Todo comenzo cuando tenia apenas 10 años, recuerdo muy bien que mi madre estaba muy enferma y los medicamentos eran demasiado caros lo que orillo a mi padre a vender muchas cosas que tenia en su panaderia, el se quedo sin nada y todo fue en vano pues al final mi madre murio por una pulmonia, despues de esto todo cambio para mi padre y yo pues la familia que antes eramos quedo en el olvido, la felicidad y buen humor de mi padre se desvanecio llevandome en su amargura con el y 10 años despues todo seria igual, mi padre recupero una pequeña parte de la panaderia pero aun asi el dinero no alcanzaba para todo y yo tenia que ayudarle para los dos poder sobrevivir.
-Victoria necesito que lleves estos panes a la mansión de los Blackwood-me decía mi padre mientras ponía los panes en dos cestas grandes- se los entregas a la cocinera de la casa se llama Alicia, te dará algunas monedas pues ya nos debe más tandas de pan.
-Pero papa ¿Esta como a 5 horas de camino? -le pregunte muy sorprendida- ¿Quieres que vaya yo?
-Claro que iras victoria-fruncia su tupida ceja negra- o acaso ¿quieres que mande al gato?
Dirigí una mirada a mi gato bigotes que estaba echado en una de las sillas de madera.
-Está bien papa, pero ¿podrías darme algo de comida para el camino?
Suspiro profundamente dándome dos pedazos de pan con algo de queso.
-Toma y por favor regresa lo más rápido posible.
Me vestí con mi vieja túnica pues al parecer el día estaría muy soleado y necesitaba algo con que cubrirme, a escondidas tome una manzana y un poco de agua pues serian muchas horas y no iba a parar la caminata.
-Nos veremos es unas horas padre.
-Con cuidado Victoria-lo dijo sin voltear a verme mientras seguía metiendo más pan al horno de barro- si te demoras saldré a buscarte.
Sin decir nada abrí la puerta y comencé a caminar, tomé rumbo por el camino de tierra con destino a la gran mansión de los Blackwood, esa familia era de las mas ricas de todas las tierras conocidas y les vendíamos pan, pero siempre tardaban en pagar dejando a mi padre sin dinero para comprar más materia prima y poder trabajar, claro como ellos eran influyentes pueden hacer y deshacer lo que quieran mientras nosotros morimos de hambre. Al parecer ya había recorrido varios kilómetros pues me estaba dando cuenta que la posición del sol estaba bajando lo que era mala señal pues estaba claro que volvería al anochecer a casa y había varios animales salvajes por esa zona. Después de horas ya estaba presente la luna, pero ya me estaba aproximando a la mansión ya que podía ver luz, al fin ya estaba muy cansada y ya no sentía mis pies, al acercarme más me di cuenta que había una fiesta pues había varios carruajes fuera de su enorme mansión, blancos caballos y personas vestidas elegantemente como si estuvieran en un carnaval con hermosos vestidos en las mujeres y trajes elegantes en los hombres con máscaras. Me dirigí a la parte de atrás por donde entran los empleados subiendo unas pequeñas escaleras de madera y toqué la puerta.
- ¿Sí? -una mujer gorda vestida de cocinera abrió la puerta- ¿Quién eres tú niña?
-Buenas noches, estoy buscando a la señora Alicia.
-Soy yo, dime que se te ofrece-dijo en tono molesto-anda niña no tengo tiempo.
Le mostré las canastas de pan.
-Soy la hija del panadero me manda a darle esto.
-Ah, de Rogelio.
Tomo las canastas y después me cerro la puerta en la cara. Molesta volví a tocar nuevamente.
-Perdone usted, pero necesito la paga por ese pan y los que ya nos deben-reproche- si no es mucha molestia.
Me miro de arriba abajo.
-Niña estoy muy ocupada, por si no lo has notado tenemos una gran fiesta y tengo mucho por hacer.
Intento cerrar la puerta otra vez, pero esta vez metí mi pie entre la puerta.
-No me interesa lo que tenga que hacer-le dije enojada- camine horas hasta aquí y no me iré sin mi paga y puede hacerle como quiera, pero no me voy a mover de aquí.
Ella me miro retadora por uno segundos y después la perdí de vista por , mientras esperaba en la puerta logré ver la gran cocina que tenían y sus blancas paredes, había mas personas cocinando. La mujer regreso caminando a paso firme dirigiéndose a mi dirección.
-Aquí tienes niña-me dio una bolsa de tela- ya puedes marcharte.
Ni le di las gracias porque azoto la puerta, mire el contenido de la bolsa y era la paga de mi padre. Ahora mas tranquila baje las escaleritas y caminando por detrás de la casa me llamo la atención uno de los grandes ventanales, al acercarme había un gran baile en curso, mi mirada se perdió en un pianista que estaba en medio del salón de baile, era tan apuesto, su cabello negro y la manera de mover sus dedos en las teclas del piano me dejo sin palabras, estaba tocando una hermosa melodía y todos bailaban a la par de la música.
-Oye niña-un hombre de edad muy bien vestido me había tocado el hombro- no deberías estar aquí ya es noche mejor vete a casa.
-Lo siento-dije después de un salto por el susto-es que estaba viendo el baile, disculpé señor.
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Editado: 11.07.2021