Te Quiero y me Duele

15

«El timbre sonó, sacándome de mis pensamientos. Me sequé las lágrimas con rapidez, aunque sabía que mis ojos todavía delataban mi fragilidad. Me dirigí a la puerta con pasos temblorosos, y al abrirla me encontré con Romeo. Su expresión estaba cargada de nerviosismo, pero sus ojos, esos ojos, irradiaban determinación.

—Hola.—Dijimos al unísono, con voces bajas, casi temerosas.

Ambos nos quedamos en silencio por un segundo que se sintió eterno, hasta que él lo rompió, con una voz que parecía aferrarse a algo más grande que sus propios temores.

—Sé que habíamos quedado en algo, pero...—Suspiró profundamente, como si buscara el valor para continuar—. Quiero que te enamores de mí. Quiero que, cuando mires hacia atrás, no veas un pasado doloroso, sino un aprendizaje. No sé qué te pasó, no sé cuál es la raíz de ese miedo que veo en tus ojos... pero quiero amarte. Quiero que esos miedos desaparezcan cuando me mires.

Cada palabra suya era una daga y un bálsamo al mismo tiempo. Mi corazón latía con fuerza, sintiéndome vulnerable bajo el peso de su sinceridad.

—Rom...—Intenté responder, pero él me interrumpió con un gesto suave de su mano.

—No digas nada.Me pidió, su voz apenas un susurro—. Solo conf en mí... y vení conmigo.

Extendió su mano hacia mí. Por un instante, dudé. Era como si una barrera invisible tratara de mantenerme a salvo de lo que sentía, pero... sus ojos me pedían algo que no podía negar. Con un leve asentimiento, tomé su mano, y él me condujo fuera de la casa.

Nos subimos a su moto, y el rugido del motor rompió el silencio de la noche. Conducimos por la ruta, el viento frío acariciando mi cara. No sabía adónde íbamos, pero con Romeo, incluso la incertidumbre tenía un extraño consuelo. Finalmente, nos detuvimos junto a un lago. Las luces de la luna y las estrellas danzaban en la superficie del agua, creando un espectáculo hipnótico.

—Es hermoso...—Susurré, incapaz de apartar la mirada.

Él sonrió, bajó de la moto y me tendió la mano otra vez. Caminamos juntos hacia la orilla, en un silencio que no necesitaba ser llenado. Cuando nos detuvimos, se giró hacia mí, su cara iluminada por una mezcla de emoción y vulnerabilidad.

—Esta noche es perfecta con solo tenerte acá. No la dejes ir... Por favor, decime que queda algo por lo que luchar.—Sus manos buscaron las mías, entrelazándolas con una suavidad que desarmaba cualquier resistencia que todavía pudiera tener—. Por favor, no te enamores de alguien más.—Su voz se quebró en ese último ruego, apenas un susurro entre nosotros.

Mi garganta se cerró, y las palabras lucharon por salir.

—No lo haría...—Murmuré al fin, mi voz cargada de sinceridad.

En ese instante, las primeras gotas de lluvia empezaron a caer. Miramos hacia el cielo, pero cuando nuestras miradas volvieron a encontrarse, supe que nada podría desviar el curso de ese momento.

Romeo levantó sus manos hasta acunar mi cara, sus dedos cálidos en contraste con el frío de la lluvia. Sus ojos brillaban, cargados de una emoción que casi me asustaba por lo inmensa que era.

—Me encantó conocerte.—Sus palabras, dichas a escasos centímetros de mis labios, fueron un puente hacia algo que no podía evitar.

Y entonces, sus labios rozaron los míos con una delicadeza infinita. El beso fue suave, lento, como si cada segundo contuviera la promesa de algo eterno. La lluvia se mezcló con nuestras respiraciones, convirtiendo la noche en un cuadro perfecto. Lo abracé, buscando en él un refugio que no sabía que necesitaba.

Pero un trueno rompió el encanto, resonando con fuerza en el cielo. Mi cuerpo se tensó, y él lo notó de inmediato.

—¿Querés que volvamos?—Preguntó con ternura, su voz baja contra mi oído.

—Por favor...—Respondí, temblando un poco.

Subimos nuevamente a la moto y regresamos. Cuando llegamos, estábamos completamente empapados, pero no me importó. Me apoyé contra el umbral de la puerta, mirando cómo el agua resbalaba por su cara. Incluso entonces, su sonrisa no desaparecía.

—Rom... Yo te quiero. Vos me enseñás todos los días que puedo amar y ser amada de una manera que no sé explicar... pero siento que no es el momento. Hay una parte de mí que no está lista, algo que todavía me asusta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.