Te reconquistaré

Capítulo 50 "La propuesta"

La propuesta

 

Un año después

 

Creí que lo sabía todo, bueno, no lo hacía.

Eso queda claro cuando limpiando las cosas del departamento me golpeé contra un secreto.

Literalmente algo me cayó en la cabeza y me asustó cuando del cielo miles de hojas empezaron a llover. Me quedé en el suelo asimilando el golpe que había recibido en plena cabeza, pero algo llamó mi atención.

Eran bocetos.

Al principio creí que eran de la ropa, ya que Alan solía ayudar a Hanna cuando no podía algún diseño. Alan era muy bueno en el dibujo, incluso recuerdo haber hablado de ello con River una vez. Así que fue normal asumir eso, pero todo ello se desvaneció cuando abrí uno de ellos.

Esto…

¿Era yo?

Sí, era yo.

Estaba arrimada a mi brazo mientras parecía mirar al frente aburrida. La nitidez con la que me veía era increíble. Alan sin duda había mejorado con el dibujo. Tomé otro y luego otro, era yo, en la mayoría me encontraba yo.

Y solo pude sonrojarme.

Me levanté de golpe y corrí para buscar a Alan, pero me lo topé recogiendo el resto de los dibujos.

—Alan… esto…yo…Alan…tú…

Sus brazos me rodearon suavemente y en mi oído susurró:

—Te dije que no había día que no pensara en ti.

Mis ojos se aguaron un poco y antes de darme cuenta solté las hojas y lo rodeé con mis brazos. Esos dibujos no eran de solo de nuestra relación, eran de antes de ella, cuando había eventos, cuando discutíamos, incluso había una de la fiesta, sí cuando le hice esa propuesta.

Yo… también muchas veces escribí de ti.

Y tengo tantos correos en borrador buscando volverte a escribir.

—Me había olvidado que los había guardado aquí.

Sonreí levemente.

—¿Me los vas a regalar?

—Si lo deseas puedes tomarlos. Eres tú…—veo como sus pómulos toman algo de color y niega —Solo sí…

Sonrío levemente por ello y sin que se lo espere lo beso.

 

***

 

Cuando me acuerdo de ti.

Me acuerdo de ese mes.

Sí, cariño, aquel en el que actuabas torpe para ser tú. La torpe de la relación suelo ser yo, así que verte distraído era algo nuevo.

Aunque también divertido.

Conocí una faceta tuya que me encantó más, me hizo amarte más y sí, me hizo saber que eras el correcto para mí.

Mi complemento total.

Mirarme más y sorprenderte cuando yo tomaba la iniciativa era divertido, admirar tus pómulos sonrojados y verte avergonzado, entendí lo asombroso de provocar esa reacción. ¿Cómo mi corazón podía temblar ante esa imagen?

Mis manos te abrazan desde atrás y verte sonreír cuando dejo un beso en tu frente me hace sentir especial.

Y de pronto un anhelo empezó a cruzar mi mente. Supongo que es lo que lleva a la idea de casarte con esa persona.

Desear más, y mantener ese más.

Quería verte, besarte, y saber que al volver de mi boca saldría la palabra “hogar”. Aunque tu ya lo eras, eras mi familia, ocupabas ese espacio donde se daba un amor incondicional.

Perotú no conformarías solo con eso

Lo sabría luego. Campanas sonaban y no eran de alarma.

Pese a ello en ese momento solo recuerdo una cosa. Salir de la casa de mis padres y preguntarte:

—¿De qué hablaron?

El motivo era que mi padre al despedirse me había abrazado por más tiempo y besado mi frente. Sus ojos brillaron y parecía nostálgico. Como si me viera como una niña.  

Alan solo sonrió y besó mi mejilla.

—Te lo diré pronto.

No pregunté más, pero papá parecía feliz y cuando mamá se acercó, ella abrió los ojos.

 

***

 

Alan

 

Esto era una mierda.

Las manos no dejaban de temblarme cuando trataba de sacar la caja de terciopelo de mi bolsillo. Y Martins emocionada yendo de un lado a otro en cada atracción, me quitaba la oportunidad de sacarla.

Tal vez era mi error. No debí planearlo mientras estuviéramos en Roma por negocios.

Pero luego de considerarlo, estos lugares tenían algo de románticos, así que no vi porque no hacerlo.

Debí considerar que Martins estaría fascinada con todo por ser primera vez.

—Martins…

Primer intento.

—¡Ven! —mueve su mano en seña y sonríe cuando llego a su lado. Me entrega dos monedas —Esta es la Fontana di Trevi —pronuncia de manera rara así que sonrío un poco —Y dicen que si lanzas una moneda volverás a Roma, dos para encontrar el amor, tres para el matrimonio o divorcio… —parece pensarlo y niega —Como sea ¡lancemos juntos!

¿Debo hacer esto? Era un poco vergonzoso.

Mi cara quiere arrugarse, pero al verla emocionada, suspiro y hago lo que dice. Ella se coloca a unos pasos de mí y cierra los ojos, pero luego los vuelve a abrir.

» ¡Tienes que lanzarlas con la mano derecha, por encima de tu hombro izquierdo!

Lo sabía, no era la primera vez que venía, pero asiento.

Ella se coloca de espaldas a la fuente y cierra los ojos mientras junta las manos y luego con la mano derecha y por su hombro izquierdo lanza las monedas. Veo que ambas caen dentro del agua.

—Buena puntería niña tonta.

Abre los ojos y sonríe. Va a decirme algo, pero una señora se le atraviesa en el camino y parece pedirle indicaciones. Supongo que ver a quienes lanzan monedas se les denota extranjeros de inmediato.

Eso me es divertido.

Lanzo un poco las monedas en mi mano y algo divertido por eso, agrego una más. No creía en esto, pero no me quejaba si alguien sobrenatural decidía ayudarme.

Fue así que, dando la espalda a la fuente, con ojos cerrados, lancé las tres monedas con la mano derecha por el hombro izquierdo.

Y cuando las tres cayeron dentro del agua, voltee a ver a Martins, quien seguía conversando con la señora.



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En el texto hay: secuela, secretos, reconquistar

Editado: 10.05.2022

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