Te quiero Celia

Capitulo 10: La farmacia

A pesar de haber pasado tres meses de lo ocurrido que Edan se fue al hospital por culpa de su padre y casi haber casi terminado, seguíamos bien, nuestro noviazgo seguía en pie, y mi padre quiso que terminara con él, porque tenia miedo que mi suegro me hiciera algo cruel, así como a Edan, pero no me obligó, Edan le agradaba aún con sus problemas.

El día de hoy estábamos solos, no tenía clases y si yo no tenia clases él tampoco. Sus hermanas estaban en la escuela porque ellas iban en primaria, mi padre trabajando y los padres de Edan, sabrá dios.

Nos estábamos besando en mi habitación mientras estoy sentada en sus piernas acariciándole el cuello y él poniendo su mano en mi pelo, jalando de él.

Estábamos calientes, bueno, ¡claro que sí! Porque sentía una erección en mi culo, y yo estaba un poco húmeda y erecta de los pezones. Me le pegaba a su cuerpo para que los sintiera porque no tenia el sostén puesto.

Nos separamos del beso de diez o más minutos para voltear y verlo a los ojos.

—Celia —suspira muy entrecortado y muerde su labio inconscientemente —. Creo que ya son muchas caricias.

—¡Edan! no soportas o qué —dije con la voz ligeramente alta mientras pasaba las manos por su cuello y lo miraba a los ojos.

—Estoy excitado, muy... —sus palabras me hacen abrir la boca, impactada, no me esperaba que de verdad él lo admitiera.

—Yo.. —me río de más inconsciente, no podía evitar mirarlo a los ojos mientras hablaba.

—Quiero experimentar el sexo contigo... —me da un beso mientras muerde mi labio y quedo sorprendida.

—Yo.. yo también...

—Solo que hay un problema —carraspea mientras pasaba las manos por mi espalda y trataba de sonreír —. No tengo protección —río secamente.

—Podemos comprar.

—¿Qué?

¥¥¥¥

—¡Celia me da pena! —me hace un berrinche enfrente de la farmacia, y yo puse mis manos en mi cadera mientras lo miraba.

—Pero tu eres el que quiere tener sexo conmigo —digo casi gritando, llamando la atención de la gente, pero me tapa la boca.

—Sí, pero ¿qué hago? ¿Solo pedir los condones? —asentí con la mirada, pero, mejor volví a hablar.

—Amor, yo los pido —le sonrío y me ve feliz

Entramos a la farmacia y me le quedo mirando a toda la variedad de condones, Edan entra atrás de mi apenado.

—¿Buscaba algo en especial? —me pregunta la chica que trabaja aquí.

—Sí —suspiro mientras señalaba unos condones —. ¿Cuáles son los que resisten más? —ella sonríe.

—Bueno, los más vendidos porque según son más resistentes, son estos —saca los condones de la estantería y me muestra una caja de condones Prudence que tiene tres —. También son muy económicos, hay en varios sabores y, son para todo tipo de longitud y anchura -Edan se ve muy interesado.

—¿Me da la cajita? —pregunto y ella asiente —. Me da una caja, él paga —sonríe apenado y saca su cartera de su bolsa.

Él va y le hace una pregunta discreta a la chica y ella asiente.

Llegamos a mi departamento y me encierro en mi habitación con Edan, estaba muy penoso.

—Solo será un momento —le agarro las manos —. ¿Quieres empezar? —asiente muy sonriente.

Me empieza a besar los labios, me tira a la cama y besa mi cuello, yo río por las cosquillas que eso me causa, él estaba serio en lo que hacia, sin reír.

Baja delicadamente por mi cuerpo y llegar a mi abdomen, lo besa.

Baja cada vez mas por mi cuerpo y lo detengo porque un miedo inunda mi mente.

—Tranquila —se veía tan experto hasta dudaba en que si no había tocado a otra chica que no haya sido yo.

Desabrocha mi pantalón y baja la cremallera.

Bajando el pantalón, ve mis calzones de flores, lo cual me apena y él sonríe.

—No pensé que tendríamos sexo —sonríe y pasa sus dedos por mi clítoris por encima de mi calzón, a lo que mis pies se tensaron un poco.

—Tranquila, todo estará bien...

Yo era una chica que siempre pensaba en lo que podía pasar, así que no tenía vello púbico por haberlo quitado ayer en la noche mientras me bañaba.

Baja mi calzón dejando en vista mi vagina y me tapo la cara por la vergüenza, un hombre me estaba viendo hasta el alma. Un hilo es notorio cuando quita mi calzón, era humedad.

Era una santa, jamás en mi vida me he tocado, esperaba que alguien lo hiciera y ver como se siente.

Él suspira y pone su boca ahí lo cual me da una rara sensación y suspiro grave.

Chupo y lamio mi entrada, al paso de unos segundos mete un dedo para empezar.

De mi boca salían graves gemidos y él me miraba fascinado, pone dos dedos dentro de mi y me retuerzo por esta buena sensación.

Duramos mucho tiempo así y no sentía mis piernas, eran ya como unas gelatinas.

Él para en lo que hace y lo miro mientras tenía las piernas abiertas dejando en vista mi alma.



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En el texto hay: parejas, romance, corto amor

Editado: 28.08.2024

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