Te Quiero y me Duele

5

El lunes a la mañana fui a despertar a mi hermano para ir a la escuela y cuando fui a abrir la puerta estaba ya cambiado sentado en su escritorio con cara de perro enojado.

—Nacho, ¿qué pasa?—iba a tocar su hombro pero se aleja.

—Andate, por favor, Malia, no quiero enojarme ni decir cosas que no siento.—me pide y en sus ojos veía lo mucho que se estaba conteniendo para no enojarse conmigo cuando no era yo precisamente su problema.

Agarré su cara con dureza y vi sus ojos. Sus pupilas estaban dilatadas. Se suelta con brusquedad e ignora mi mirada.

—¿Estás drogado? Ya hablamos de eso, Nacho, tenés que hacer un esfuerzo para no recaer siempre en lo mismo, se supone que Ryan te está ayudando.—se acerca a mí.

—Ryan cree que me está ayudando, pero solamente le estoy haciendo creer que puede con algo que no tiene arreglo, pierde su tiempo, ya es parte de mí y ni él, ni vos, ni nadie me puede ayudar. ¡Dejen de hacer de mí un títere!—presiona cada una de sus últimas palabras.

—No sos nuestro títere, Nacho...—cuando quise volver a tener contacto con su mano me rechaza con bronca.

—¡No pueden ayudarme, Malia! ¡Nadie puede!—se quiebra y para mi sorpresa se dejó abrazar.

—Claro que sí, Nacho, nosotros podemos ayudarte si vos recibís la ayuda, si no nunca vas a poder salir del pozo, solamente queremos ayudarte, es por eso que Ryan cree que te va a hacer bien un deporte.—se separa.

—Lo único que me ayuda es que ella me quiera.—ahí todo tuvo más sentido—. Por ella probé las drogas, por ella me acostumbré, me dio esperanzas para que haya un “nosotros” y ahora está con el tarado de Dani.

Por su culpa mi hermano es un adicto, la voy a matar.

—¿Nina te hizo probar esas mierdas?

—Siempre nos juntamos a fumar, bueno, antes lo hacíamos, ahora me dejó porque el otro imbécil le da bola.

Suspiré y acaricié su hombro—. Podés quedarte hoy, ¿por qué no descansás? Te va a hacer bien.—asiente, besa mi sien y me da un abrazo.

Bajé a desayunar y me hubiese gustado mandarle un mensaje a Ryan para que venga así hablamos pero no tengo su número, y... no se lo voy a pedir. Preferí esperar para verlo y así le hago saber lo que pasó con él, y para mí no durmió en casa, lo noté en su aspecto, creo que ni siquiera durmió.

—¿Nacho no viene?—negué con los labios apretados.

—No te preocupes, Jenna. Él se va a quedar en casa por hoy, no se siente bien.

Después de desayunar salimos de casa.

—¿Recaída?—asentí—. ¿No que Ryan lo estaba ayudando?

—Sí pero Nacho no hace el mínimo esfuerzo en querer mejorar. Y Ryan no hace magia, lo ayuda, pero Nacho tiene que poner de su parte.—asiente dándome la razón.

Nos despedimos, abrí el auto y antes de entrar vi que de su casa salían los hermanos, el mayor con el casco. Rom apenas me vio se acercó con aquella sonrisa tan característica de él, nos saludamos con beso en el cachete y con su hermano nos dedicamos una mirada, antes de que se vaya lo alcancé.

—Después necesito que hablemos, ¿sí?—asiente y se va.

—Te dije que en algún momento se iban a entender.—me dice una vez que subimos al auto. Lo miré antes de arrancar.

—Solamente está ayudando a mi hermano a dejar las drogas, nada más. Y ahora que sé quién es la responsable de esto, te aseguro que hoy voy presa por homicidio.—no se asusten, no era tan literal, bueno, depende de lo que ella tenga para decir. Ríe ante mi comentario.

—¿Dijiste “la responsable”?—asentí.

—Es la atorranta de Nina Wesley.

—¿Te soy sincero? No tengo la menor idea de quién es, ya que no hace mucho estoy acá, así que.. no sirve de nada que me des nombres.

Sonreí—. No te preocupes, hoy la vas a conocer.—dije con ironía.

—Ey, hablando de otra cosa...—intenta desviarme de mi enojo—. ¿No pensaste en inscribirte de nuevo en el equipo de porristas?—Asentí con un suspiro.

—Lo pensé, Mili también me lo comentó.—suspiré con frustración y rasqué mi frente.

—¿Pero?

—La idiota de Nina es la capitana.—antes de que mi hermano confesara que ella fue la que lo llevó por ese camino reconsideré lo que mi mejor amiga me había dicho. Pero ahora solamente tengo ganas de matarla.

—Que lo que ella hizo no te impida hacer lo que vos querés.—frené en el estacionamiento.

—Sí, Rom, eso lo tengo claro, el problema es que se metió con mi hermano.—pronuncié con bronca.

No dijo nada y en ese momento lo agradecí, no quería ni su compasión, ni su lástima, solamente quería ayudar a mi hermano a salir de ese pozo sin fondo. Me hacía bien hablar con Rom, era buen chico, y parecía que se preocupaba, sin embargo, no quería meterle en la cabeza problemas que son solamente míos.

Ni siquiera sé por qué acepté que Ryan se metiera, vi como lo ayudaba el fin de semana pasado que me pareció que es lo que Nacho necesitaba, pero tampoco quiero meterlo.

Después de clases Mili seguía insistiendo en que vuelva al equipo, yo quería, pero primero quería ir a hablar con la atorranta que metió en ese lío a mi hermano, fui a la cancha donde estaban las porristas por un lado y los chicos del equipo haciendo otras cosas. Ella estaba enseñándole algunas coreos a las demás, me acerqué, puse mi mano en su hombro e hice que me mirara. Enarca una ceja acompañada de una sonrisa demasiado arrogante.

—¿Sí?—su voz era burlona e irritante.

—Con vos quería hablar.—asiente sin sacar esa sonrisa de fastidio.

—Malia, creo que tendrían que hablar después.—mi mirada se encontró con la de Ryan y después volví a ella sin importarme, pero él se acercó.

—Fuiste vos, zorra.—ríe con sarcasmo.

—¿Perdón?

—Por tu culpa mi hermano se droga.—fingí una sonrisa—. No podría esperar menos de una zorra drogadicta como vos, pero que involucraras a mi hermano es la gota que rebalsa el vaso.—ríe.

Ryan y Milagros intentan hacer que pare pero me solté de ambos agarres. Sé que Nacho me va a odiar, pero tengo ganas de cometer un delito en este momento.




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