¡te veo! ¿me ves?

Algo más que una visita.

Con miedo siquiera a encender las luces, abrí la puerta con toda la rapidez que me permitía el cuerpo, al ver el espacio me doy cuenta que mi madre a venido, los cuencos de agua en las ventanas no están, ni siquiera las plantas en la puerta... ¡no!, camino hasta el refrigerador esperando haya dejado una estúpida nota..

Que rayos haces con tanto bote con agua por toda la casa, esa pecera ya parecía una jungla con mohos, se más asiada cariño, no siempre vendré a limpiar.

-¡Te dije que no vinieras!... - las luces empiezan a fallar y en el segundo piso se escuchan pisadas que hacen crujir la madera hasta el punto de quiebre.

La temperatura ha bajado, el olor ... ese azufre tan molesto, esa carne quemada, esos ojos observándo, solo hay un lugar seguro ahora... mi mente dice corre, corre, ¡muévete!, pero estoy paralizada de pies a cabeza.

Esa espeluznante risa traída desde una garganta rota, suena como el chirrido de dos metales chocando, esta noche será espantoza.

¿Me ves?... yo si te veo...

-No deberías tocarme- esos sonidos guturales me hacen saber, detrás de mi, detrás de mi ... no quiero ver, por eso no hay espejos en mi casa, pero el reflejo sobre El refrigerador esta tomando forma con forme las luces se vuelven más tenues - no deberías tocarme...- repito, pero ahora soy yo quien no toca el suelo de la cocina... esa risa a tronadora esta ahora en mis oídos.

-¡mía!- resuena en mi cara aquel ser que me niego a ver, toca mi cuerpo como si le perteneciera pero... ¡Oh sorpresa!, se quemado con mi piel.

-Te dije, no deberías tocarme- pero si risa se hace más fuerte como el de un tornado en plena lucha... todo se apaga, mi piel se siente como la desgarran, mi espalda, mis brazos, mis piernas. Con la poca fuerza que me queda tomo El vaso qué estaba sobre la encimera, si tenía agua, Toda el agua en mi casa está bendita por una camandula sumergida en el tinaco de la casa.

Eso me da tiempo de correr hasta la ducha donde intento abrir la regadera, pero es muy tarde...

-¡Protégeme!,¡Protégeme!¡Protégeme!,¡Protégeme!, ¡Protégeme! ¡Protégeme! - es todo lo que susurraba sin cesar mientras me aferraba a un papel casi roto con la oración de Miguel Arcángel...

No hay nada, solo mis gritos desesperados por aquello que me ataca sin contemplaciones, mi piel está terrible, se quema, las llagas se extienden de arriba abajo y arde, ahora arde todo, ¡no!, no voy dejarme, aun siento como me arrastan escaleras abajo media inconsciente, mi piel se siente como si se desprendiera de mis huesos, el golpe contra la pared me hace volver en sí, vuelvo a pedir ayuda.

Miguel Arcángel defiéndeme, ruego seas mi amparo en esta lucha sin tregua, suplicante espero tu respuesta ante esta perversa lucha contra la hija escogida del padre, puesto que se que él General del cielo no me dejaría pasar tan amarga agonía sola, no pido que apartes de mi esta copa, solo te pido se mi escudo por esta noche sin fin.

Miguel Arcángel, te lo suplico, ven socorre a esta pecadora, que solo tiene por escudo su fue y por lanza su propio cuerpo. Apiadate de esta ...

El grito espantoso de mi torturador interrumpe mis pensamientos, mientras soy asotada de nuevo al piso y al techo como un costal de huesos...

Te lo ruego Miguel...

Toda la casa se ilumina de repente y solo puedo ver aquella figura blanca dar un salto al cielo como si nada. Mi casa está en paz de nuevo, aunque con muchas cosas destrozadas, incluso mi cuerpo en el proceso, veo la hora en el reloj, las 4 de la mañana.

Las pústulas en mi cuerpo empiezan desaparecer, mientras trato de respirar con algo de dificultad, voy a la cocina a lavarme la cara llena de sangre, mis brazos mis piernas... ¡ah!, no podré ponerme ropa fresca mañana. La sangre seca de mi cabello se nota a leguas, ya un poco más repuesta saco los cuencos de agua para colocarlos de nuevo en su lugar, las macetas que sobrevivieron las distribuyo por la casa, debo recoger todo lo que pueda antes de irme a trabajar...

El baño se llena de suciedad, sangre y... mis lágrimas no se hacen esperar.

-¿Que te hice para hacerme sufrir así?- un golpe en la pared me recuerda que no debo preguntar a quien no da respuestas.

Salgo de la ducha dejando la toalla que antes era color verde, algo roja, algo sucia... algo que deberé tirar.

Alguien abrió la puerta y solo existe una persona que haría tal cosa, mi mamá... bajo a la cocina con la ropa media acomodada, la sudadera en la mano, ve mi cara...

-Te he dicho que no regreses muy tardes alguien te volvió a seguir ¿verdad?-

-Sabes que no fue lo que pasó mamá -

-ayer quite esos cuencos, que hacen de nuevo allí, no sabes que si te visitan eso se verá raro-

-Nadie me visita mamá, te suplico no los vuelvas a tocar, es mi casa y no la tuya a menos claro que si La próxima vez los vuelves a tocar, no entraré a mi casa, mejor me iré a la tuya.

Sus manos se detuvieron en el aire, mientras hacía mi "desayuno", luego solo ignoró lo que dije para servirme y lavar los trastes.

-Si no quieres que te visite, solo dilo-

-No he dicho eso, he dicho, no toques los cuencos, no toques mis macetas, no toques mi cuarto.




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