Te Quiero y me Duele

29

—¡Feliz cumpleaños!—Salté encima de mi hermano, quien todavía no había despertado.

—Mmm...—Se queja y se da la vuelta para seguir durmiendo.

—Arriba, tenemos que ir a la escuela, y después vamos a hacer una fiesta.—Empecé a presionar mis dedos por su cuerpo para que despertara.

—Ya estoy, pero odio que me hagas cosquillas.—Dice sentándose en la cama.

Entra en desesperación cada vez que le hago cosquillas, para él es una fobia o algo así. Sonreí a tal punto que a él se le contagió mi sonrisa y se levanta sin poder disimularla.

Salí de su cuarto para que él se pueda cambiar tranquilo y volví al mío, dónde me encontré con una alterada y nerviosa Milagros. Estaba dando vueltas por toda la habitación.

—Tranquila, Mili, ¿qué pasa?—Toqué su hombro.

—Le compré un regalo, y temo que si se lo doy quede en evidencia.—Se muerde el labio.

—No seas, boba.—Dije con una sonrisa tranquilizadora—. Él va a amar tu regalo.

Hace dos días la había acompañado a comprar el regalo para que le dé mi opinión, al final ella se había decidido por un reloj de cuero marrón y unos auriculares inalámbricos. Y a él le va a gustar porque le encantan los accesorios y escuchar música.

—¿Vos pensás que va a venir Nina?—Pregunta sentándose en la cama y yo empecé a cambiarme para irnos al colegio.

Suspiré—. No lo sé, amiga. Espero que no porque la detesto.

—Y si ella aparece yo no tengo oportunidad alguna.—Se desanima.

Después de ponerme la remera la miré y al verla cabizbaja me acerqué a ella poniéndome de cuclillas en el suelo.

—La que no es competencia es ella. Vos sos una diosa, y una mujer que vale por mil, y los hombres son unos idiotas si no lo saben notar.—Sonríe y nos abrazamos.

Bajamos a desayunar y ya estaba mi hermano con mis tíos. Sonreí y ella le dio los regalos, a Nacho se le iluminaron los ojos y la abrazó en respuesta.

—Justo tenía que comprarme auriculares nuevos.—Dice él—. Gracias, Mili.

—De nada.—Responde ella, fingiendo que no siente su pecho explotar de emoción.

Él le pide que le ayude a ponerse el reloj y mi amiga lo ayuda con gusto.

Después de todo me encantó haber tenido la razón, ella se preocupó por nada.

Nos fuimos a la escuela, las dos chicas íbamos adelante y los dos chicos—Nacho y Romeo—, iban atrás.

—¿Cómo está, Ryan?—Pregunta mi hermano.

—Bien, hoy tenemos que seguir dirigiendo el equipo nosotros ya que el director le dijo que empiece mañana para que descanse bien después de lo sucedido.—Mientras él hablaba yo lo veía por el espejo retrovisor—. Después de que todos se fueron ayer, vino a verlo, conversaron un poco y le dio el día libre para que descanse.

—¿Y por qué no ponen entrenador suplente hasta que tu hermano se mejore?—Curiosea Mili.

—El señor Lopes dijo lo mismo pero Ryan no quiere ya que es por pocos días, prefirió que sigamos con los ejercicios de entrada en calor que ya veníamos haciendo y después que nos dividamos en dos equipos para entrenar.—Yo asentía mientras él hablaba —. Y a mí me parece bien ya que es al pedo que contraten suplente solamente por una semana.

Es verdad, sería totalmente inútil.

Llegamos y Nacho se separó de nosotros. Rom y yo entrelazamos nuestras manos y caminamos los tres juntos.

—Mi amor, ¿cuántos cumple tu hermano?—Pregunta curioso.

—17.—Me mira con el ceño fruncido.

—Después de todo tienen la misma edad.—Negué.

—No, yo cumplo 18 en tres meses.

Asiente y Mili y yo nos paramos en los casilleros.

—Bellas, nos vemos después.—Besa el dorso de la mano de cada una y se retira.

Sonreí y miré a mi amiga sin poder disimular la sonrisa.

—Insisto en algo que ya sabemos desde que llegó, es un churro y galante de película.—Sonreí ante las palabras de Mili negando como si no tuviese remedio.

—Me gusta. Es un chico increíble, de verdad me gusta.—Cerramos los casilleros y apoyamos nuestros hombros en ellos mientras nos veíamos a los ojos.

—¿Más que Ryan?—Me quedé viéndola de manera penetrante y sin pestañear por unos segundos.

Lo que ella hace no está bien, esté echando leña al fuego.

—Mili, no digas tonterías.

Otra vez el estado de negación.

Ella ladea la cabeza y me mira.

—Vuelve la mula al trigo.—Ironiza golpeando su mano en su pierna.—. Amiga, de verdad, estás en negación total.—Fruncí los hombros fingiendo que no sabía de qué estaba hablando—. Cuando Ryan se estaba muriendo me dijiste que lo querías.—Acota indignada por mentirle.

—Sí, lo quiero. Lo quiero como amigo, como amigo de mi hermano, y vecino.—A leguas se notaba mi mentira.

—Y como algo más.—Completa ella.

—No digo que no me guste, es lindo, pero aunque me gustase jamás podríamos estar juntos, funcionamos bien con la compañía del otro. Y sí, no te voy a negar que casi me muero cuando él estaba muriendo, pero está vivo y eso es lo que importa ahora.

Abrió la boca para seguir discutiendo pero sonó el timbre.

—Te salvó la campana.—Me advierte levantando su dedo índice y sin decirme nada más se va.

Se había enojado.

***

Los amigos de Nacho empezaron a llegar, y Mili y yo estábamos paradas en la sala, como dos espectadoras en una obra caótica. Ella, con los ojos fijos en la puerta, deseando que Nina no apareciera, y yo... bueno, acompañándola en su cruzada anti-Nina mientras intentaba no pensar en Ryan. Pero claro, como suele pasar cuando algo ocupa toda tu mente, el universo se encargó de concederme el deseo de la manera más irónica posible.

Apareció. Y no solo. Lo hacía de la mano de su nueva novia.

Lo vi abrazar a mi hermano como si fueran mejores amigos de toda la vida, y, para mi disgusto, ella también lo abrazó, aunque apenas lo conocía. Fruncí el ceño sin darme cuenta, dejando que mi cara hablara con subtítulos en todos los idiomas.




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