“Gracias por el chocolate.” Dijo sonriendo y luego se acomodó de Nuevo en la silla del hospital.
“¿Lizbeth, verdad?” La chica asintió. “Bonito nombre.” Mencionó perdido en sus pensamientos.
“¿De pequeña tenía el carácter alegre?” Preguntó Nicholas queriendo saber un poco más sobre su vida.
Tragó con dificultad. No quería poner en su mente los recuerdos del pasado. No estaba preparado para abrir las heridas que durante años intentaba sanar.
“Un poquito…” Respondió bajando la mirada.
Inmediatamente se dio cuenta de que no debía preguntar sobre su infancia, probablemente no ha sido la mejor.
“¿Christian es su guardaespaldas por años?” Trato de cambiar el tema de la conversación.
“Desde los dieciocho años, fue el regalo de cumpleaños de mi hermano.” Levanto la mirada y lo miro. Nicholas rió y ella hizo lo mismo.
“Un regalo especial, como el mío.” Dijo. Liz tenía curiosidad por saber de qué regalo estaba hablando.
“¿Qué regalo le hicieron?” Preguntó abriendo la envoltura del chocolate.
“Una niña. Mi ex esposa me dio una pequeñita hermosa.”
“¿Ex esposa?” Al hacer la pregunta se regañó a sí misma. Había cruzado los límites, empezó a hacer preguntas indiscriminadas.
“Es una larga historia, en algún momento se la contare.” Cerró los ojos por un instante. ¿Qué había pasado con el Nicholas de antes? ¿Por qué le decía tales cosas? ¿Creía que la volvería a ver? Tenía razón de creer eso, ya que la vida de cada persona era impredecible.
“Esperare ese momento.” Dio un mordisco a su chocolate favorito y lamio los labios disfrutando el sabor.
Nicholas se dio cuenta de lo que ella hizo y quedó hechizado mirando a sus labios. Cuando la chica comió todo el contenido, él lucho demasiado para resistirse. Pero, el ímpetu era grande. Levantó la mano mientras sus ojos se conectaban con los de ella y limpio sus labios, los cuales se habían manchado. Durante mucho tiempo se perdieron en los ojos del otro hasta que el teléfono de Lizbeth ha sonado. Nicholas se alejó y la chica se despertó del letargo que provocaba el escolta y respondió a la llamada.
“Te deje cinco llamadas perdidas.” Hablo por teléfono. Nicholas se volvió para ver si Demetrio estaba allí. Tanto se había absorbido con la conversación que había olvidado completamente que vino con su protegido.
“Tenía mucho trabajo, hermanita. ¿Paso algo?” Ares se preocupó. Se levantó de la silla d cuero de su oficina y camino hacia el ventanal.
“Nos han encontrado, y Christian está muy grave.” Ares se sorprendió y debido a esto, se escuchó su grito.
“¿Entro en cirugía?” Preguntó Ares.
“Si, pero después de la cirugía no despertó. ¿Qué hare si no despierta?”
“Despertará mi niña, no te preocupes. ¿Tu estas bien?” Salió de su oficina y entrando al ascensor, bajo a la planta baja del edificio.
“Estoy bien.” Dijo y a continuación echo un vistazo a su hombro, donde la habían herido. Por suerte la bala no entro muy a fondo en su piel y los médicos la retiraron fácilmente.
“Envíame la dirección del hospital. Estoy en camino.”
Ares terminó la llamada. Entro en el coche mientras enviaba un mensaje a su esposa explicándole todo lo que había sucedido. Al poner en marcha el auto, recibió un mensaje de Liz. Ares comenzó a conducir a alta velocidad sin importarle si la policía registraría los números de su vehículo.
Por otro lado, Liz en el hospital, esperaba ver a algún médico para informarle si Christian se había despertado. Pasaron otros treinta minutos y Demetrio ya se había acercado y sentado al lado de Nicholas, quien estaba mirando a la chica de reojo.
“La enfermera que debían llamar para despertarla, todavía no vino…” Comento.
“Probablemente perdió el camino.” Ella se echó a reír alejando un rato el pensamiento por Christian. La risa de Lizbeth influyo en Nicholas y comenzó a reír él también.
Demetrio permaneció en silencio y perplejo mirándolos. Noto un gran cambio en su escolta, hace días que no veía una sonrisa en su rostro. Liz le hacía bien, le ayudaba a olvidar a su esposa.