Te quiero sólo para mi

Capítulo 11

Vamos en el coche de camino al restaurante. En el coche se respira un ambiente muy relajado con Ed Sheeran de fondo, creo que la canción es "Shape of you". Adoro esa canción y a ese hombre. Miro por la ventana y me entretengo mirando los coches pasar. Nos metemos en un parking subterráneo y miro a Lucas. Nuestras miradas se cruzan cuando aparca el coche en una plaza libre, me sonríe con esa sonrisa mojabragas que derritiría a cualquier chica.

Bajamos, me coge de la mano y nos dirigimos a un ascensor que se activa con una tarjeta que saca Lucas del bolsillo. Subimos en el ascensor y me pongo un poco nerviosa. ¿Soy la única persona en el mundo que cuando se sube con alguien en un ascensor se siente incómoda?.

Se abren las puertas y me quedo pasmada de la impresión. Es un restaurante con todas las mesas y sillas blancas, cada mesa tiene un mini ramo de rosas rojas y está rodeado por ventanas por las que se puede ver toda la ciudad iluminada. Esta un poco lleno y por lo que puedo observar son gente adinerada. Vamos, nada que ver conmigo. Lucas se siente muy cómodo en este sitio, así que como no quiero cagarla nada más empezar, me dejo guiar por Lucas y el mâitre hacia una mesa un poco alejada pero no muy lejos.

Nos sentamos y se nos acerca un camarero de no más de 25 años. Dejo que Lucas pida por mi ya que no se lo que esta bueno aquí, y sólo de ver los precios me va a dar algo. Pide pasta para mí y para el un filete con ensalada, todo esto acompañado por vino.

Mientras viene la comida, hablamos sobre lo bonito que es el restaurante y le cuento que no conocía este sitio.

-Normal preciosa, este sitio es exclusivo. Mis padres son socios por eso tienen la tarjeta para acceder al restaurante. Aunque además del restaurante hay una sala de recreativos, un gimnasio, un spa y una sala de reuniones.- Cuando dice eso, flipo. ¿Todo eso en un edificio? ¿Enserio?

Llega nuestra comida y comemos en silencio. Para darle vidilla a la comida, saco mi sentido del humor y acabamos riéndonos a carcajadas. La verdad es que estoy muy bien con él. Desde lo que pasó hace seis años con mi anterior pareja, rehuía de todo lo relacionado con el amor y me centré muchisimo en el trabajo. Tanto que a veces me costaba desconectar. Ana y Rodri me han ayudado mucho con eso, si no hubiera sido por ellos no se que sería de mi. Por algo son mis mejores amigos. 

Nadie había conseguido lo que ha conseguido Lucas en tan poco tiempo, por eso estoy un poco abrumada. Me cuesta mucho derribar las barreras que he construido durante tantos años. Le digo a Lucas que voy al baño. Cojo el bolso y me dirijo al camarero para que me indique donde está. Llego al baño y me encuentro con un grupo de tías que podrían pasar por modelos. Altas, algunas morenas y otras rubias, delgadas y super bien vestidas. Se nota que una chica morena es la que manda entre todas, no se, me da esa sensación.

Me da una mirada de altanería propia de la mala de Blancanieves. Entro a un cubículo hago mis necesidades mientras escucho como la "mala de Blancanieves", que por lo que puedo oír se llama Claudia, comenta con sus amigas lo mal que vengo vestida. Discreción máxima. 

Cuando al fin se van, salgo y me lavo las manos. Me retoco el maquillaje y vuelvo a la mesa donde se encuentra Lucas. No me puedo creer lo que veo, la tal Claudia, alias "bruja de Blancanieves" y Sofía, alias "la Pitbull" y hermana de Lucas,  charlando animadamente con Lucas. Este sonríe coquetamente con "La bruja de Blancanieves" demasiado cerca, demasiado. Me entra un mosqueo impresionante y cuando me dirijo a la mesa a sacarle los pelos a la asquerosa esa, la Pitbull me sonríe con malicia y con cara de satisfacción. ¡Hija de su madre! me apuesto lo que quieras que ha sido ella la que ha orquestado todo. 

Lucas está tan entretenido que se nota que no me echa para nada de menos, es más, es como si no le importara nada que no fuera la zorra esa. Como tengo mi bolso, voy hacia el ascensor y me dispongo a coger un taxi. Por raro que parezca, hay muchos taxis en la puerta. Me decanto por el primero y le doy mi dirección. El taxista, un hombre mayor con cara de buena persona, me pregunta:

-¿Se encuentra bien señorita?- Cómo me parece buena persona, decido contarle lo que ha pasado. Sorprendiéndome me dice.- Tranquila, los hombres a veces no tenemos en cuenta lo que tenemos hasta que lo perdemos. Si usted le importa tanto, volverá a buscarla. Si no lo está haciendo ya.

-No lo creo, pero da igual.- Llegamos a mi calle y le doy el dinero. Le doy las gracias por sus palabras y salgo.

Llego a casa y me permito llorar, mientras pienso:

"¿Por que a mi?"



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En el texto hay: destino, celos, amor

Editado: 14.04.2018

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