RYAN
Que comienzo de fin de semana de mierda. Ayer en la noche la cagué, de nuevo, y ahora quería pedirle perdón a Mal, no quiero que se enoje. Pero cuando la vi besando a mi hermano... Fue algo que no toleré y terminé borracho peleando con un tipo. Me convertí en mi peor versión solamente por enojo.
Sábado, ¿qué es lo que ustedes hacen un sábado por la tarde? Yo yendo a casa de mi vecina a intentar que me perdone y a que vuelva a hablarme. Patético, ¿no lo creen? Es lo que hay. Lo que hace el amor, mejor dicho.
Cuando toqué, quien me recibió fue su hermano. Sonríe con los labios apretados y palmea mi hombro para después dejarme pasar.
Cuando me paré en el living él me hizo hacer silencio.
—Tengo que hablar con mi tía, Malía está durmiendo en el sillón.—asentí.
Nacho subió las escaleras y yo la observé mientras dormía por unos segundos, era hermosa. Vi una manta y quise taparla pero en el momento en que terminé de hacerlo ella despierta asustada y me da un golpe de puño cerrado directo en el cara.
A pesar de su enojo hacia mi persona ella resultó bastante preocupada.
Mierda. Fue una buena derecha.
—Perdón, me asustaste.—dice al sentarse. Yo estaba sentado en el suelo.
—Creo que lo merecía.—respondí con gracia mientras tocaba mí mandíbula.
—La verdad sí.—me da la razón—. ¿Qué hacés acá?
—Quería que hablemos.—me levanté mientras seguía sosteniendo la zona golpeada.
Suspira con pesadez, se levanta del sillón y empieza a caminar escaleras arribas.
—No hay nada que vos y yo tengamos que hablar.—la frené tomando su mano a mitad de las escaleras.
—Sí tenemos. Yo quería pedirte perdón.
—¿Perdón?—repitió sin creerlo.
—Sí. Quería pedirte perdón por haberme comportado como un idiota.—asiente y sigue subiendo.
Se frenó en medio del pasillo y me mira.
—Ryan, yo no sé qué es lo que te pasa, por qué reaccionaste de esa manera, pero no podés ir por la vida peleándote con cuántos idiotas se te crucen.
—Sí, pero ¿sabés cuál es mi problema?—me acerqué tomándola de los brazos acortando nuestra distancia.
Ella se quedó callada sin saber cómo responder. Amo dejarla así. Apoyé mi frente en la suya y ambos cerramos los ojos dejándonos llevar. Sabía que a ella le pasaba lo mismo, solamente tenía miedo y se hace la difícil.
Y en el fondo me gusta, me gusta porque un amor fácil suele no ser duradero, en cambio si lo hacemos más difícil, es probable que dure más. Y yo quiero que dure para siempre, por eso valdría la pena esperar un tiempo por ella.
—Cuando debí alejarme más me enamoré, porque eso de olvidarte nunca lo aprendí y tampoco quiero aprenderlo.—abrí los ojos y pude ver cómo se mordía el labio con lamento y los ojos cerrados.
—Andate, Ryan, por favor.—dice alejándose.
—No, no me voy.
—Si no te vas entonces me voy yo...—estaba por irse a su cuarto.
—Vos no te vas.—la agarré del brazo—. No te querés ir, te querés quedar, yo lo sé.—respondí muy seguro de mis palabras.
Con mí mano en su muñeca la atraje con lentitud hacia mí, ella hacia fuerza para no moverse pero yo pegué el tirón y terminó chocando con mi cuerpo y evitando mi mirada.
—¿Por qué me la hacés tan difícil?—susurré agarrándola de los brazos.
—Vos no me la hacés fácil. Ya te dije...—dejé uno de sus brazos y con el dedo índice la callé poniéndolo en su labio.
—Te la quiero hacer fácil.—le di un beso corto en los labios y la miré a los ojos.
Sus ojos penetraban en lo más profundo de mi ser. Estoy jodido, lo sé, pero me vale una mierda porque por esa boca no me importaría ser ladrón. Y la amo, la amo demasiado, y fue tan rápido que... incluso yo sigo asimilando lo que siento. Y quizás siento de más, pero estoy dispuesto a morir por una gota de su amor.
Basta, no soporto mirarla así y no besarla. No lo soporté y lo hice.
La besé. Tomé su cara entre mis manos y la besé con desesperación, con hambre atrasada. Hice dos pasos hacia delante y ella hacia atrás chocando con la pared e ignoré la necesidad de respirar de ambos. Ella abrió un poco la boca, no demasiado, y mi lengua empezó a recorrer la suya, mordí con suavidad su labio inferior y seguí besándola como si fuese mi única gota de agua en el desierto. Aferrándome con fuerza a su boca, deslicé mi mano por su cintura. Después la llevé a su cadera y la otra la posé en su cara, yendo a su nuca, acariciando su pelo desde el hombro hasta la mitad de la espalda que es donde terminaba. Volví ambas manos a su cintura y seguí besándola contra la pared hasta que se jodió.
—Gracias tía por escucharme...—al escucharlos salir del cuarto, Mal apartó su boca para mirarlos atónita.
Yo estaba viendo hacia el lado opuesto. Maldita sea.
Cuando recuperé más o menos la respiración los vi por primera vez y Mal se aparta de mí y carraspea su garganta.
—No... No es lo que parece. Nada. En absoluto es lo que parece.—empieza a decir ella nerviosa sin saber dónde meterse.
Carraspeé mi garganta y limpié el borde de mi labio. Jenna y Mal se fueron escaleras abajo, en cambio Nacho y yo a su cuarto.
Me sonríe y yo supe de inmediato su interés.
—Estás hasta las manos con mi hermana.—me dice golpeando mi hombro con palmadas secas y alegres.
—Ella dice que no siente nada, ¿qué opinás?—pregunté con frustración y pasando la mano por mi cara.
—Que es una estúpida. Amo a mi hermana, pero a veces tiene actitudes estúpidas.
—¿Y qué sugerís que haga?—se me queda mirando con detenimiento.
—¿El profesor le está pidiendo consejos al alumno?—pregunta divertido. Al ver mi cara seria y de pocos amigos palmea mi hombro divertido.
—Recurro a vos porque sos su hermano.
Asiente fingiendo indignación—. Me duele en el alma que me uses.—. sonreí.
Estuvimos jugando un rato a la Playstation y él me daba consejos mientras tomábamos una gaseosa ya que no quería cargar con la responsabilidad de tomar alcohol con él siendo menor. Además no estábamos en mi casa, si lo estuviéramos seguramente le hubiese permitido solo una cerveza.