Las sirenas de las ambulancias que se escuchaban fuera indicaban la llegada de los heridos. Estaban treinta minutos allí, en espera. No venia nadie para notificarles por la salud del escolta. Cada vez que veía una enfermera o un médico, los miraba con esperanza. Limpio las manos sudorosas y finalmente decidió que iría al lado de ella. Era insufrible verla triste, llorando en silencio, y no acercarse. Levanto la mirada del blanco suelo del pasillo y la miró. Se encontraba sentada en una silla remota como si quisiera desaparecer de este mundo. Apretó los puños y negó con la cabeza. Por primera vez, después del hecho con Eva, le importaba cómo se sentía una mujer. Por un lado quería caminar hacia ella para hablarle, pero por el otro, pensaba que era una chica. Al final su lógica prevaleció, no debía acercarse a esa chica y en pocos segundos destruir lo que había construido hasta ahora. Permaneció en su lugar mientras esperaba el informe médico. Demetrio quien estaba al lado suyo, dormía con el pie encima del otro. No le importaba mucho si Christian muriera o si Lizbeth lloraba. La verdad es que ni a Nicholas debería importarle, ya que eran desconocidos para él, pero su corazón no podía obligarlo a sentir lo que quería.
Pasaron otros diez minutos y todavía no apareció nadie. Lizbeth, después de secarse las lágrimas, se levantó de la silla. Se paró frente a la máquina expendedora automática y después de varios segundos mirando el contenido, puso la mano dentro de su bolso. Cogió la cartera y suspiro cuando lo abrió. Solo tarjetas de crédito habían dentro de ella. Con tanto aturdimiento había olvidado que nunca traía monedas, ya que siempre pagaba con tarjeta de crédito.
Nicholas, que observaba cada movimiento de ella, se levantó bruscamente de la silla. Demetrio despertó cuando su guardaespaldas sacudió la silla que dormía porque las sillas estaban conectadas entre sí.
“¿A dónde iras?” Le preguntó frotándose los ojos dormidos para que se despertara completamente.
“Voy a ver si quiere ayuda.” Respondió mirando constantemente a Liz que estaba todavía de pie, teniendo su mirada fija en la máquina. ¿Tal vez tenía hambre, o sed?
“¿Nicholas, olvidas la reacción que tienes cuando estas cerca de mujeres?” Le recordó Demetrio, pero Nicholas lo ignoró. Empezó a caminar hacia Liz.
Nicholas escuchaba la voz de Demetrio que le decía parar, pero lo ignoraba de nuevo. Se encontraba en el medio del pasillo cuando un médico se acercó a Lizbeth. Sintió que dejo de respirar, que todos a su alrededor quedaron inmóviles como estaturas cuando vio la mirada sorprendida de la chica seguida de un grito de dolor. Seguramente el médico le dijo malas noticias para que reaccionara de esta manera. Continuó avanzando hacia ellos cuando, de repente, Liz se desmayó en las manos del médico. Nicholas alterado corrió hacia ella y agarrándola de la cintura, trato de despertarla. El medico llamo a una enfermera para chequear los pulsos, mientras el escolta la ayudo a sentarse en una silla. Se sentó a su lado. En verdad, ahora no le importaba en absoluto si estaba tan cerca del sexo femenino. Primero tenía que pensar en la salud de esta chica y luego la suya, que como parece estaba bien. Ninguna crisis pareció salir a la superficie.
“Señorita…” Susurró muy cerca de su cara.
Liz aunque había perdido el sentido, estaba sintiendo como el cálido aliento de menta de Nicholas golpeaba su rostro. Pero creía que vivía un sueño. La chica empujo a ella misma para despertarse. Por mucho que sentía sus parpados pesados, quería abrirlos. Hizo el primer intento para moverlos, pero fallo. Nicholas se había dado cuenta de que la chica que se encontraba entre sus brazos trataba de despertar, por eso tomo la decisión de levantar la mano derecha para acariciar su mejilla. No tenía idea de lo que lo había empujado a tal acto, ni porque razón su corazón golpeaba frenéticamente en su pecho.
La chica como si hubiera sentido un empujón cuando Nicholas la toco, logro abrir los ojos. Lo primero que al principio divisó la desconcertó, pero luego sonrió. Él se perdió en sus hermosos ojos, en su sonrisa radiante.
“¿Te sientes mejor?” Preguntó con la preocupación revelada en sus ojos.
Liz abrió su boca ligeramente, congelándose al escuchar su voz ronca. Su silencio preocupó un poco más al escolta.
“Dios mío, no puede hablar.” Dejo con cautela su cabeza apoyada contra la pared y se levantó de la silla. “¿¡Y esta enfermera donde diablos esta!?” Gritó furioso.
La chica rió. Nicholas se giró hacia ella y sonrió. Además, ¿quién podía no ver a esa hermosa creatura y no cambiar su estado de ánimo?