Hay veces en las que no puedes dejar de ver a una persona, no importa si no la conoces, a veces la miras por curiosidad y otras simplemente para criticar. También puede ser que una persona te atraiga y por eso no puedes dejar de mirarla.
Rachel llevaba media hora observando un pequeño grupo de amigos mientras sorbía lentamente su bebida por la pajilla. Su amiga la había dejado plantada y como era tanta su aburrición no pudo evitar centrar su mirada en cierto grupo conformado por 2 chicas y 3 chicos, uno de estos estaba en silla de ruedas, todos reían y parecían conversar pero lo cierto es que aquel chico parecía fingir sus risas y diversión, los otros parecían ignorarlo disimuladamente pero a vista de terceros no podían engañar a nadie.
—Cariño... —Interrumpió arrastrando las palabras el muchacho en silla de ruedas dirigiéndose a una chica morena—. Sé que es molesto pero ¿podrías acompañarme al baño? —Suspiro para sus adentros.
Claramente aquella chica había hecho una mueca de desprecio pero la disimulo fingiendo una gran sonrisa y se acercó aquel chico que parecía ser su novio según la forma en la que se había dirigido este a ella. Mientras sonreía le susurraba algo aquel chico y este solo sonreía con melancolía pero se podía ver claramente cólera en sus ojos, era una mezcla de sentimientos.
—Discúlpenos chicos. Ya saben cómo es esto. —Rodo los ojos y frunció la boca—. Me he vuelto su nana y no puede aguantar el llegar a casa. —Sonrío mientras bromeaba.
Todos rieron ante la supuesta broma menos su novio visiblemente molesto que comenzó alejarse en su silla. La chica lo siguió mientras parecían discutir en voz baja.
Rachel seguía observando y no le importaba si no estaba siendo disimulada pero simplemente no podía dejar de mirar, en especial a aquel chico, los siguió mirando hasta que los perdió de vista cuando estos se dirigían al baño. No tardo mucho cuando aquella morena de cuerpo increíble regreso sin compañía de su novio. Se acercó corriendo a su grupo mientras divertida y apurada les contaba algo, sus amigos sonrieron divertidos, se levantaron rápidamente y pagaron la cuenta.
Rachel observo todo y se sintió molesta, no sabía realmente lo que estaba pasando pero se lo imaginaba, estaba tan enojada que su popote había sido asesinado a mordidas sin que ella lo notara, pasaron algunos minutos cuando decidió que ya era momento de dejar de sorber de su bebida que en realidad se había terminado hace largo rato y pago su cuenta, en seguida se dirigió al baño de chicos muy decidida a entrar pero se avergonzó completamente cuando llego a la puerta y comenzó a preguntarse el que podría hacer.
—¿Y a mí que me importa? —Se preguntó en voz alta notablemente frustrada—. No lo conozco. Me estoy metiendo donde no me llaman y a lo mejor salió sin que lo viera.
Aunque se preguntaba y se decía eso simplemente no podía dar media vuelta e irse, algo no se lo permitía, ella no se lo permitía. Cuando su frustración comenzaba a elevarse un hombre de aproximadamente unos 40 años paso a su lado y Rachel vio su oportunidad.
—Disculpe, estoy buscando a mi hermano, usa silla de ruedas y no lo he visto salir. ¿Me podría decir si dentro hay alguien con una de estas? —Se dirigió al señor enredándose con sus propias palabras pero no sabía que más hacer o como pedírselo.
—Me estás diciendo que quieres que me ponga a preguntar o mirar por debajo. —Dijo algo desconfiado el hombre.
Rachel noto que aquel hombre estaba desconfiando de ella por lo cual intento disimular la vergüenza y nervios que sentía en esos momentos. —¡No! Quiero decir que... Solo infórmeme por favor si ve alguna silla de ruedas por ahí entonces mi hermano debe estar ahí. Deberían verse las ruedas por debajo. ¿De ser así cuando salga podría informarme? Me sería de gran ayuda. —Pudo decir eso finalmente esperando verse menos sospechosa.
—De acuerdo. —Se limitó a responderle aquel hombre mientras la miraba de arriba a abajo.
Pasaron algunos pequeños minutos más y por fin el hombre salió informándole a la impaciente Rachel que efectivamente había una silla de ruedas dentro y que al parecer había alguien en uno de los baños. Rachel agradeció la información mientras la sangre se le iba subiendo a la cabeza, estaba enfadada, realmente enfadad, esos patanes que parecían ser sus falsos amigos y su noviecita realmente lo habían abandonado. Rachel se sacudió la vergüenza y entro al baño.