El mafioso estaba sentado durante una hora, literalmente, mirándola mientras que su alma leía un libro, el que Clarisa le había dado después de órdenes del jefe. Tras la conversación que tuvieron, no le ha hablado ni le ha dado una mirada. Se enfadó mucho con su actitud, con sus acciones.SU mente definitivamente estaba vacía ya que cuando le preguntó si era cierto que su hermana estaba bailando delante de hombres, él simplemente respondió: «No es la única niña que baila. Sabes, los clientes adoran a las chicas menores de edad».
Quería golpearlo. Le daba asco cuando le examinaba con su perversa mirada y en lo único que estaba pensando era en Christian. ¿Estaría bien ahí en la casa abandonada? ¿Lograría salvarse o moriría a causa de una infección debido a las heridas?
“¿Te gusta el libro?” Preguntó Mariano queriendo conversar con ella.
“¿Por qué no sales de mi habitación? ¿Puedes hacer por una vez lo que te digo?” Él sonrió. Cuan enérgica era su pequeña.
“No, no puedo, ¿y sabes porque?” Lizbeth suspiró con lo que había oído. “Porque no puedo estar ni un minuto lejos de ti. Te necesito, bebe, eres mi medicina.”
La chica levantó la vista del libro y tras de dejarlo sobre las mantas de seda, preparó la caracterización apropiada para él.
“Puede que yo sea tu medicina como dices, pero tú eres mi veneno.” Exclamó y luego se levantó de la cama. “¿No te das cuentas que me estas destrozando? ¡No te amo y nunca lo haré!” Alzó el tono de su voz.
Se acercó a ella, pero se apartó de él. Quería que hubiera un metro de distancia entre ellos. ¡Lo odiaba!
“No te destruyo, Lizbeth no.” Dijo desesperado quedando en la misma posición.
“Has forzado a mi padre a firmar un acuerdo, que me hizo propiedad tuya. ¿Qué crees Mariano, que esto no me destruye?”
“En primer lugar, no he forzado al señor Heat. No es mi culpa de que me debía una gran cantidad de dinero. En segundo lugar, acepaste venir conmigo a Florida.” Dijo entre dientes.
La chica se rió con amargura.
“¡No tenía otra opción! Tenía que salvar a Christian!” Gritó resoplando.
“¿Lo amas?” La preguntó, sintiendo su corazón romperse en dos ya que ella permaneció en silencio. “¿Por qué no puedes amarme?”
Tomó una respiración profunda. Todo esto tenía que terminar aquí.
“Al corazón no puedes decirle que sentir y por quien.” Susurró.
Aunque con sus palabras confirmaba las sospechas de Mariano, de que estaba enamorada de Christian, lo que él no sabía era que el conquistador de su corazón era Nicholas y no su ex escolta. Ya se había dado cuenta de que tenía sentimientos por Freezer, algo con lo que no estaba familiarizada, ya que era la primera vez que se sentía así por un hombre. Ignoraba la extraña sensación que la inundaba desde el primer encuentro, hasta que dieron su primer beso sin darse cuenta. Un beso lleno de emociones. Todavía sentía su aliento que golpeaba en su rostro. Era como si fuera hace unos minutos, y no ayer por la noche. Cuánto necesitaba ahora un abrazo suyo…
“Mejor dejarte sola.” Dijo en voz baja mientras bajaba la mirada. No tenía las fuerzas de mirarla directamente a los ojos porque Liz tenía razón, no podía obligarla a enamorarse de él. Aun así, no la dejaría irse de su lado.
Que egoísta de su parte.
Caminó hacia la puerta y, sin pensarlo dos veces, abrió la puerta y desapareció de su campo de visión. Se sintió aliviada al escuchar el sonido característico que confirmaba que el mafioso por fin la había dejado sola, en paz.
Por un momento, su mirada se dirigió al título del libro que la doncella le había regalado. Amor embriagador. Una historia romántica donde los protagonistas habían logrado terminar juntos. ¿Viviría ella también ese amor? Aunque no quería admitirlo por sus adentros, lo que sentía por Nick podía salir a la superficie y así tener un final feliz. Pero era tan cabezona que nunca le diría nada a su familia, a menos que Nick le confesara que sentía lo mismo. Tenía miedo en el amor, a pesar de que les mostraba a todos que estaba fuerte y cautivadora.
De repente algo recordó que la hizo gritar. ¡El colgante! Puso su mano dentro de la blusa que llevaba para buscarlo y por suerte estaba colgado del cuello. Ahora que el mafioso la ha traído a Italia, ha perdido todas las esperanzas de saber si realmente su madre estaba viva. En dos días tenía que estar en el lugar donde la carta decía, pero como parecía era imposible estar en dos partes al mismo tiempo. Ella no conseguiría regresar a su tierra natal para encontrar a Bethany Heat, lo único que esperaba era que alguien viniera a salvarla.