusiera su empeño en olvidarla, se le hacía imposible. ¿Cómo podía ocurrirle eso?

 

¿Es que acaso no había aprendido la lección? En la que no debía dejarse llevar por los recuerdos. Pero todo era por las ganas y el deseo. Las ganas de estar a su lado, el deseo de protegerla.

 

Aun cavilaba cuando entró a su habitación —la habitación donde se encontraba Harmony—Ella estaba durmiendo y era lo mejor. Luego de que el doctor la mirase ordenó a que le dieran una porción de láudano para hacerla descansar y un linimento para aliviar los malestares de los golpes y magulladuras causadas por el cautiverio.

 

Se molestó al acordarse de eso. No había podido hacer nada para protegerla y por los momentos no había encontrado nada que lo ayudara a dar con los encargados de hacer sufrir a Harmony.

 

Ahora si todo tenía sentido. El disparo y la caída de la maceta. Alguien quería acabar con la vida de Harmony. ¿Pero quién?

 

La miró dormir y se le veía tan tranquila. Pero su rostro guardaba los rastros de las noches, secuestrada. Tenía marcas oscuras bajo sus ojos y en sus brazos se veían algunos moratones.

 

¿Qué pasaría si...?

 

No podía casarse con ella. Sería algo loco y desequilibrado. ¿No se había jurado odiarla de por vida? Pero al verla en peligro no pudo hacerlo. ¿Es que acaso no aprendía?

 

El doctor le dijo que se mejoraría pronto que solo necesitaría dormir. Él dijo que se encargaría de hacerla cumplir con el tratamiento al pie de la letra.

 

Pensó en la madre de Harmony, no le había dicho nada de que había encontrado a su hija. Pero sabía que no iba a tener oportunidad de hablar con ella si se encontraba junto a la duquesa. Lamentaba hacer sufrir a la madre, pero tenía que usar todas las oportunidades para poder hablar con Harmony, sin trabas.

 

Colocó una silla al lado de su cama, la respiración de Harmony era regular. En un impulso posó su mano en su mejilla y la acarició levemente. Su piel era tan suave como la de un bebé. Todavía ser sorprendía de recordar su textura de lo tersa que era. Una piel que besó, que amó.

 

No entendía su necesidad de protegerla, parecía una decisión estúpida, pero al verla ahí acostada con el rostro tranquilo y suave por el sueño, le hizo pensar que se veía vulnerable, que necesitaba ayuda.

 

Había leído el informe de Lucien en donde le informaba de la vida de Harmony. Decía más de lo mismo, que había vivido en Francia por más de diez años y que por una mala inversión del Duque de Rochester habían perdido todo. Solo conservaban la casa de Londres.

 

Sabía que no estaban en las mejores condiciones pero tampoco imaginaba que estarían ese estado de pobreza.

 

Escuchó que la cama se movía y notó que Harmony se removía, supo que pronto despertaría.

 

***

 

Harmony abrió los ojos y vio que estaba en un lugar desconocido. Se encontraba acostada en una cama demasiado cómoda para ser verdad. Además desprendía un olor delicioso como a sándalo y hierbas, quiso recrearse pero luego todo cayó de golpe. El baile, su secuestro y su huida, sin embargo luego de eso, no recordaba más nada.

 

¿Dónde estaba?

 

Se giró hacia el lado derecho de la cama y vio a alguien sentado leyendo algo. No definía quien era. Hasta que quitó el papel de su cara y supo de quién se trataba.



#1752 en Novela romántica
#624 en Otros
#116 en Novela histórica

En el texto hay: poesia, amor

Editado: 25.05.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.