Te Quiero y me Duele

7

RYAN

Oh, mierda.

Me levanté del suelo con dificultad. Debí verlo venir. Sí, caí por un barranco.

Cuando mi hermano llegó diciendo que Mal estaba desaparecida fui a buscarla con los chicos mientras las otras dos chicas junto con Meg y los demás se quedaron para ver si ella volvía.

Caminé mientras alumbraba con mi linterna y con la mano libre abrazaba mi costilla, espero no haberme roto nada. Seguí caminando hasta que una mano se veía casi escondida detrás de una roca y fui corriendo sin dudar hasta llegar y ver a Malia con medio cuerpo dentro del lago y la otra mitad en la orilla.

—Mal.—la puse boca arriba y sostuve su cabeza con mi mano. Corrí su pelo medio húmedo de la cara y vi que estaba herida. Su ceja estaba rota al igual que una de sus mejillas y sus dedos estaban rasgados.

—Preciosa por favor despertá.—de su boca solo salían puros balbuceos pero ella seguía inconsciente.

La cargué en mis brazos con cuidado de no tropezar y la llevé a la punta del barranco para que cuando empiecen la búsqueda nos encuentren. Apoyé su espalda y me puse frente a ella, me saqué el buzo y traté de ponérselo con cuidado, me temía que estuviera con algún hueso roto.

—¿Ryan?—pregunta en un estado moribundo.

—Shh, tranquila.—intenté calmarla. Me senté a su lado y ella apoyó su cabeza en mi hombro. Estaba agotada.

—¿Qué pasó?

—Nos caímos por un barranco. Estás herida así que no te preocupes, yo te cuido y vos descansá.—quejidos se escuchan por su parte ya que seguía un poco vulnerable.

Tenía que intentar hacer una fogata para que no muera de frío.

—Vos no... te lastimaste, ¿o sí?—sonreí.

—Solo un rasguño, mejor dormí.

Con delicadeza apoyé su cabeza sobre la roca para poder sacar fósforos de mi bolsillo. Las ventajas de fumar. Aunque lo mío no era una adicción al tabaco.

Cuando ya logré prender fuego después de varios intentos la llamé para que se acercara y que tome un poco de calor.

—¿Te sentís mejor?—asiente.

—Me duele la cabeza y el cuerpo.

—Es obvio, pero no te preocupes, vas a estar bien.—al pedo pronuncié aquellas palabras porque en cuanto las dije empezó a llorar.

—Vamos a morir acá.—no puede ser.

—No, Mal, no vamos a morir... Pero sí vamos a tener que pasar la noche acá.

—¿Sí?

Asentí—. Va a ser más seguro que nos busquen de día, ahora no se ve nada y alguien más puede caer.

Veo como observa mi buzo en su cuerpo y después me mira. Era tan hermosa.

—Gracias.—sonreí.

—No voy a permitir que nada te pase.

Recuesta otra vez su cabeza en mi hombro y ambos nos quedamos viendo al fuego quemar aquellas ramas convirtiéndolas en cenizas.

Desde que la conozco siento unas ganas irreparables de protegerla, y mientras esté conmigo ella va a estar a salvo.

Cuando estaba con Lydia tengo que reconocer que era muy loco, porque cuando se trataba de ella y de alguien que quisiera lastimarla me volvía otra persona, y quizás mi amor no era el mejor, pero le pertenecía solamente a ella.

Levanta la cabeza y me mira directo a los ojos.

—Gracias.—dice con sinceridad y la voz hecha un susurro.

—Siempre me agradecés pero nunca entiendo los motivos.

Endereza la cabeza y se concentra en el fuego.

—Siempre te trato de imbécil y no te lo merecés.—mueve la cabeza con duda—. Bueno, casi nunca.

No pude evitar reír. Ella tenía razón, siempre me comporto como un imbécil.

—Gracias también por... lo que hacés con Nacho. Si tiene algún cambio eso es gracias a vos. Y lo sé muy bien.—sonreí, agaché la cabeza y la levanté de nuevo para concentrarme en ella.

—Nacho no es mala persona, solamente tiene malas compañías.—Mal asiente dándome la razón. Era la primera vez que coincidía en algo conmigo.

—Sobre todo Nina.—dice con bronca.

Reí mientras asentía—. No disimules tu buen gusto por ella.—respondí con gracia y sarcasmo.

—Siempre supe que era una perra y una zorra, y nunca me molestó eso porque es su vida y cada cual la vive como quiere y puede, pero empezó a importarme cuando mi hermano se metió en el asunto.

Sonreí. Me impresionaba mucho como ella protegía y cuidaba a Nacho. Era igual que yo, daba la vida por su hermano.

—Lo que Nacho necesita es a una chica que lo quiera bien.

—Pero haga lo que haga no puedo hacer que deje su interés por Nina.

—Creo que Mili puede ayudarnos en eso.—ladea la cabeza confundida sin saber por qué la metí en la conversación.

Me gusta hablar con ella, aunque solo sea de su hermano.

—Digo, ya que a ella le gusta tu hermano, yo creo que puede ayudarnos a que él salga de esas malas compañías y que se olvide de la chica que no le conviene...—me frena.

—¿De qué estás hablando? A Mili no le gusta mi hermano.—creo que hablé de más antes de cerciorarme de que ella supiera algo del tema, pero no sabía nada en absoluto—. ¿Quién te dijo eso?

—Soy observador.

—Ella no me dijo nada.—responde decepcionada.

—Quizás no lo hizo porque temía que no te agradara la idea...—Dios, soy pésimo intentando levantar el ánimo—. No la encares todavía, solamente observá la situación para comprender las cosas. Yo me di cuenta en el viaje, estuve observando la situación y parece que sí.

Asiente. Nos quedamos en silencio por un rato. La noche ya estaba muy avanzada y ella cierra los ojos por un momento. Pasaron veinte minutos y ella seguía igual así que supuse que estaba dormida.

La vi descansar sobre mi hombro y no pude evitar sonreír. Era muy hermosa y me sentí mal y con mucha impotencia cuando mi mirada se dirigió a su ceja rota. Cuando nos saquen de acá voy a matar a mi hermano y a los que estuvieron involucrados. Romeo se supone que tenía que cuidarla, Nacho también, pero la descuidaron y ahora estaba acá, muriendo de frío y lastimada.

Despertó y yo sonreí con disimulo y fingí que no la estaba viendo, ninguno de los dos dijo nada por un rato, hasta que ella rompió el silencio.




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