Te enseñaré a amar

Capítulo XIX

 

“Sentí que había ganado, pero al mirarte a los ojos en ese instante, supe que estaba lejos de eso, porque ver tu rostro bañado por la desesperación, me hizo saber que lo único que gané, fue tu odio”

Sebastián Rushmore.

 

 

Era la mañana de Navidad y Sebastián se encontraba en Blackwell House. Veía a las familias Rushmore y Blackwell reunidos para tomar el desayuno y celebrar la llegada del niño Dios.

 

Notó como sus sobrinos corrían y como su hermano y cuñada estaban acurrucados en un sofá y en algún lado estaba Rowling con Violet.

 

Y él estaba solo.

 

De momento tuvo la oportunidad de tomar al pequeño Ethan entre sus brazos. El niño sonrió un poco, muy adorable. Era un niño en pleno sus tres meses de edad y la vida de su mejor amigo. Luego de que su mujer reapareciera con el pequeño, la existencia de su amigo se volvió la mejor. Era un padre abnegado.

 

De nuevo el sentimiento de soledad volvió.

 

"Pero te casarás con Harmony" susurró su conciencia.

 

Una boda sin amor.

 

Deseó que esos estúpidos pensamientos salieran de su mente. Era un hombre y los hombres no pensaban en esas cursilerías.

 

Dejó al niño junto a su niñera y les pidió a Abigail y su hermano que se reunieran en un salón, luego llegaron Ethan junto a su mujer, ambos reían de una manera emocionados. Se veía el amor desbordar de sus poros.

 

Ethan se giró hacia él. — ¿Y esta reunión? —todos miraban incomprensibles.

 

Él tomó aire sabiendo que lo que diría haría cambiar todo. De hecho su hermana y su cuñada estarían flipando de felicidad y tanto su amigo como su hermano estarían fastidiándole la existencia hasta que deseara que le cercenaran la cabeza de un solo tajo.

 

Respiró de nuevo para hablar. —Para anunciarles de mi compromiso. Me casaré.

 

Todos lo miraban sin entender y Abigail gritó emocionada. —Lo sabía. Sabía que estabas actuando de un modo extraño. Dios escuchó mis plegarias. —estaba extasiada con la noticia.

 

— ¿Quién es la afortunada? —inquirió Violet. —Ya quiero conocer a mi cuñada.

 

Y Sebastián supo que sus miedos no eran infundados. Estaban completamente embriagadas con la noticia.

 

Carraspeó antes de hablar. —Harmony Woodland.

 

Ambas lo miraron y luego chocaron las palmas. —Qué fantástico. —Expresaron a la vez.

 

—Justo lo que queríamos. —terminó, Violet.

 

Ahora sí que no entendía nada. ¿Ellas querían eso?

 

— ¿Qué? —preguntó cómo si estuviera padeciendo una apoplejía.

 

—Queríamos que te casarás con ella. Y que descarada Harmony que no nos había dicho nada. Que mala amiga. —contó Abigail toda indignada.

 

Su hermano y amigo lo vieron estupefactos, luego salió Ethan y volvió con una botella de Champagne y unas copas. Quería huir de esa casa de inmediato. Sabía que eso ocurriría.

 

—Tenemos que celebrar. —dijo Ethan. —Nuestro pequeño retoño se casará. —empezaba a hablar con voz dramática. —Me siento como padre orgulloso.

 

Su hermano se acercó y lo abrazó. —Felicidades Hermano. Me agrada mucho verte ir por el camino del discernimiento.

 

Odiaba. Los odiaba a todos en ese momento.

 



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En el texto hay: poesia, amor

Editado: 25.05.2018

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