Llegó el fin de semana y Rafael recibió una llamada de Rosa para encontrarse en la panadería más popular de la ciudad. Estaba emocionado porque finalmente se encontraría con la chica que alguna vez estuvo en sus brazos.
Perfumado y bien vestido, el hombre salió de su casa en su elegante auto rojo. Quería impresionar a su exnovia y hacerla sentir que nunca debió casarse con aquel “gringo”.
A eso de las dos de la tarde, Rafael llegó a la panadería. El sitio estaba cerrado a esa hora, miró a su alrededor desde el interior del auto y a lo lejos vio a una mujer parada en la entrada de un garaje.
Cuando se percató de que era su ex de la universidad, se estacionó enfrente del lugar y emocionado bajó del vehículo —¡Hola! Que alegría verte otra vez, Rosa.
La mujer le daba la espalda y no decía nada.
—¿Cómo estás? —Preguntó el hombre acercándose lentamente a ella —Supe que te casaste y tienes hijos con el yankee.
Cuando Rafael tocó el hombro de la mujer, esta volteó y con una sonrisa diabólica dijo —Lamento decepcionarte, pero Rosa no quiere verte ni en pintura, Rafita.
—¿Fernanda? — Rafael quedó sorprendido al ver que no se trataba de la persona que él esperaba.
—Me quedó bien el disfraz ¿No? Tuve ayuda de Rosa quien aprovechó para enviarte un mensaje —dijo Fernanda y señaló haciendo que Rafael volteara.
—Asi que eres tú el sujeto que no deja de buscar a mi esposa ¿Cierto?
—El gringo —decía Rafael hablando con desprecio.
—Mi nombre es Jeffrey y soy el mensaje que te envía Rosa —Jeffrey se acercaba al sujeto lentamente y de manera amenazante —Deja de buscarla, ella no te quiere, me quiere a mí. El padre de sus hijos soy yo ¿No tienes amor propio?
Rafael lo miraba con odio —Pude haberla recuperado de no ser porque te cruzaste en su camino.
Mientras que Fernanda se reía a carcajadas de Rafael, Jeffrey le respondió diciendo —Lo hice ¿Y? Tú la heriste, yo le hablé con honestidad desde el principio, me gané su confianza y su corazón, la enamoré y la hice mía para siempre.
Fernanda intervino —Tienes que superarlo, han pasado años desde que tú y ella terminaron por culpa tuya. Si Rosa jamás quiso regresar contigo, fue porque tuvo el nivel de autoestima suficiente para darse cuenta de que no vales la pena y que, si la traicionaste una vez, lo harías mil veces.
—¡Tú no te metas! —Gritó Rafael.
—Tiene todo el derecho de hacerlo porque yo se lo autoricé —habló Jeffrey con firmeza —Por última vez, deja de buscar a mi esposa.
—Una mujer como mi amiga jamás querría a un hombre que evidentemente le pegará cachos todo el tiempo. —dijo Fernanda mientras seguía burlándose del hombre.
Rafael, muy enfadado, cruzó la calle y subió al auto. Jeffrey y Fernanda se reían de aquel miserable iluso que realmente creyó que Rosa aceptaría encontrarse con él a escondidas de su esposo.
—Rosa siempre demostró lo extremista que es, no entiendo como este idiota pensó que se encontraría con ella a espaldas tuyas —luego de un corto silencio la mujer añadió —Ella es una gran persona y no merece lo que este tipo le hizo años atrás. ¡Cuídala Jeff! Que mujeres como rosita no se encuentran al girar la esquina.
—Así la conocí —dijo Jeffrey sonriendo.
—¡Bueno, sí! A lo que me refiero es que, si la pierdes jamás encontrarás a alguien como ella.
—¡Lo sé! —comentó Jeff y añadió —Por eso trato de ser un buen esposo todos los días de mi vida hasta que Dios decida llevarme con él.
Al regresar a casa, Jeffrey le contó a su esposa lo que había pasado.
—¿Rafael? ¿Puntual? De todo lo que me has dicho me cuesta creer que ese sujeto llegó puntual a nuestra supuesta cita.
A pesar de que Rosa no demostraba interés por Rafael, Jeffrey comenzaba a sentirse un poco preocupado porque aquel sujeto se saliera con la suya. Fue entonces, en que decidió ser todavía más detallista y amoroso con ella, así, Rosa no se iría con él ni con nadie más.
Mucho tiempo después, Rosa salió a buscar a sus hijos a la escuela. Alexier para ese entonces tenía más o menos unos doce años. Al llegar a la escuela, Rosa se encontró con un excompañero de la universidad que casualmente era profesor en la escuela a donde asistían sus hijos.
Luego de una gratificante conversación, Rosa y sus hijos salieron de la escuela buscando una panadería cercana para comer algo. Alexier y Katrina en un acto de rebeldía cruzaron la carretera haciendo que su madre se molestara pues el semáforo estaba en verde.
—¡Vamos mamá, no te quedes ahí! —Gritaba Alexier desde el otro lado.
Rosa lo miró de manera amenazante, esperó a que el semáforo cambiara para cruzar, pero de la nada un auto golpeó a la mujer y emprendió la huida. Los hijos de Rosa gritaban sobremanera pidiendo ayuda, el padre de un compañero de Katrina cargó a Rosa llevándola hasta su auto para llevarla al hospital.
Jeffrey sentía que algo malo pasaba, su corazón se aceleraba y quienes lo acompañaban en ese momento veían que poco a poco su color cambiaba. Jeffrey comenzaba a verse pálido.