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Valgo Oro

Esta es la historia de una chica callada, encerrada en ella misma, esta chica estaba comprometida con su futuro no quería decepcionar a su familia pero sobre todo no quería decepcionar a sus padres, pues sabía que ellos esperaban mucho de ella. Sus padres siempre le habían dado todo lo que había querido a pesar de ser pobres, siempre que le había pedido algo a su padre -o a su pa´ como ella le dice- su padre le había dicho que no podía comprárselo porque no tenía dinero, el siempre fue sincero con ella, algo que siempre agradeció… Pero pasaba una semana su padre le compraba eso que había pedido con mucho esfuerzo.

Esta chica nunca había sido despampanante, nunca resalto, siempre paso desapercibida, la única forma de que le hablaran era que la usaran como mensajera o que le pidieran la tarea -pues ella es muy inteligente- esta chica dejo que la usaran pues siendo muy niña era muy inocente y no sabía interpretar las emociones de las personas.

Un día cansada de que la rechazaran hizo un juramento entre lágrimas de impotencia…

-Juro que cuando sea mayor de edad tendré mi propio negocio, seré independiente, enorgulleceré a mis padres y a todos los que no creyeron en mi les demostrare lo que valgo.

Ella no quería tener novio porque creía que ellos la desviarían de su camino, pero sobre todo no quería tenerlo porque ya había sufrido muchos rechazos y la habían llamado fea delante de todo su salón. Ella estaba herida y no sabía cómo curarse.

Pasaron días…

Meses…

Años…

Y ella aprendió a controlar sus emociones, a escudarse bajo una máscara de frialdad que fue modificando con mucho tiempo hasta hacerla perfecta.

3 años después…

La chica ya estaba en secundaria había hecho dos mejores amigas, ella las quería mucho y confiaba en ellas y viceversa, sus amigas siempre la apoyaban sin dudar y siempre eran honestas, entre ellas tres tenían un código que es:

¡Honestidad ante todo!

Sus amigas sabían que debajo de su fachada de frialdad se escondía alguien sensible y llena de amor para dar y recibir…

Un día en la cafetería del liceo, sucedió lo que tanto había evitado

-Buao- Dijo asombrada al ver a uno de los chicos más populares del liceo, ella no sabe porque lo dijo, y tampoco supo porque su corazón latía a mil latidos por hora

-¿Que pasa?- preguntaron sus amigas y desviaron la vista a donde ella miraba

-¿Te gusta?- pregunto una de sus amigas

-Para nada… no me gustan los creídos y egocéntricos- Dijo con indiferencia

En esos momentos daba gracias por haber aprendido a controlar sus emociones.

-Mmmm… Me late chocolate que si te gusta

-A mí también me lo parece- Respondieron sus amigas que la conocían muy bien.

Ella les aseguro que no le gustaba nada, pero pasaban los días y pensaba en el, se acostaba a dormir y soñaba con él, incluso las músicas la hacían pensar en el. Ella pensaba que se estaba volviendo loca, dado que ya no podía mantener la misma indiferencia cada vez que lo veía

Así pasaron dos semanas, hasta que tuvo que confesarles a sus mejores amigas cuanto le gustaba, ellas le aseguraron que no tenía porque tener miedo ni tampoco vergüenza. Así que sus amigas planearon un plan para que se acercaran, poco a poco gracias a que sus mejores amigas eran muy buenas haciendo amistades lograron almorzar con el grupo del chico que le gustaba.

Pues, pasaron los días y todos congeniaron muy bien, pero cada vez que la chica intentaba hablar con él, el la cortaba y le daba una mirada de asco, ella sabía que no era la chica más linda del mundo y mucho menos comparada con sus mejores amigas. Ella sufría y se preguntaba porque la trataba como una basura.

-Al menos soy un ser humano- gruño en voz baja.

Ella lloraba en silencio, no quería que la tomaran por débil. Paso el tiempo y ella volvió a recuperar su máscara de frialdad, sus amigas tenían un último plan para que el chico se enamorara de ella. Aunque ella ya no quería intentarlo no quería que la tomaran como una pesada y menos como una jala bolas. Pero sus amigas la convencieron.

El plan era simple se acercaba una piscinada y todos irían, y ella debía de ser más atrevida y mucho menos tímida -en conclusión, no debía ser ella misma- llego el día de la piscinada y ella decidió ser ella misma.

-Si le voy a gustar a alguien va a ser siendo yo misma, no otra persona- les dijo a sus amigas en el baño del club.

Sus amigas en ese momento la miraron con orgullo y admiración.

Durante la piscinada todos los chicos estaban impresionados por lo bonita que se veía la chica, todos la halagaron algo que a ella le llego al corazón, pues, no siempre los recibía.

Cuando el chico que le hacía pasar noches en vela la miro fue por una de sus mejores amigas.

-Ey, está muy linda ¿no?- le pregunto al chico una de sus mejores amigas

-Si- le respondió y dirigiéndose a la chica le dijo- Estas muy guapa hoy- y le sonrió.

A partir de ese momento todo parecía un cuento de hadas el chico por fin le prestó atención y ella se sintió feliz como una lombriz. Después, todos fueron a bañarse en la piscina y pasaron un buen rato, ella fue un momento al baño y cuando salió del baño vio al chico que le gustaba -y que por fin le había prestado atención- besando a una de las chicas del liceo, ella quería llorar pero se dijo:




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