Te quiero Celia

Capitulo 12: Final...

—Estoy muy cansada, papá.. —me empecé a quejar con él —. Dile a Edan que me cuide... Por favor... —atraje su mano a mi cara, sintiendo mi piel caliente.

Sentía la cabeza pesada y al momento de levantarla, sentí que se me iba, como si mi cuerpo no tuviera peso, solo mi cabeza.

—Mejor yo te cuido Celia, Edan tiene que ir a trabajar —suspiré y entrecerré los ojos, los sentía super calientes.

—Tú igual, papá... —volví a cabecear.

—Pero tú eres mi responsabilidad, no la de él —me agarra las manos y las besa con mucha delicadeza —. El simplemente es tu novio, yo soy tu padre y yo velo por ti...

-¡Que puta estupidez! -se escuchaba del otro departamento, era la voz de Edan -¡no puedes dejar un minuto esta mierda! ¿¡o qué!?
-¡Que a ti te valga, no eres quien como para prohibirme!
-Por ti no tenemos para tragar, tus malditos vicios -realmente se escuchaba enojado, aparte de que Edan no le responde y mucho menos lo confronta.

—Edan ha de estar muy enojado como para gritarle a su padre —empecé a toser con fuerza y mi padre toma mi temperatura con la mano, estoy hirviendo en calentura —. ¿Te sientes bien? —le asiento, pero sé que me siento pésimo.

—Si, bien, puedo sobrevivir sola papá —niega y sigue sentado a mi lado.

—Si no se te quita en menos de una hora te llevaré al hospital, tú no eres de las que se enferma fácil, Celia —me sonríe —. Avisaré que no iré al trabajo, ya vuelvo.

Sale de mi habitación a hacer llamadas con sus jefes.

Cierro los ojos, y siento los parpados calientes, era muy obvio que no iba a poder sola.

Mi padre entra nuevamente y se queda a mi lado.

Han pasado veinte minutos y me sentía terriblemente mal.

Estaba llorando por la calentura, no podía estar a gusto, no me podía mover y mucho menos caminar.

Mi papá tuvo que llamar a la ambulancia por mi mal estado.

Tenia una calentura extrema, 42º, hace diez minutos tenía 38°.

—¿Me voy a morir..? —digo y mi padre estaba muy preocupado, mientras fruncía el ceño, no debía estar jugando con la muerte.

—¿Qué pas... —es lo último que escucho antes de perder la conciencia

Al abrir los ojos y estaba viendo todas las paredes blancas, sé que no estoy en mi habitación porque las de mi habitación son naranjas claras.

Veo a mi abuela y a mi padre en un lado de la habitación, hablando entre ellos, pero cuando notaron que me desperté, se percataron en mí.

Me trate de levantar, pero no puedo.

—Tranquila, estarás bien —me abuela se acerca y besa mi frente —. ¿Verdad, Franco? —él solo asiente y sonrío.

Me siento rara, no esta Edan aquí, preocupado.

—Papá, ¿y Edan..? —pregunté y el solo me miró.

—Él.. está en su trabajo, me... —cambia sus palabras junto a una pequeña sonrisa —. Te prometió que vendría cuando saliera.

—Bien, espero que llegue pronto... Pero, papá, tengo hambre —le sonrío y él a mi.

—Iremos por algo, tranquila.

¥¥¥¥

Había llegado Edan, solo.

Se acerca a mi y me besa las manos.

—¿Te sientes mejor Celia? —le asiento con una sonrisa y besa mi frente, mi nariz y mis labios, delicadamente —. Te recuperaras pronto, de eso estoy seguro.

—Sí, estaré bien Edan, gracias por preguntar... —acarició mi cara por un ligero tiempo —. ¿Y tus hermanas?

—Las dejé en casa... Así que debo regresar pronto... te busco mañana, volveré. Lo juro...

—Bien, ve —le sonrío y lo hago que me bese, sin importarme que aún no me sienta bien del todo.

—Te quiero Celia, cuídate.

Me gustó verlo, pero no que se fuera tan rápido.

Paso un tiempo largo, en donde ahora estaba hablando con mi padre, ya era de noche, y él estaba en todos lados, menos descansando.

—Papá, ya me voy a dormir, ve a casa...

—No Celia, voy a quedarme aquí para cuidarte, soy tu padre —suspira —. Dijo tu madre que vendrá mañana.

—No la quiero ver —le hago un puchero —. Dile que ni siquiera tome ese vuelo.

—Quiere ver como estas, te dio hiperpirexia —bufé y miré hacia otro lado —. Aunque lo malo que pasó entre nosotros, eso no importa, es tu madre Celia.

—Aún así, no la quiero ver, que ni gaste dinero en un boleto —estaba cruzada de brazos y el me miró con una cara de juzgón.

Han pasado horas, días, y Edan no me ha visitado, era Diecisiete de Noviembre el dia en cuál fue a visitarme, y ahora es Veinticuatro.

Mi madre mete las maletas al departamento.

—Que agotador es estar una semana en un maldito hospital —mi madre se queja, mientras se estira.

—Te dije que ni siquiera vinieras, mamá, pero eres una necia —mi madre trato de no sentirse mal con mi comentario, pero, lo disimuló.



#6125 en Novela romántica
#2721 en Otros
#396 en Novela histórica

En el texto hay: parejas, romance, corto amor

Editado: 28.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.