Hyunjin hizo entrar nuevamente a Jeongin a su casa, quien ahora estaba acompañado de su hermana. Los empleados de la casa, los recibieron cálida y respetuosamente. Tal y como la primera vez que lo llevo a vivir a su lado, no hacia menos de dos meses.
—Y esta es tu habitación —le dijo mientras dejaba sus cosas en la cama— Cualquier cosa, mi habitación está en frente y la de tu hermana está al lado.
—Llámanos por favor —su hermana fingió un regaño.
—Lo haré, lo prometo.
—Voy a mandar a que te traigan el almuerzo, puede que Félix venga con Jisung y Seungmin, te extrañan mucho.
—Yo también los extraño.
Hizo un pequeño puchero, echándose en la cama y estirándose, ante la mirada atenta de su hermana y su ¿Novio? ¿Pretendiente? No lo sabía.
—Date una ducha, descansa, el armario está lleno de ropa que sé que te puede gustar.
—Bien, bien —suspiró— Pero no quiero comer aquí, bajaré a almorzar cuando esté listo, pero si desean, pueden ir almorzando.
—Yo te voy a esperar, no tengo problemas —Hyunjin habló.
—Bueno entonces almuercen juntos, por lo general yo no almuerzo, iré a descansar un rato, permiso.
Yuna les sonrió cómplice saliendo de la habitación, dejándolos solos, ambos con una sonrisa tímida.
—Voy a dejar que hagas lo que tengas que hacer, avísame cuando desees almorzar.
—Hyunjin —lo detuvo antes de salir.
El mayor se detuvo y se giro para saber que era lo que Jeongin necesitaba, pero sus suaves labios sobre los suyos provocaron una sonrisa en él, quien tomo las mejillas del menor para profundizar un poco el beso.
—Ahora si puedes retirarte —le sonrió de forma traviesa.
Embobado, Hyunjin salió de la habitación, dejando a un Jeongin tímido y con los sentimientos a flor de piel, tocándose los labios.
¿Tenia miedo? Si, tenía mucho miedo, no quería salir lastimado otra vez, no quería dejarse cegar por un lindo rostro, por lindas palabras y que al final del día, fuera un lobo escondido en un disfraz de oveja.
No quiso tener eso pensamientos, por lo que los sacó de su mente y se quitó la ropa para meterse a la ducha, anhelaba sentir el agua cayendo por su piel nuevamente, cada vez que lo hacía sentía que limpiaba su cuerpo de las sucias caricias de Seonghwa.
Al salir de la ducha fue directamente al armario, encontrando un montón de ropa y zapatos, no pudo evitar sonreír, porque en poco tiempo Hyunjin llegó a conocer la clase de ropa que le gustaba, llegó a conocer cuál era su estilo y el que le quería probar.
Encontró una nota pegada en uno de los suéteres y sonrió.
No sabía con exactitud que podía gustarte, pero según lo que me dijiste pude deducir que este es tu estilo, espero que te guste y si no es así, dímelo.
Hyunjin
—Tonto —sonrió tomando el suéter celeste donde estaba la nota, saco unos jeans negros y medias, no tenia planeado salir, por lo que usaría las pantuflas que estaban en la parte inferior del armario.
Una vez completamente vestido, salió de la habitación y tocó la puerta suavemente, Hyunjin no tardó ni un minuto en abrir.
—Creo que ya podemos almorzar juntos, si es que tienes hambre.
—Si tengo hambre, vamos —le sonrió tomando su manos mientras bajaban al comedor.
Ambos se sentaron en la mesa, mientras que los empleados ponían la mesa, los platos, los cubiertos, los vasos y las servilletas, todo ante la mirada atenta del menor, quien se sorprendió al ver la comida que era servida.
—Hyunjin…
—Me dijiste que era tu favorito, si vas a comer quiero que comas algo que te guste.
—Me encanta, me encanta —aplaudió como un niño.
—A comer, precioso.
Jeongin sonrió sin dejar de juntar sus manitos, disfrutando la comida sin siquiera comerla, con verla era suficiente, entonces ¿Eso era que alguien prestara atención a tus gustos?
No podía creer que, tras esa fachada de hombre serio, Hyunjin fuera tan caballeroso y dulce.
A medida que comían hablaron de cosas no tan importantes, el mayor le preguntaba a Jeongin cosas sobre su infancia, sobre su hermana, mientras que él las respondía sin problema alguno, haciéndolo reír por las travesuras contadas.
Cuando ambos acabaron de cenar, Hyunjin salió de casa con Yuna, dejándolo solo y aburrido, dándole la oportunidad de caminar por la casa, entrar a las habitaciones escondidas de la planta baja, encontrando lo que para él iba a ser su “tesoro”.
En aquella habitación estaban todas las pinturas de Hyunjin, grandes y pequeños cuadros, pudo notar su afición por pintar paisajes y flores, entre dibujos a lápiz, a acuarela, pintura y a colores, pero antes de salir de la habitación se detuvo al ver un lienzo cubierto por una fina tela.
La curiosidad fue más grande cuando la quitó y vio un dibujo suyo, pintado a acuarela, de detuvo a admirarlo por unos minutos, pero no quiso maltratarlo y volvió a ponerle la tela.
Subió a su habitación y se acostó, dispuesto a dormir, a penas eran las 5 de la tarde, pero nada de eso le importaba, para su buena suerte, él podía dormir de largo hasta el día siguiente sin problema alguno.
—¿Me dejaras como lo hizo Yuna? —las manos sobre el cuello del menor se hicieron más pesadas
—N-no —susurró débilmente tratando de quitarse a su esposo de encima, pero un golpe en su mejilla hizo que su cara quedara volteada.
—¡Más te vale o tendré que ser rudo contigo! —gruñó en su oído.
Jeongin se levantó asustado, viendo donde estaba, se dio cuenta que estaba arropado y dentro de las sábanas, miró el reloj de su muñeca, dándose cuenta de que eran las 11 de la noche, sonrió pensando que Hyunjin era el responsable y se acostó.
Pero por más que intentó dormir, no pudo, cada vez que cerraba los ojos, sentía que vendrían pesadillas, sus ojos estaban cansados, se sentía cansado, pero no podía dormir.
Editado: 11.01.2024