Te quiero, de Vuelta

Capítulo 2

Las contracciones son cada vez más seguidas y dolorosas,  practico los ejercicios de respiración que he aprendido, pero a decir verdad no sirven de mucho. 

—Estamos listas, Hanna—Dice mi doctora, llegando a mi lado. 

Solo logro asentir, mientras una nueva contracción me hace chillar de dolor.

—Vamos a traer a frijolito al mundo Hanna, atiende a mis instrucciones y hagamos esto, lo más rápido posible.

Abro los ojos para mirarla, pero me sorprendo al ver a Mario detrás de ella, con una bata quirúrgica y un barbijo en la mano. 

—Vamos Hanna, concentrémonos en tu bebé, dice la doctora tomando mi mano. 

Respiro profundo y me preparo mentalmente para sentir un dolor equivalente a que se te rompan setenta huesos del cuerpo al mismo tiempo, si así de intenso es el dolor al parir. 

La doctora se coloca entre mis piernas y me empieza a dar instrucciones, sobre en qué momento debo empezar a pujar.  

Siento a Mario de pie junto a mí y luego como su mano envuelve la mía. 

—Vamos, tú puedes hacerlo niña bonita—Dice Mario, mientras aprieta fuerte mi mano. 

Una nueva contracción viene y escucho a mi doctora decir, que llegó el momento de pujar. Hago lo mejor que puedo, pero me detengo una vez cesa la contracción.

—Bien Hanna, muy bien—Hagámoslo una vez más.

En medio de una nueva contracción, pujo nuevamente, pero no es suficiente para que frijolito salga. 

—Necesito que pongas toda tu fuerza en esta oportunidad Hanna, tú bebé ya está en el canal y necesitamos que termine de salir.

Muevo mi cabeza en señal de aceptación y en  esta oportunidad soy yo, quien aprieta la mano de Mario, con mucha fuerza. 

—Vamos Hanna, una última vez, grita mi doctora.

Pujo una vez más, sintiendo cómo por fin la cabeza del bebè, sale de mi. Unos segundos, pasan antes de escuchar el hermoso y potente llanto de mi bebé. 

—¡Felicidades Hanna!—Acabas de parir, una hermosa niña. 

Las lágrimas, empiezan a correr por mis mejillas, una vez la doctora coloca a mi frijolita sobre mi pecho, por instinto su pequeña boquita empieza a buscar mi pecho y a escasos minutos de haber nacido, mi princesa se da su primer banquete de los pechos de mamá. Una carcajada sale de mi boca, mientras la doctora y Mario, miran la escena con ternura. 

—En unos minutos las pasaremos a una habitación—Dice la doctora—Ambas están en perfecto estado, son unas campeonas niñas. 

La veo girarse para retirarse, pero antes de que lo haga, llamo su atención.

—Doctora, por favor recuerde la muestra para la prueba de ADN—Digo atropellando las palabras. 

—Sí cariño, en un rato cuando tu princesa ya no tenga restos de leche materna en la boca, la haremos, ya le expliqué al señor Vargas que se hará por medio de un hisopado de la mucosa oral o lo que comúnmente se llama  un frotis bucal, los resultados los tendrán en más tardar una semana. 

—Gracias doctora—Respondo. 

—¿Puedo cargarla?—Dice Mario, mirando a mi bebé.

—¡¿Estás seguro?!—No tienes que hacerlo, no tengo problema con que esperes los resultados de la prueba, antes de relacionarte con ella, por mí está bien—Digo de forma sincera.

—Sé que es mía Hanna, perdóname por haber dudado de tu palabra, pero todo esto ha sido un poco extraño. 

—¿Cómo que sabes que es tuya? —Pregunto.

—¿Ves eso? —Dice señalando la espalda de mi bebé—Es una marca que nacimiento, que yo también tengo— Observo con detenimiento y me doy cuenta que es una mancha, en forma de corazón. 

—Si, ya la ví—Recorde que Mario, tiene una marca igual en la parte baja de la espalda— Pero de igual manera, prefiero que hagas la prueba, es lo mejor— Digo seria. 

—Como tú quieras está bien para mí, Hanna—¿Ahora si vas a permitirme cargar a mi hija?—Dice Mario con una sonrisa, que me desarma por completo. 

Lo dejo tomar a mi hija, con sus grandes manos, para luego acurrucarla en su pecho.

 Definitivamente es una imagen, muy hermosa. 

 

Media hora después nos pasan a una habitación, Mario no ha querido separarse de la bebè.

—¿Cómo se llamará? —pregunta Mario.

—Aún no lo decido, ¿Has pensado tú en algún nombre?—pregunto.

—Delaila—Responde

—¡Me gusta!— digo sonriendo.

Recordé que la madre de Mario, se llamaba así, Delaila. De hecho siempre le dije, que me parecía un nombre hermoso, para ponerselo a la hija que alguna vez tendríamos, solo que como Sam, nunca pude cumplir ese sueño. 

—Entonces así se llamará Delaila—Dice Mario, con una hermosa sonrisa. 

No sé en que momento me dormí, pero me desperté al sentir entrar a unas personas a la habitación.

—Vinimos a tomar las muestras de ADN— dicen un par de enfermeras de pie frente a mí. 

—No haremos la prueba—Responde Mario.

—Si la haremos—Digo seria, por favor tomen las muestras.

—¡Hanna!... —Intenta decir Mario.

—Lo mejor es que no tengas dudas, Mario—Así que haremos la prueba—Digo seria.

Sé que mi actitud, lo desconcierta un poco pero no me discute, sino más bien colabora, para que las enfermeras tomen ambas muestras. 

—Pensé que habías entendido lo que te dije de la marca de nacimiento—Dice enojado, una vez las mujeres se retiran. 

—Quiero que cuando alguien quiera hacerte dudar de la paternidad de Delaila, tengas como callarle la boca,  Mario.

No responde y solo me mira de una forma extraña.

—Lo otro es que si quieres ver a tu hija, por lo pronto deberás venir a Londrés, aún nos falta más de un año, para regresar a New York, no te preocupes tú y yo, no tendremos que vernos, procuraré que nuestro contacto sea el mínimo, no quiero importunarte con mi presencia. Una vez termine mi especialidad, regresaremos a New York y podrás relacionarte con tu hija, como lo desees.  

—Espero que al menos podamos llevarnos, como buenos amigos, Delaila siempre nos unirá de una u otra forma—Dice metiendo ambas manos a sus bolsillos. 




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