“Es mejor dejar todo hasta acá, Pablo. No creo poder seguir soportando el calvario que me significa vivir a tu lado. Te amo, pero ya no puedo seguir así. La desconfianza, los celos, la inseguridad que me provoca tu amor. Me dices que me amas, pero ……lo siento, no puedo creerte. Si el destino quiere y logra convencerme de que me amas de verdad, quizás volvamos a estar juntos alguna vez. Adiós, Pablo.”
Cada vez que recuerdo la última vez que la vi, no puedo evitar sentirme impotente. Esa maldita mujer ni siquiera me dejó decir una última palabra. Simplemente tomó sus cosas y se fue. Dejó atrás todo nuestro tiempo juntos, todos nuestros momentos vividos, todos nuestros recuerdos, como si éstos nunca hubieran existido. Como si mi amor por ella fuera a desvanecerse tan fácil como el vapor en el aire por el simple hecho de haber cruzado la puerta de aquel que fue nuestro hogar por tanto tiempo.
¿Qué hice mal? ¿Por qué el final de nuestra historia fue tan triste? No hay un día que haya pasado desde que ella se fue en que no me lo haya preguntado.
Todo lo que vivimos fue tan real para mí, tan auténtico, tan único, que pensé que ella también lo sentía de la misma forma, que sentía que nuestro amor fulguraba como los rayos del sol de la mañana.
Al parecer para ella todo eso fue irreal. Dijo que no podía creer en mi amor. ¿Acaso hice algo para que ella lo dudara? ¿Acaso dije algo que le diera a entender que mi amor no era algo auténtico?
Es cierto que en el último tiempo nuestra relación estaba atravesando una crisis, ¿pero quien no la ha tenido alguna vez? Nos dijimos muchas cosas que nos lastimaron, pero si he de decir la verdad fue ella la que dijo más cosas sin sentido que yo. Dijo cosas que no eran verdad. Me acusaba constantemente de que mi amor por ella no era verdadero. Cada palabra dicha con tal nivel de resentimiento fue como una daga atravesando mi corazón y como tal, causaron marcas que no olvidaré aunque ella ya no esté.
Sé que ya no volverá.
Se fue muy lejos. Siempre fue su sueño buscar nuevos horizontes. Otro lugar. Nunca se sintió verdaderamente parte de mí como yo sí de ella. Tampoco sentía nuestro hogar como “nuestro” sino como mío. Quizás por eso le fue más fácil dejar todo e irse sin mirar atrás.
Yo sé que ella me amaba, lo sentía, lo veía, pero nunca pude comprender por qué ella era incapaz de ver lo mismo en mí cuando yo me moría de amor por ella. Cada vez que la miraba mi corazón se aceleraba y la sangre me hervía. Era tan bella, tan etérea, tan única, tan ……ella.
Aún mi corazón se desboca cuando la pienso, porque aún la amo, aún la extraño, aún la necesito ……aún la espero.
Dicen que el tiempo cura todas las heridas, heridas que ella me hizo, que yo le hice, que ambos nos hicimos. Este tiempo de separación, que bien sabe Dios que se me ha hecho eterno, es una señal, la respuesta a todos mis cuestionamientos. Quiero tomarlo como lo que es, o al menos lo que creo que es, como parte de crecer, de madurar, de sanar y de valorar aquello que hemos perdido. Y aunque creo que al principio todo esto nos hizo mal, ahora pienso que nos hizo bien de una manera que aun no logro descifrar.
Solo espero que ella pueda ver que la amé y que lo sigo haciendo hasta el día de hoy.
¿Qué estará haciendo?
¿Dónde andará?
Quizás haya ido a aquel lugar del que tanto hablamos, del que soñábamos con conocer juntos. Recuerdo esa tarde cuando nos sentamos frente a la chimenea y confeccionamos un cuaderno de notas con datos y fotografías de aquel lugar de ensueño entretanto tomábamos una copa de vino y acariciaba su mejilla mientras ella desordenaba mi cabello con sus suaves y pequeñas manos. Teníamos un proyecto, un sueño, una ilusión. Teníamos planes, un futuro, una vida juntos. ¿Por qué creyó que todo era un sueño? ¿Por qué mandó todo al carajo?
Cuánto me cuesta aceptar que no pudimos ni hablar. Solo dijo “adiós” y se marchó.
¿Y si era tan solo una prueba?
¿Y si en realidad dudaba de mi amor y el que yo la retuviera le hubiera demostrado lo equivocada que estaba? Tal vez solo necesitaba confirmar la profundidad de mi amor y sin embargo, no lo hice. Dejé que se marchara. Dejé que se fuera sin impedirlo.
¿Acaso ella tenía razón y en verdad mi amor por ella no era tan profundo como yo pensaba? ¿Será que aquel “adiós” se llevó lo bueno de nuestro amor? Y si es así, ¿por qué duele tanto su ausencia? ¿Por qué me falta el aire si ella no está? ¿Por qué los días son todos grises cuando no está junto a mí?
Sé que alguna vez nos encontraremos y aunque sea extraño vernos, espero que ella siga amándome porque esta vez no habrá nada ni nadie que me vuelva a separar de ella, ni siquiera ella misma.
No hay duda.
Ella estaba equivocada. Yo la amaba. Yo la amo y me niego a vivir un solo día más de mi vida sin ella. La traeré de vuelta conmigo así sea lo último que haga. Le demostraré mi amor y la profundidad de éste. Le juraré amor eterno y la haré mi mujer ante Dios y los hombres. Volverá a ser mía y yo suyo como siempre debió ser.
No seguiré perdiendo más tiempo. Demasiado ha pasado para continuar esperando. Ella sola no volverá, así que seré yo el que vaya por ella.
Tomaré el próximo vuelo con destino a mi futuro con ella, con mi vida, mi alma, mi amor, mi cielo, mi Victoria ……mi Vicky.