Te Lo Prometo

4. Hormonas Calientes

 

C U A T R O

Hormonas Calientes

 

No sabía por cuál decirme, analizaba lentamente si adoptarlo o no. Era pequeño y peludo, adorable, y tenía unos ojitos tan hermosos que me pedían que lo escogiera.

Decisiones, decisiones.

— ¿Será buena opción este regordete? — preguntó Sara inclinándose para verlo mejor. — Luce como mi abuelo.

— Oye es cierto, solo falta su corbata y sería tu abuelo sin duda.

— Vamos, elige a este. Estamos hartando a los chicos de la tienda. — me miró impaciente — ellos tienen cosas que hacer.

— Es que no me quiero sentir presionada, Sara. Una mascota es un compañero de aventuras, tengo que escoger bien.

Ella puso los ojos en blanco y gruñó.

— Necesitamos el sombrero seleccionador que aparece en Harry Potter, sería más fácil así. O deja mejor que la Fuerza actúe en los animales y te escojan ellos mismos a ti.

— Creo que probaré con los lagartos — comenté — se ven más fáciles de cuidar.

— ¿Ya te ha gustado algún animal para que lleves a casa? — dijo el señor que nos recibió, era un hombre joven de cabello rubio y pecas. Él tenía la paciencia tatuada en su interior, porque me había mostrado hasta el momento casi todos los animales de la tienda de mascotas sin mala cara y sin rebuznos.

— Aún no. No sé si quiero algo que sea dulce y tierno por siempre, o un animal que intimide personas en la calle y me defienda contra el crimen.

— ¿Ya has visto los chihuahuas? — preguntó él señalando una sección de la tienda. — Puedo llevarte a verlos otra vez.

— ¡No! — chilló Sara. — Suficiente con el temperamento de ella, no necesita más competencia, señor.

— Un pez dorado estaría bien para comenzar — me repitió el señor.

— Estoy segura que quiero un perro, señor. El problema es que no se cuál. Deseo uno que intimide en las calles pero que sea tierno por dentro, y al mismo tiempo que no asuste a mis padres para que no me obliguen a devolverlo. — me confesé.

El señor lo pensó por unos momentos y luego nos pidió que lo siguiéramos.

— Un San Bernardo sería ideal para ti, pero depende. ¿Tienes mucho espacio en casa? Estos perros crecen demasiado en poco tiempo. Tendrás que lidiar y empeñar mucho tiempo en su educación y disciplina pero son perros muy dóciles y perfectos para proteger casas.

— Tengo espacio. Mucho espacio. — comenté emocionada.

Escuché un ¡Aleluya! de Sara. Lo que el señor decía me llamaba la atención. Tener una mascota siempre fue mi anhelo desde pequeña, no importara el animal que fuera, yo quería uno, quería sentir compañía.

Mamá había accedido repentinamente hace dos días. Estábamos cenando tranquilamente cuando dijo "¿No querías una mascota? Creo que es tiempo de tener ruido en esta casa. Un perro no estaría mal"

Así que Sara fue la única que accedió a acompañarme en mi búsqueda de mascotas. Un punto a mi favor era que mi madre no había dicho nada más, así que rezaba para que ella no se decepcionara con mis decisiones. Al ver al pequeño cachorro peludo de orejas blancas durmiendo tras la jaula de metal, se me derritió el corazón en segundos.

— Es perfecto. ¿No tiene hermanos? ¿Por qué está solo y alejado de todos?— pregunté sin dejar de verlo.

— No solo vendemos animales, los rescatamos y este pequeño llegó hace tres días a nuestras manos. Crecerá, el veterinario lo ha revisado ya y está en perfectas condiciones para ir con una familia nueva. No te encariñes con su tamaño, será más grande que tú y le aparecerán manchas cafés por todos lados. Lo adorarás. Son muy obedientes.

— Yo lo quiero. Pero necesito que me diga exactamente cómo cuidar de él, por favor. Quiero ser una buena dueña. No quiero matar al pobre animal.

— Claro, te anotaré todo.

Hicimos un largo papeleo. Pero tenía en mi poder a mi primera mascota y eso me hacía tan feliz.

Elvis, bienvenido seas.
...

Sara me ayudó a cargar todos las compras que hice durante el día. Todo lo necesario para que Elvis, estuviera lo más cómodo posible. Acomodamos su camita en una de las habitaciones de la casa y él se durmió en ella plácidamente.

— Recuerda esperar unos meses para el cambio de comida, no dudes en llamar al veterinario que te recomendaron en la tienda de mascotas si tienes dudas. Elvis es muy adorable como para que muera por tu estupidez.

— Entiendo. Ya preparamos todo. ¿Le gustará que lo arrope? — pregunté viéndolo. Sara tomó la mantita y lo arropó.

— Espérate a unos días, cuando orine y cague la habitación entera, apuesto a que ya no lo querrás. Pero se fuerte. Lástima que te tocará limpiar todo a ti solita.

— Eres cruel. Lo voy a entrenar muy bien, ya verás. Irá al baño solo y será perfecta compañía.

Rato después de que Sara se fuera, llegaron mis padres. Mi papá se asomó a Elvis y lo olió por varios segundos.

— Báñalo todos los días. Y si no se puede, compra perfume canino. Y que jamás entre a mi oficina, no quiero pulgas en mi escritorio.

Mi mamá lo sostuvo por minutos en su regazo. Lo abrazó y lo besó.

— Buena elección hija.

Cuando fui a mi habitación con la sonrisa más grande que tenía, me detuve a pensar que vestido usaría para mi cita, mi cita de mañana con Damon MacKenzie, el novato del año. Suspiré recordando nuestra llamada, esperando con ansías por verlo y conocerlo mejor. Estaba sorprendida por mi nivel de valor. Pero estaba dispuesta a lidiar con lo que sea para salir de la monotonía de mi vida. Ya tenía una mascota, un novio no estaría mal.

...

Un vestido azul marino de seda corto que llegaba a la mitad de mis piernas hizo que me viera sexy. Mucho más de lo que había pensado. Los tirantes eran de cristales y hacían juego con el pequeño broche que sujetaba mi largo y negro cabello. Obté por unas sandalias de tacón alto plateadas con brillitos que quedaban perfectamente a tono con mi atuendo seductor. Que al principio no era ese el plan, había crecido tanto en los últimos meses que el vestido me quedaba corto y esa ya no era mi culpa. Porque no me atreví a comprar un vestido nuevo para mi cita, porque no quería impresionarlo. Y porque preferí adoptar una mascota.




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