Te regalo la luna y las estrellas

Capítulo 2

El semestre corría y Rosa trataba de mantener la relación con Rafael. El joven con el correr del tiempo fue cambiando su comportamiento y Rosa comenzó a notarlo. Al regresar a tercer semestre, los chicos no hacían más que pelear por todo. Rafael en lugar de arreglar las cosas, solo provocaba la desconfianza de su novia.

En cuarto semestre, en medio de una reunión en casa de Patricia, Rafael y Antonia estaban ausentes. El novio de Antonia la buscaba desesperadamente al igual que Rosa buscaba a Rafael. Caminaron hasta llegar al lugar en donde los vieron entrar. Rosa y el joven que la acompañaba descubrieron que sus parejas estaban en una “residencia” teniendo relaciones sexuales. 

Pasadas las dos horas, los infieles fueron sorprendidos. El novio de Antonia le dijo a Rosa que lamentaba lo ocurrido ya que sentía la necesidad de disculparse a pesar de haber sido víctima al igual que ella. Luego le dijo a Antonia que le deseaba lo mejor y que no lo volviera a buscar en la vida. Antonia corrió detrás de quien hasta ese día era su novio, aquel joven la empujaba hasta que en un ataque de furia la abofeteó.

Rosa en ese momento lloraba y miraba Rafael sin decir nada. Cuando el joven intentó hablar ella lo interrumpió diciendo —¿Por qué, Rafael? ¿Por qué jamás quise darte mi virginidad? ¿Por eso viniste aquí con ella?

—Lamento todo esto Rosa, perdóname. Yo no quería, de verdad.

—No querías, sin embargo, lo disfrutaste por dos horas. Mientras yo te buscaba asustada al igual que ese pobre muchacho buscaba a la zorra de Antonia, ustedes aquí teniendo sexo. Par de desgraciados, energúmenos — Rosa hablaba despacio y llena de ira — ¿Ese era el tema que tenías? ¿Cuál era la joda tuya entonces? Si estabas enamorado de ella debiste ir con ella y no conmigo. No solo yo resulté herida, ese joven tenía planes de casarse con Antonia ¡Por Dios! De la que se ha librado, porque cacho si iba a llevar ese pobre hombre.

—Rosa, por favor escúchame, la carne es débil y…

—¿Y? ¿Y qué? — dijo Rosa interrumpiendo a Rafael —Maldito mentiroso. La carne es débil, típico discurso de las personas como tú.

—Perdóname — dijo Rafael —Perdóname mi amor.

—No me vuelvas a llamar asi en tu vida, Rafael. No me digas mi amor después de gemir y revolcarte con Antonia sin haberles importado lo que podíamos sentir nosotros. Maldigo la hora en que vine a aceptar ser tu novia. No quiero que te acerques a mí, ni me hables. En adelante cuando me veas en la universidad haz de cuenta que no me conoces. Que Dios te perdone, porque yo no lo haré.

Rosa, caminó hasta casa de Patricia. Se despidió de sus amigos y partió a su casa.  Pocas semanas después, Rosa se encontraba con su ex en los pasillos. Rafael quería recuperarla de cualquier forma, pero la joven Vasiljeva era fuerte y no se dejaba calentar el oído por el joven que semanas antes le destrozó el corazón.

Un dia a eso de las 10:30 de la mañana, Rosa aprovechó que tenía el resto de la jornada libre y caminó a casa de su otra compañera para comenzar a elaborar un proyecto que debían entregar a final de semestre. La joven no recordaba muy bien el camino y llegó a la calle equivocada.

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —repetía y repetía —Yo no sirvo ni para adorno navideño ¿Cómo puede ser posible que me pierda en este barrio? Nojoda ¿Y ahora como hago? —decía mientras daba vueltas tratando de recordar.

Luego de orientarse, dobló por la esquina y chocó con un joven mucho más alto que ella.

—Lo siento, hoy no es mi dia. Fue mi culpa de verdad lo lamento.

El chico no sabía cómo hablarle, solo la miraba y le hacía gestos dándole a entender a Rosa que no había problema. La joven se dio cuenta de que el muchacho estaba perdido.

—Estás perdido ¿Verdad? — Rosa notó que el joven no era del país —¿De dónde eres?

—I’m sorry but I can’t understand —Dijo — Can you speak English?

—Oh, my! Yes, of course I can. Where are you from? — Preguntó Rosa

—United States

—Ok. Can I help you?

—Yes, please. I’m looking for my aunt’s home but I’m lost.

Rosa debía hacer algo, asi que lo ayudó. Sin pensarlo, ella también encontró la casa de su compañera.

—Is this your aunt’s home?

—Sure! Thank you. You are like an angel for me —dijo el joven en agradecimiento por haberlo ayudado a encontrar la casa de su tía.

—It´s okay. — comentó Rosa. —I was also looking for my classmate’s home and I found it! —dijo señalando la casa de al lado.

—What’s your name, little angel? —Preguntó el muchacho

—My name is Rosa, and yours?

—Jeffrey.

—I’m glad to meet you, Jeffrey —dijo Rosa

—My pleasure. I hope to see you again.

Rosa se despidió y llegó a la puerta de Fernanda.

—¿Qué te pasó? ¿Te perdiste? — Fernanda reía sin parar

—Boba, me perdí, pero aquí estoy. Creo que fue para bien, ayudé a un gringo perdido a buscar la casa de su tía. — Comentó Rosa.




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