Hanna y mi hija llegan hoy. Tania, Dani y yo, hemos planeado ir a recogerlas al aeropuerto. La nana y Walter viajan, junto a ellas, lo que me tranquiliza un poco la verdad, debo confesar que estoy emocionado y nervioso a la vez.
Tania me prohibió de manera categórica que viniera con Susana, de igual manera no pensaba traerla, está pasada de intensa, con el tema del regreso de Hanna y mi bebé, desde que conoció a Hanna, siente unos celos irracionales por ella y cuando supo que la prueba de paternidad era positiva, todo fue peor.
De hecho eso ha influído mucho en que nuestra relación no avance, debo confesar que en algunas ocasiones no me siento, del todo cómodo.
Camino al aeropuerto, pase a comprarle a mi muñequita un enorme peluche adornado con globos, la gente me mira raro al verme con el enorme oso, pero no me importa, soy un padre enamorado de su hija.
Mis amigos y yo, quedamos de encontrarnos cerca al área por donde deben salir los pasajeros del vuelo que trae a mi frijolita y a su madre.
Las manos me sudan, tengo la boca reseca, camino de un lado a otro y me es imposible evitarlo.
—Vas a abrirle un agujero al piso, Mario—Dice Dani divertido.
—Jaja que gracioso—Digo en tono irónico.
—¿A quién esperas con más ansias, a la madre o a la hija? —Dice con sorna.
—Por supuesto que a mi hija, no tengo porque esperar a Hanna, tengo novia recuerdas.
—No, si el que debe de recordarlo eres tú, no más hace un par de días sangrabas por la herida de que Hanna, no te había llamado, ni informado nada de su llegada.
—Porque trae a mi hija, idiota.
—Aja, como tú digas hermano.
De repente Tania pega un grito y sale corriendo en dirección al área de desembarque de pasajeros, mi mirada se dirije hacia donde ella avanza, para encontrarme con una imagen que hace que mi corazón se salte un latido o tal vez dos, no estoy seguro.
Hanna trae a Delaila en brazos, mi hija trae un hermoso vestido rosa, con una diadema tejida que le hace juego, es una verdadera ternurita mi bebé. Pero su madre, es toda una bomba sexy y elegante, trae puesto un vestido negro, entallado que deja ver su hernosa figura, su melena rubia, la trae suelta, su cabello está mucho más largo, juraría que le llega a la cintura, ahora lo usa con ondas, los zapatos de tacón alto, que trae puestos hacen ver su piernas largas y estilizadas, la observación minuciosa que acabo de hacerle, ha hecho que partes privadas de mi cuerpo reaccionen, lo que provoca que deba acomodar la chaqueta de mi saco y desviar la mirada para neutralizar la reacción.
— Límpiate la baba, hermano —Dice Dani, pasando junto a mí, mientras avanza en dirección a las recién llegadas.
—¡Cállate! —Respondo.
Tania toma a mi frijolita en brazos, mientras que Hanna, los saluda cada uno, con un afectuoso abrazo y un beso.
Me acerco para pararme frente a mi bebé, que apenas me ve, reacciona proyectando sus brazos hacia a mí.
—Vaya parece, que ella también está feliz de volver — dice Tania, mientras me entrega a mi hija.
Hanna se voltea hacía mí y me saluda con un escueto hola, en mi caso no hay abrazo y mucho menos un beso. Su saludo es tan impersonal, que me hace sentir sumamente incómodo.
Concentro mi atención en Delaila, intentando no evidenciar mi incomodidad, la nana y Walter también nos saludan y unos minutos después, caminamos en grupo hacia la salida del aeropuerto, le pido a mi chofer que traiga el vehículo, para que podamos marcharnos.
—Pueden venir conmigo Hanna, incluso traje el asiento del auto para la bebé— Digo volteando hacia ella.
—Muchas gracias Mario, puedes llevarte a tu hija, a la nana y a Walter. Yo me iré en el auto con Dani y con Tania —Responde.
Un gesto de molestia, se dibuja en mi rostro, pero no objeto nada.
Hago tal cuál lo sugirió Hanna y cuando estamos en el auto, le doy a mi chofer la dirección de la mansión de los Marshall.
❤❤❤
—Uy ¿Por qué tan parca, con el padre de tu hija, amiga? —Dice Tania, en tono de burla.
—Precisamente porque solo es eso amiga, el padre de mi hija, además no quiero problemas con la celópata de su novia —Respondo.
—Ah no definitivo, cuando esa mujer se enteró que regresaban casi le da un faracho con repetición —Agrega mi amiga.
—¿ Y tú cómo sabes eso? —Pregunto intrigada?.
—Fácil, porque aquí el comunicativo de mi novio, me mantiene informada de las locuras de la tal susana —Responde sonriente.
—Ella me obliga, Hanna —Si no le cuento, me pone a dieta de su cuerpo y eso es un precio que yo no estoy dispuesto a pagar—Responde Dani.
—¡Ay pochita la niña! si supiera que su novio no es materia de mi interés —Respondo.
—Pues cuando te fuiste de aquí lo era—Dice mi amiga.
—Pues ya no lo es, querida —Las personas cambian y yo cambie.
—No, si se nota amiga, estás de mamacita que pa que te cuento, dejaste a más de uno chorreando baba, allí en el aeropuerto, parece que la maternidad te ha sentado de maravilla, estás así como matona, rica y provocativa. Ya hasta ganas de ser madre me ha dado, para aumentar de talla de bubis y caderas.
— Con gusto te ayudo con esa, nena —Responde Dani.
—Ay amor, tú siempre tan servicial— Responde Tania con ironía.
Entre risas, chistes, chismes y anécdotas, el camino a casa se nos hace corto, cuando menos me doy cuenta ya me encuentro aquí, en casa, bueno en la casa de la familia Marshall.