La llegada de Susana, obviamente ha sido inoportuna. La verdad que la emoción de conocer a mi hija, hizo que me olvidara de ella por completo.
—¿Ese es tu bebé? —Dice Susana, mirando a Hanna.
—Es correcto, esa preciosura que ves allí es mi hija—Contesta Hanna.
—Cariño, nosa vamos—Dice Susana, colgándose de mi brazo.
—Pediré un uber, para que te lleve al hotel, quiero estar más tiempo con mi hija—Respondo.
–¡Tu hija! —Cariño, recuerda lo de la prueba de ADN, no puedes de primera mano, dejarte llevar por sentimentalismos, de eso se valen las mujeres trepadoras y embaucadoras— Dice bajando el tono, pero no lo suficiente, para evitar que Hanna escuche.
—Disculpa, Mariana—Dice Hanna en tono irónico— Estoy completamente de acuerdo contigo, en que Mario haga la prueba de ADN de hecho ya las muestras se las tomaron. Sin embargo si con embaucadora y trepadora, intentas referirte a mi, déjame decirte que te equivocas, Mario no tiene absolutamente nada que yo necesite o me interese, solo para que sepas por si lo ignoras, mi hija al igual que su madre es millonaria, ah y otra cosa para situaciones futuras, ya que como veo eres la pareja de presunto padre de mi hija, no te inmiscuyas en asuntos que tengan que ver con Delaila, eso solo nos compete a Mario y a mí.
—¡Susana!—Mi nombre es Susana.
—Lo siento querida, pero hay personas con nombres tan corrientes que es imposible, no confundirlos—Dice, Hanna con sorna.
—¡Eres una…
—Vamos afuera Susana—Digo en tono serio.
Mi novia me mira, con enojo pero afortunadamente no replica nada.
—¡¿Qué rayos te pasa, Susana?!—Digo enojado.
—Necesito ir a descansar. ¿Acaso no escuchaste lo que dije? —Contesta Susana.
—Ya te dije que quiero estar más tiempo con mi hija, por tanto voy a pedirte un Uber— Respondo.
—¡¿Tu hija?!—Hasta hace unas horas, era el hijo de Hanna, ahora resulta que es tu hija. ¿Qué pasó con la prueba de ADN?.
—No es necesaria—Digo molesto.
—¡¿Por qué no?! —Dice histérica.
—Baja la voz, estamos en un hospital. Vete al hotel y luego hablamos, Susana.
—¡Mario!.
—Vete al hotel, Susana.
La veo alejarse molesta, por el pasillo del hospital, rumbo a la salida.
Suelto el aire que tengo retenido, antes de entrar a la habitación nuevamente.
Hanna, tiene a Delaila en brazos y me mira, con una mirada asesina, apenas me ve entrar.
—¡Lo siento! —Digo apenado.
—¿Por qué?¿Por tener a una idiota como novia o por traerla? —No hay que ser muy inteligente, para saber que no era apropiado y no lo digo por mí, no te equivoques, lo digo por mi hija.
—Nuestra hija, Hanna—De verdad lo siento, no preví esto, ella se ofreció a acompañarme y yo no vi nada de malo en ello.
—Ella vino equivocadamente a marcar su territorio, cosa que no tiene porque hacer, debiste dejar claro, que entre nosotros nunca hubo, ni hay, ni habrá nada, que vergonzosamente me dejé llevar por lo que sentía por tí y de ello nació mi hija, pero que no no hay nada más. Lo menos que necesito efes una mujer celosa, ohaciéndome la vida de cndouadrito y a mi hija, pensando que yo quiero quitarle al marido, cuando eso carece de veracidad.
—Ya dije que lo siento, Hanna.
—En serio Mario, explícale las cosas bien a tu novia—Yo tengo perfectamente claro que entre nosotros no hubo, no hay y no habrá nada jamás—Dice Hanna mirándome.
No sé porque sus palabras, dejan un extraño mal sabor de boca, pero decido ignorarlo.
—Yo también tengo, muy claro eso—Respondo serio.
El llanto de Dalaila interrumpe nuestra conversación y nuevamente, nuestra atención se centra en la pequeña princesa, que Hanna, acurruca en sus brazos.
Físicamente no se parece a Hanna, su color de cabello es castaño oscuro como el mío y no rubio, como el de su mamá, el color de su piel tampoco es tan blanco con el de Hanna, estoy ansioso porque habra sus ojitos y poder ver el color de sus ojos.
—Ya regreso, voy a averiguar el trámite, para reconocer a mi hija—Digo aún embelesado mirándola.
—Mario, por favor espera el resultado de la prueba, no hay ninguna prisa, al menos no de mi parte—Responde ella— y no lo digo por tí, sino por tu pareja y por todas las personas, que te rodean, no quisiera que mi hija sufra señalamientos, por un error que yo cometí, al momento de concebirla—Asumo las consecuencias de mi acción incorrecta, lo digo así porque jamás llamaría un error al momento en que concebimos a Delaila, pero por favor has las cosas en el orden correcto, espera la prueba y luego la inscribes con tu apellido.
—No estoy de acuerdo, pero voy a hacer lo que me pides—Respondo serio.
Esa noche me quede con Hanna y con mi hija, en la habitación del hospital. Creo que no pegue el ojo en toda la noche velando el sueño de ambas.
A la mañana siguiente fui a darme una ducha y a cambiarme de ropa al hotel y tal como lo supuse, me encontré a Susana, enojada.
—Maldita sea, Mario— No llegaste a dormir.
—Te dije que quería pasar tiempo con mi hija.
—Te llenas la boca, diciendo que es tu hija y ni siquiera estás seguro que así sea.
—No, vayas por allí Susana.
—¿Por qué no? — Haz la prueba primero, ya si sale positiva entonces encariñate con la niña esa—Dice molesta.
—Parece que Hanna y tú, opinan igual.
—¿De qué demonios hablas, Mario?.
—Iba a inscribir a Delaila con mi apellido, pero Hanna, prefiere que lo haga, cuando ya tenga los resultados del ADN.
—¿Ella te dijo eso? —Pregunta desconcertada.
—Si, así es.
—Pues estoy de acuerdo—Contesta altanera.
—Necesito darme un ducha, para luego descansar un rato y regresar al hospital—Digo, caminando hacia el baño.
—Está bien, estaré lista para ir contigo—Responde Susana.
Solo la miro, pero no digo nada. No empezaré otra discusión. Es que solo a mí, se me ocurre traer a Susana conmigo. Pero ni modo, ya metí la pata.