Te Lo Prometo

8. ¿Qué pasó ayer?

 

OCHO

¿QUÉ PASO AYER?

 

Damon estaba ahí, junto a mí, durmiendo plácidamente. Maldita sea, su aroma se me grabó en la cabeza, era tan delicioso y comenzaba a ser adictivo. Pero algo andaba mal. ESTABA DORMIDO JUNTO A MÍ.

Asustada me levanté y cerré las cortinas, el sol estorbaba.  Lo segundo que hice fue fijarme en mi vestimenta. ¿Dónde se había ido mi vestido? ¿Por qué usaba la camisa de Damon?

El pánico sacudió mi cuerpo.

De ahí sentí el dolor de cabeza más horrible del mundo. Caí de rodillas débilmente a punto de desmayarme. 

Luego quise vomitar.

 

Vomité.

Si, corrí al baño de la habitación y vomité en el inodoro como pude. Cuando terminé, hice lo más sensato, de ese día. Me abofetee, por no tener control de mi misma. ¿Qué carajos hice anoche? No más alcohol. No más no poder recordar parte de una noche, es la peor sensación del mundo. 

Lavé mi cara, aún tenía maquillaje, pero encontré unas toallas desmaquilladoras y en segundos me deshice del maquillaje de payasita que tenía. Como pude acomodé mi cabello que era un desastre y luego hice una inspección de la habitación.

La cabeza iba a explotarme. 

Nuestros zapatos estaban ordenados cerca de la puerta, mi vestido estaba doblado en uno de los sillones, y carajo, los pantalones de Damon también. No podía seguir a oscuras, así que volví a abrir las cortinas para ver mejor. Me acerqué a Damon y toqué su hombro.

Volví a tocarlo, pero no se movió. Desesperada lo zarandeé un poco con fuerza hasta que abrió los ojos.

— ¿Qué pasó ayer? — pregunté seriamente, pero él seguía dormido.

Lo volví a zarandear.

— No te diré "Buenos días amorcito" si no te despiertas primero ¡Damon! ¿Qué carajos pasó ayer? 

Volvió a abrir los ojos, pero esta vez se sentó en la cama y estiró los brazos. Se miraba hermoso, pero en esas instancias no podía dejarme doblegar por su belleza sensual.

— ¿Cómo amaneciste? — preguntó con una sonrisa de lado.

— Solo quiero dos cosas, que me cortes la cabeza porque duele mucho, mi cerebro va a explotar y que me expliques porque estás desnudo en la cama, ¿Por qué llevo tu camisa puesta?

Me atreví a levantar la cobija que lo arropaba. A él no le quedó tiempo de reaccionar. Sus bóxers eran negros y era lo único que traía puesto.

— ¡Damon! ¿Qué carajos hicimos ayer?

Él frunció el ceño y se levantó de la cama. Se posicionó frente a mí, y me dio un beso en la frente.

— No pasó nada. — Explicó.

— ¿Seguro? Tú recuerdas, yo no. Diablos soy una idiota. 

Se acercó a mí para abrazarme. Sentía su cuerpo delicioso tan pegado a mi, nuestras respiraciones empezaban a calmarse, era sensacional tenerlo tan cerca de mí, con su torso desnudo, yo vistiendo su ropa. Pero sin recordar una mierda. 

— Tenía miedo de que te pasara algo, estabas muy borracha y me arrepiento mucho por no haberte detenido ayer. Solo me moría por conocer todos tus aspectos, como eres en realidad. Pensé que te controlabas con la bebida.

— No soy una borracha, Damon. Solo me dejé llevar. Acabaron las clases, fue una fiesta genial. Quería dejarme llevar, tener experiencias... Prometo no volver a tomar, es horrible. Siento que voy a morir, llévame al hospital por favor. 

— ¿Es tu primera resaca? — preguntó acariciando mi cabello. 

— Y la última, lo juro.

— ¿Te duele mucho?

Asentí desesperada.

Volvió a darme un beso en la frente y luego nos sentamos en la cama.

— Unas aspirinas y una buena sopa quitaran ese dolor que tienes. Puedo llevarte al hospital pero recuerda que eres menor de edad, tendrás mas problemas despues con tus padres y la ley.

— Mierda — gemí molesta.

Sus ojos se conectaron a los míos. Que sentimiento de paz tan lindo.

— Si crees que me aproveché de ti, no lo hice. El chofer nos dejó aquí, yo entré contigo, aún no conozco a tus amigos bien y quería que estuvieras bien. No es que desconfíe de ellas, es solo que aun no las conozco. Karla te dio esta habitación, cuando entraste empezaste a desnudarte. Decías que tenías mucho calor. Karla te trajo algo de su ropa y la rechazaste así que para no esperar a que te quitaras tu ropa interior, me quité mi camisa y admito, te la puse a la fuerza.

— ¿Me viste desnuda?

— En ropa interior, no es lo mismo que desnuda. — Aclaró ¿con pesar? — Es que eres una terrible borracha, te costó mucho dormirte. Pero prometo que no te toqué más allá, es mi deber cuidarte y te fallé. Decidí quedarme para supervisar que no murieras ahogada por tu vomito o algo peor, esto es Nueva York, por Dios ese sofá de ahí se mira cómodo pero no lo es.

Señaló un sofá grande al fondo de la habitación donde estaban nuestras ropas.

— Así que decidiste hacerte espacio en la cama porque tus músculos no merecían amanecer entumecidos y porque valen mucho dinero.

Él asintió.

— Juro que jamás volveré a tomar una gota de alcohol. Estoy muy avergonzada. Desconozco esta parte de mi. No soy así.

— No te justifiques. Estás bien y es lo que importa.

Cubrí mi rostro con mis manos. Sentía roja mi cara. Voltee a verlo, creo que él me analizaba, porque no apartó sus ojos de mi por minutos.

¿Qué estará pasando por tu mente Damon? ¿Qué soy patética?

Escuché varios golpes en la puerta, y luego se abrió. Era Karla, venía con alguien de la limpieza.

— Están despiertos, genial. Hope, hora de ducharse, esto es ropa para ti. Damon, buenos días, ¿ya le dijiste que vomitó en mi sala?

— Quería omitir ese detalle.

— ¿Vomité en tu sala? — grité viendola — La alfombra persa de tu mamá...

— La envié a la tintorería. Vamos, arriba. Son la una de la tarde, hay que desayunar. Luego tomarás algo para la resaca. Damon ¿te quedas?




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