Te reconquistaré

Capítulo 32 "Ya me enteré"

Ya me enteré

 

—Veo que no soy la única que necesitaba respirar…

Dejo de arrimarme al barandal, aprieto el collar en mi mano y veo a Cristina entrar.

—A veces me pregunto si tengo un rastreador.

Cristina sonríe.

—No perdería mi tiempo de esa manera.

Se acerca, pero a diferencia mía no se arrima al barandal, observa desde lejos y luego se sienta en este haciendo que ahogue un grito.

—¡Espera! ¡¿Qué demonios haces?!

Ella ríe por mi pánico, pero no se muestra asustada ni cuando el viendo sopla.

—No caeré, eso espero —continúa sonriendo —no es tan alto.

Mi expresión sigue siendo de horror. Odio las alturas.

—Solo relájate Abigail —niego y ella pasa un mechón de su cabello detrás de su oreja —Esto me recuerda a alguien.

—¿McFly?

Sonríe levemente y niega.

—Aunque él tiene miedo a las alturas siempre sigue mis locuras.

¿McFly? ¿Él mismo chico que solía basarse de los contra para aceptar algo? Era increíble.

—¿Otra persona?

—Un amigo —sonríe —pero no un amigo como Alan. Yo no tenía sentimientos por él.

—¿Cómo puedes ser tan…directa?

—A veces para lastimar menos necesitas decir más —filosofa y suelta una mano del barandal haciendo que empalidezca mientras ella tranquilamente la coloca en su mentón.

—Voy a entrar…y veré que alguien amante de las alturas venga contigo —murmuro tiesa.

¡Ella puede caerse y morir! ¡No quiero presenciar un accidente!

Cristina ríe y asiente, pero me detengo.

—¿Es por tu anonimato que tienes problemas?

—Sí, todos quieren saber quién es Broken y lucrar más…es increíble cuanto cuesta una toma de mi rostro. Mi próximo disco tiene la condición de ser publicado con mi rostro —gruñe —son unos canallas.

—¿Nunca has pensando en dejarte conocer?

—Sería problemático, mi familia es polémica y desastrosa, mi reputación no me favorece y me es más cómodo usar una máscara en el escenario. Lo he pensado, sé que es necesario para tener una conexión con mis oyentes, pero… todavía no estoy lista para algunas cosas.

—Muchos de tus fans lo entenderán y respetarán lo que decidas.

Sonríe.

—Lo sé, ahora solo debo buscar otra discografía. Nadie va a condicionarme de ese modo. Además, ya no soportaba al demonio de Tasmania.

—¿Demonio de Tasmania?

Se ríe.

—Un método anticonceptivo eficaz…

 

***

 

Cuando la gente habla de destino, solo es para mencionar al amor de su vida. Cosas buenas, pero rara vez cosas malas.

El destino son miles de caminos entrelazados por lo que siempre se puede cambiar, se enreda con otros cuando buscas otra dirección, se terminan cuando decides no mirar atrás, y pueden nacer cuando das un paso inesperado.

Pues esta noche, el destino me ha jugado chueco. Como siempre.

Mi sangre es drenada de mi cuerpo en el momento que mis dedos no sienten lo que busco, y dejo de caminar para empezar a buscar de nuevo, pero el resultado no cambia, no está. Mi collar…no está.

—¡Mierda! Me olvidé algo…ya regreso.

—¿Te acompaño? —pregunta Anthony, pero niego.  

—No, yo les alcanzo. No se preocupen…solo, ya vuelvo.

Asienten y corro en dirección del local. Me abro paso entre los guardias e invitados y entrego mi invitación para volver a entrar, me dejan y escaleras arriba voy.

«Siempre he creído que la música es un tipo de magia. No se toca, pero la sientes, no habla, pero la escuchas. Puede enredarte y desenredarte, jugar contigo y envolverte. Creo que es el mejor consejero de vida y la manera más dulce de llorar», fueron las palabras de Bowen que todavía resuenan en mi cabeza.

Que se han pegado conmigo, y que no paran de aplastar mi órgano vital.

No entiendo porque las recuerdo, al menos hasta que entro a la habitación. Las notas musicales del piano con una voz hipnotizante, me hacen estremecerme.

Ya me enteré —empieza y todos sueltan un grito mientras mi corazón se hunde —Que hay alguien nuevo acariciando tu piel.

Algún idiota al que quieres convencer. Que tú y yo, somos pasado.

Termino de entrar y mientras canta la silueta se pasea por todo el escenario, la gente empieza tararear la canción y yo no puedo moverme. Esa voz…

Ya me enteré —se encoge de hombros —Que soy el malo y todo el mundo te cree. Que estás mejor desde que ya no me ves. Más feliz con otro al lado.

Sus ojos dan con los míos…

¿A quién piensas que vas a engañar? Sabes bien que eres mi otra mitad.

Alan.  

—Olvídate…

Su voz al cantar el coro es tan ronca, como si se estuviera conteniendo de dolor. Y aquello por alguna estúpida razón…me rompe también. Mi pecho punza y mi respiración se vuelve inestable cuando siento formarse el nudo en mi garganta. El corazón no se queda atrás, late como loco, duele y el mar de sentimientos me empieza a hundir.

Detente…

Estaba cuerda, sin alcohol, ¿cómo es que me podía sentir de este modo?

-Regresarás-continua-Estoy seguro de que regresarás. Estás con él por pura comodidad. Aburrida entre sus brazos...

Sus ojos de nuevo buscan los míos y luego los cierra, como si no pudiera verme.

¿A quién piensas que vas a engañar? Sabes bien que eres mi otra mitad.

Olvídate, de ese perdedor. Y repítele, que yo soy mejor. Que no le eres fiel, con el corazón —me mira fijamente —Que eres mía y sólo mía amor

No puede hacerme esto.

No puede querer revivir los recuerdos de ambos. Por qué mientras canta, solo puedo vernos. Cuando empezó todo esto, cuando lo acorralé en la pared, cuando me llevó al zoológico. Nuestras citas, una gorra, sus besos, sus risas, y nuestros juegos.



#3084 en Novela romántica
#949 en Chick lit

En el texto hay: secuela, secretos, reconquistar

Editado: 10.05.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.