La música de aquel antro sonaba con fuerza, todas las personas a mi alrededor bailan, gritaban y saltaban como si no hubiera un mañana lo cual me encantaba ya que esta solía ser mi vida diaria.
Me había criado en diferentes orfanatos, nunca tuve una familia decente con la cual poder vivir con normalidad así que al cumplir mi mayoría de edad me escape del orfanato con el objetivo de vivir sin tener que darle explicaciones a nadie.
Me acostumbre a vivir una vida solitaria, oscura y tenebrosa hasta que me encontré con Francesca, una joven italiana al igual que yo con las mismas intenciones de la vida lo cual hizo que nos juntamos cada vez más seguido hasta el punto de volverse mi única hermana.
La noche estaba espléndida, el DJ había comenzado a poner la música buena la cual generaba que todo el mundo saltara de un lugar a otro con el nivel de alcohol descontrolado en sus venas.
Tome unos de los tragos que Francesca me ofreció, ella ya iba por la quinta copa de Martini.
Hice fondo blanco con mi trago para luego irme hacia la pista de baile la cual se encontraba repleta de gente, comencé a bailar como si no hubiera un mañana, puede sentir cómo las manos de diferentes personas se deslizaban por mi muslo de manera demasiada sexual.
Francesca apareció a mi lado dejando un beso fugaz en mis labios, lo cual tomé como algo normal siempre cuando los hombres estaban locos por nosotras fingimos ser lesbianas para que no nos molesten.
Ella se acercó hacia mi odio y me susurro.
—El hombre vestido de traje negro en la zona vip no deja de mirarte — Me advirtió para luego volver hacia la barra para pedir mas trago, disimuladamente mire hacia arriba y fue en ese instante que logre ver la perfección corporal.
Su cuerpo se encontraba en perfecto estado al parecer demasiado ejercitado, su pelo castaño oscuro parecía brillar pero eran sus hermosos ojos verdes los cuales se encontraban fijos en mí como si yo fuera su presa favorita en todo el club lo cual provocaba que mi piel se erizará de tan solo pensar en el.
Luego de unos cuantos minutos en un cruce de miradas un hombre se acercó hacia él susurrando algo en su oído lo cual le provocó una sonrisa y para ser sincera la mejor que he visto en mi vida, aproveche el momento para salir de la pista de baile.
Camine hasta el baño de mujeres el cual estaba vacío por suerte, me acerque al espejo, este reflejaba como mi cabello castaño oscuro se encontraba recogido, mis ojos azules estaban rodeados de ojeras y mi piel estaba más blanca que una hoja.
Rápidamente lavé mi cara para luego secarla y así poder volver a la pista para buscar a Francesca para largarnos de una vez de aquí por de tan solo pensar en su mirada sobre la mía no me dejaba respirar con tranquilidad.
Cuando salí del baño en busca de mi amiga me di cuenta que en la puerta se encontraban dos hombres en mi espera quiero creer pero intente pasar por su lado sin que se dieran cuenta pero para mi mala suerte ellos se dieron cuenta.
El rubio me tomó con fuerza de uno de mis brazos mientras el otro se reía, Francesca y yo siempre supimos que si tomamos la decisión de vivir en los boliches tendríamos que aprender a defendernos de los borrachos que no entienden que no es no.
—Suéltame — Pedí haciendo fuerza para que él me soltara pero él me sacudió lastimando mi brazo , fue el momento perfecto para pisar su pie mucha fuerza.
El grito pero luego me soltó, el otro se acercó a mí con la intención de atacarme pero mientras él se ponía en guardia formando puños con sus manos tome el palo de la escoba que se encontraba detrás mío para romperlo por la mitad.
Le di varios golpes en la cabeza los cuales lo dejaron inconsciente, cuando ambos estuvieron distraídos salí del boliche por la puerta trasera de este, por alguna extraña razón ambos me siguieron lo cual me paralizó del miedo pero por arte de magia el hombre de la zona vip apareció transformándose en mi héroe personal.
—Ayuda!! — Le grite y el giro para mi dirección mirándome de arriba a bajo —Hay dos hombres persiguiéndome — Le dije mientras me acercaba a él. De alguna extraña manera el me arrincono contra la pared de aquel callejón mirándome fijamente como un pedazo de carne que se moría por debo dar.
—Quédate quiera y seguirme el juego — Hablo demostrándose que si su físico era espectacular su voz gruesa era mágica.
Yo solo asentí con un miedo terrible el cual dominaba todo mi cuerpo
—Entonces ¿Mi cama o la mía? — Preguntó él clavando su mirada en la mía pero por un segundo miro todo a nuestro alrededor dándose cuenta que ninguno de los dos hombres estaban —Ya se fueron — Me informo él sin quitarse de encima mío.
—Muchas gracias, ya te puedes alejar de mi — Conteste nerviosa sintiendo como mis piernas temblaban.
—No deberías confiar en extraños — Articulo el mirándome de una manera escalofriante.
—¿Que? — Pregunte confundida.
—Chicos! — Gritó él sin quitarme su mirada de encima, los dos hombres anteriores aparecieron mientras que él se alejaba de mí ellos me tomaban de ambos brazos dejándome inmóvil.
—¡Qué estás haciendo! — Grité intentando zafarme de ambos hombres a mi costado.
—¿Quien te crees que los envió tras de ti? — Me pregunto con su mirada llena de perversión — Llévensela — Ordenó el a sus hombres. Aunque intente pelear con todas mis fuerzas, uno de ellos tapó mi nariz con una tela la cual tenía un extraño olor el cual me dejó inconsciente.
Me desperté con un fuerte dolor de cabeza pero al ver a mi alrededor logre entender que me encontraba en una especie de habitación extremadamente elegante, había una cama matrimonial en la cual me encontraba acostada, un juego de sofás a unos cuantos metros de mi el color rojo de los almohadones hacía juego con cada cosa que se encontraba en aquella habitación.
Con rapidez me levanté de la cama corriendo hacia la puerta pero al tomar el picaporte con firmeza para luego tirar de él esta estaba cerrada con llave, intenté tirarla abajo pero nada funcionó.