Te enseñaré a amar

Capítulo XXI

 

"Por una sonrisa, te daría mi cuerpo, mi corazón y una cosa tan insustancial, como lo es,

Toda mi alma"

Sebastián Rushmore

 

 

Una dicotomía de pensamientos era lo que sentía Sebastián en ese momento. Lo que le había contado su amigo lo tenía con la cabeza hecha un nudo. ¿Será posible que Harmony no haya estado esa noche en el lago? No. No podía ser. Tenía que existir una explicación racional para dicha confesión. No puede haber dos mujeres exactamente iguales.

 

Y si era ella.

 

— ¿Qué pasó en serio con Paula? —en su garganta sentía una especie de pelota que no le permitía hablar, esa fue la única oración que pudo decir y parecía que cuando finalizó había perdido todo mínimo ánimo que tenía de proferir palabra.

 

Un sorbo de una bebida por Lucien y un suspiro fue lo que delató que la conversación le afectaba. —Te lo dije en serio, ella murió.

 

Si hablar era complicado ahora, parecía una tarea olvidada. — ¿Murió? ¿Cómo es posible? Acabas de hablar de ella en tiempo presente.

 

Su amigo parecía afectado, en su mirada había un brillo de tristeza que la bañaba. —Aun duele y la recuerdo como alguien vivo. Por eso tengo la certeza de que tu esposa y ella no son la misma persona. —Terminó su bebida. —Te contaré resumida la historia. Debes volver a tu boda y seguir representando a ese hombre enamorado. —por un momento había olvidado el teatro que estaba montado afuera.

 

Solo asintió y Lucien continuó. —Trabajé en Italia con negocios y un día en una fiesta conocí a la mujer más bella. Ella reía y se mezclaba con la gente. Tan hermosa. Solo tenía un defecto. —inhaló aire como si le costara respirar. —Ella era una de las mejores meretrices que existía.

 

Así que era una meretriz.

 

No dijo nada esperando a que terminara efectivamente, lo hizo. —La seduje esa misma noche y me acosté con ella y su forma de hacer el amor me cautivó. Era hermosa y sensual al mismo tiempo y tan buena. Porque aunque llevaba esa vida, lo hizo por culpa de su madre y cuando está murió, lo hizo por su hijo. Solo sabía hacer eso. Fue prácticamente criada para ello.

 

Sebastián sintió pena por ella y por su amigo. — ¿Cómo murió?

 

Mantenía la mirada perdida. —Cuando estaba con ella, decidió que ya debía terminar con esa vida. Y lo había empezado a hacer, nos íbamos a casar. —Aun no podía concebir lo que le decía. Era algo desquiciado. Su amigo era el primero en huir del tema del matrimonio. —Pero antes de mi fue mujer de un hombre de mucho poder, que la maltrataba. Entonces al dejarlo, el decidió vengarse. Y vaya que lo hizo. Porque se la llevó de mi lado. A ella y a su hijo. Los asesinó a ambos.

 

Se le cayó el vaso de la mano a Sebastián. ¿Cómo podía existir gente tan despiadada? Acabaron con la vida de su amigo. Ahora entendía porque huía del tema del amor y los hijos. Si para él, su historia de amor término de una manera trágica, la de Lucien finalizó de una manera sanguinaria.

 

— ¿Qué hiciste? —inquirió queriendo entender toda esa historia.

 

— ¿Qué te hace pensar que hice algo? —le devolvió.

 

—Eres detective de Bow Street. Algo debiste hacer. —respondió lógico.

 

—No. Aunque no lo creas, no lo era. Luego de sus muertes, me encargué de buscar al tipo conseguir sus crímenes, y fue difícil porque era dificultoso de encontrar. Era como una aguja en un pajar. Fije mi vida en ello para acabar con él. Y hallé la forma. Luego de pasar unos días en Newgate ya que lo encontramos aquí en Londres, fue colgado.

 

Sebastián trago en seco. —De ahí te gustó desenmascarar a todo criminal. —afirmó.

 



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En el texto hay: poesia, amor

Editado: 25.05.2018

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