—Creo que deberías hablar con él. No seas tonta.—dice mi amiga—. Eso es lo que espera, y no lo olvides. Él es tu Romeo.—eso último lo dice con una sonrisa.
—Está enojado, y no lo culpo, pero lo extraño. Extraño que me mire con esos ojos tan lindos y brillosos que tiene. Extraño que me trate como a su Julieta, y aunque sea contradictorio, de verdad me hubiese gustado estar con él.—respondí desanimada.
—Si vas a verlo, estoy segura que no te vas a arrepentir.
—Dijo que era mejor como estábamos.—respondí otra vez sin ánimos.
—¡Pero no es verdad!—dice ella alzando la voz—. Él quiere ver que vos te preocupás por sus sentimientos, que él te interesa de verdad.
Había pegado un salto por su grito y después me quedé pensando.
—Andá a verlo. Yo te espero acá. No te vas a arrepentir.—me guiña el ojo y yo me preparé para seguir su consejo.
Me levanté de la cama, me puse un vestido lila corto con flecos en la parte de la pollera, unas zapatillas blancas y mi pelo estaba suelto. Mi amiga me maquilló natural, creí que era demasiado, pero para ella nada era demasiado.
Salí de casa y toqué en la suya, quién me recibió fue Irene, le sonreí y le pedí hablar con Romeo.
—Está arriba. Subí con confianza.—sonreí y subí los escalones hasta el cuarto que decía su nombre con vinilo negro. Toqué dos veces y no había respuestas. Abrí con lentitud y no había nadie, las luces estaban apagadas. Salí y suspiré. Él no estaba ahí.
Iba a irme a mi casa y darme por vencida, cuando de la habitación de al lado empecé a escuchar ruido de algo cayendo al suelo. Fruncí el ceño y me acerqué, la puerta estaba abierta y Ryan que no daba más de borracho.
—Mierda.—maldice al ver el vaso roto en el suelo.
Toqué a pesar de que la puerta estaba abierta y él me mira. Estaba sin remera y pude ver un tatuaje del Yin y el Yang en su pecho izquierdo. Tragué con fuerza al notar lo nerviosa que me ponía encontrarlo en ese estado.
—Mi hermano se fue con unos amigos del equipo. No está.—dice con las palabras resbalando de su boca por la ebriedad.
—Ya lo sé. Vine a buscarlo pero no está.—respondí acercándome y él asiente obvio.
—Me parece raro que al ver que no estaba no te hayas ido.
—Lo estaba haciendo pero te escuché mal y quise ver cómo estabas.—levanta las cejas con ironía.
—Prefectamente. Mejor insopible——ladeé la cabeza y alcé las cejas por sus palabras mal dichas, se mezclaban en su lengua.
—Ry, no estás bien. Quiero...—se acerca hasta acortar la distancia.
—... ¿Querés saber qué me pasa?—completa mi pregunta, lasentí con temor a la respuesta—. Te quiero y me duele horrores. Me duele porque no sos para mí, aunque yo soy completamente tuyo.
Abrí la boca pero enseguida la volví a cerrar.
—Estás borracho...
Niega—. Estoy borracho, no loco. El alcohol cambia mí valentía, no lo que siento. ¿Y sabés qué es lo que siento? Es que esos ojos pueden poner a mis demonios de rodillas.—dice con su mano acariciando mi pómulo, la baja.
Siempre tiene la palabra justa para hacer que me calle como una idiota, y lo peor es que sé que no es todo lo que tiene.
—Y yo te juro, te juro que no quiero quererte, pero es inútil que me lamente ahora porque lamentablemente ya te quiero.—esas últimas palabras las dice con la voz quebrada y a mi se me partió el corazón en miles de pedazos solamente al verlo destrozado, y más sabiendo que es por mi culpa.
—Ryan...
—Sé lo que vas a decir. Sé que no me querés, que solamente me tenés lástima, me da lo mismo, pero aunque el alcohol me hace hablar de más, es hora de que me libere de estos sentimientos que me destruyen y me matan por dentro. Porque solamente así puedo hablarte con el corazón entre las manos.—quería decir algo pero no solamente no me dejaba, sino que tampoco sabía muy bien qué decir.
Si supiera que no es lástima lo que siento por él, que ni yo sé lo que siento, mucho menos lo que quiero, tenía que defenderme, sentía que necesitaba hacerlo. Pero me acobardé y opté por irme, no sé por qué pensé que él iba a dejarme porque cuando le di la espalda me agarró de la mano y me atrajo a él provocando que choque contra su cuerpo semidesnudo, mis manos estaban sobre su pecho.
—¿Sabés por qué me enamoré de vos?—no respondí—. Porque sos la única que me hace ver que mi corazón todavía bombea sangre y que no murió, al menos no del todo.
Al escucharlo decir eso me quedé petrificada sin abandonar la posición de antes. Me agarra de los brazos y apoya su frente sobre la mía. Cuando se aleja puedo distinguir sus ojos vidriosos.
—Ryan, yo...
—¿Qué hechizo me hiciste? Algo tendrías que haber hecho porque no puede ser tan difícil olvidarse de vos.—lo empujaba en un vano intento por separarme de él—. No sé qué hechizo habrás hecho, pero por favor, rompelo porque me está matando.
Por más esfuerzo que haga no podía separarme de él, por lo que me quedó ser honesta.
—Perdón, Ryan, pero estás borracho y yo no quiero, no puedo hacer esto.—pero como siempre, él tiene mejores respuestas que yo.
—Decime que no te morís por besarme ahora.—se relame los labios y empieza a acariciar mi cara para lentamente bajarla por mi cuello hasta mi hombro y después volver a mi mejilla—. Decilo y te juro que me aparto.
—Ryan, yo...—no pude si quiera darle una respuesta porque me calló con un beso.
¿Por qué pregunta si al final va a hacer lo que él quiere?
Sus manos encajaban a la perfección en mi cintura, las mías se tensaron mientras mis antebrazos estaban en su pecho, poco a poco y sin quererlo, la tensión en ellos se va aflojando y se quedan ahí.
Está jugando sucio. Muy sucio.
Me besaba con pasión, con locura. Él cubre sin cesar mí boca sin darme ni a mí ni a él la oportunidad de respirar, arrastrando mis manos hasta llegar a su clavícula pude sentir como bajo la yema de mis dedos palpitaba una vena de su cuello. Me besaba de manera despiadada, codiciosa, me besaba como si fuera la última vez que podría. Y tenía que serlo.
Me separé y no supe distinguir si me había quedado sin palabras por ese beso tan repentino y lleno de adrenalina, o por sus siguientes palabras:
—¿Al final viste como son las cosas?—lo miré sin entender—. Me pedís que me aleje pero sos vos la que no puede alejarse después de todo.
Mis labios temblaban con la necesidad de defenderme ante su ataque, pero nada salía.
Estúpida. Estúpida que sos, Malía. ¿Tanto te cuesta decir algo?
Me besa, por un segundo incluso me asfixié de la sorpresa. Una de sus palmas se apoya en mi espalda acercándome a él, la segunda acaricia lentamente mi cuello, provocando una oleada de piel de gallina por todo mi cuerpo, cuando llega a mi nuca la baja con lentitud por mi espalda hasta dejarla nuevamente en mi cintura. Ryan mordiéndose ligeramente el labio inferior se aparta con calma.
—¿Por qué me haces esto?—pregunté con lamento y reproche.
Él sonríe con sarcasmo—. Me reprochás cuando te suelto, porque sin embargo, me besás, respondés... Y me deseás. Eso es lo que de verdad te mata.
Me harté de quedarme sin palabras, por lo que empecé a hablar por más que no sepa bien qué decir.
—¡¿Por qué me hacés esto?! ¡No insistas más, me cansé de estos jueguitos! ¡No importa cuánto insistas, lo nuestro nunca va a poder ser!
Se acerca y agarra mis brazos.
—¿Que tengo que hacer para que me elijas a mí?—esa pregunta me descolocó.
—Nada, no tenés que hacer nada...
—¿Qué tiene él que no tenga yo?—asiente como si ya tuviera la respuesta—. Está bien, la diferencia es que yo soy un poco idiota y muchas veces soy un cretino. Pero no importa con cuántos te cruces en el camino, nadie, nadie te va a hacer sentir como lo hago yo. Y eso lo sabés muy bien.—me señala con la intención de que sus palabras se quedarán grabadas en mí cabeza.
Exploté.
—¡Vos no sabés cómo me siento yo! ¡No sabés qué me pasa! ¡Yo no siento por vos todo lo que decís sentir por mí, no quiero seguir con esto, ambos sabemos desde el primer día que esto está mal! ¡Todo, absolutamente todo fue un error! ¡Un error que no quiero que se repita! ¡¿Podés entenderme y ponerte en mi lugar?!—en ese momento veía negro y aunque no era del todo cierto, solté lo siguiente—: ¡Yo estoy enamorada de Romeo, siempre va a ser él! ¡Así te guste o no!
Asiente con los ojos vidriosos pero pareció no importarle.
—En vez de gastar saliva diciendo esto más vale vení y pégame un tiro en el pecho. Eso sería más coherente.—mi expresión cambió.
—No quise herirte, pero admití que esto es un error. Que lo que pasa, cada una de las cosas que pasaron, están mal.—esta vez estaba más calmada.
—¿Por qué no admitís vos que te gusta romper tus juguetes favoritos? Pero sin embargo, soy diferente al resto porque yo te saqué de tu caja, muñequita.
Negué y decidí dar por finalizado este encuentro lleno de errores.
—Mejor me voy ya.
Para mi sorpresa esta vez no me detuvo.
Salí de la casa casi corriendo pero la voz de Irene me frena, vi hacia mi casa y estaban esperándome Jenna y Mili.
—Necesito hablar con vos.—me dice la vecina.
—¿Ahora? Estoy un poco...
—No sé qué es lo que pasa entre ustedes tres, pero te pido que no los separes.—fruncí el ceño—. Te escuché con Ryan. Yo sabía perfectamente que Romeo no estaba en casa, y sabía que ibas a encontrarte con él.—moví con lentitud la cabeza en forma de negación porque no entendía qué es lo que pretende.
—Yo...
—Ryan nunca estuvo así, la única vez que lo vi destruido y sin vida fue cuando murió Lydia, te habló de ella, ¿no es así?—asentí.
—No entendés, yo no quiero que ellos se peleen por mi culpa. Vine para arreglar las cosas con Romeo.
—Pero terminaste besando a su hermano. Mi hijo.—no me gustaba su tono.
—Yo no lo quise. Él no deja de insistir.
—¡Vos lo lastimás! Y yo no voy a permitir que mis hijos terminen destruidos por una chica. No otra vez. Al final sos igual a Lydia. Ella nunca fue santa de mi devoción. Y siento que vos vas a terminar de romper lo que ya estaba roto en ellos.
—Yo no quiero lastimarlos. Romeo y yo estamos peleados, y Ryan se lastima solo porque insiste cuando yo ya le dije que no iba a pasar nada entre nosotros.—me sentía indignada por su acusación.
—Ese es el defecto de Ryan, es muy autodestructivo. Y no le importa destruirse para conseguir tu amor.
—¡No es mi culpa!
—¡Pero no seas cruel con él!
—Ya... Ya tengo que irme.
Antes de poder darle la espalda me agarra del brazo.
—Te lo advierto, Malía, esta historia no va a terminar bien.—sin decir más se va dejándome pensando.
Mi tía me agarra para que me vaya con ella a la casa, pero yo no dije nada a ninguna de las dos.