Teach me to love (libro #1)

Capitulo 21

Movió la cabeza varias veces como si quisiera expulsar los pensamientos asesinos que torturaban su mente. Era en vano. Porque cuando vio un hombre tatuado subir al escenario y acercarse a la chica que hace un rato bailaba. Ahora solamente retrocedió, evitando al tipo que sonreía maliciosamente mientras se lamia los labios viendo el cuerpo de la bailarina de una manera discreta.

 

La chica tragó con dificultad en el momento en que sintió sus manos envolverse como serpientes alrededor de su cintura desnuda. Colocó las suyas en el pecho del hombre, haciendo un gran esfuerzo para alejarlo, pero era algo imposible.

 

 

“No te alejes bella, no muerdo.” Le dijo y luego soltó una carcajada.

 

“¡Déjame!” Gritó y él se rió una vez más, pero su risa se cortó cuando alguien pegó la punta del arma en la parte posterior de su cabeza.

 

“No te atrevas a contrarrestar. Quita tus manos sucias de ella y arrodíllate.” Ordeno con voz dura.

 

“Señor Ritsi, le pido disculpas, no sabía que ella era su novia.” Tartamudeo el tipo tatuado.

 

 

Mariano empujó al hombre del hombro obligándolo a arrodillarse. Los hombres de seguridad aparecieron en el campo de visión del mafioso, pero permanecieron quietos cuando el líder les hizo una seña para detenerse.

 

 

“Esto deberías saberlo estúpido.” Murmuró.

 

“Señor…”

 

“Conoces las reglas de este lugar. Cada uno puede gritar, aplaudir, pero no se les permite subir al escenario.” Presionó el arma aún más y el hombre arrodillado soltó un grito de dolor.

 

“Mariano, déjalo ir.” Suplicó la bailarina.

 

“Eva, no te metas en esto.” Gruñó irritado y, con un abrir y cerrar los parpados, apretó el gatillo matando al tipo frente a los ojos de los asistentes.

 

 

De los labios de Eva escapó una exclamación y cubrió su boca. Mariano sonrió contento porque mató a esa miserable creatura. Los secuaces luego de la orden del jefe, subieron en el escenario y agarraron el cadáver.

 

 

“El espectáculo ha terminado. Anna, ven por favor a limpiar el suelo. No quiero que nada se vea.” Ordenó la sirvienta, quien estaba de pie, en silencio, teniendo los ojos clavados en el suelo lleno de sangre.

 

 

Sin decir nada, agarró del brazo a la chica y caminaron hacia los dormitorios. Cuando llegaron frente al de la bailarina, abrió la puerta y entró. La mujer lo siguió.

 

 

“¿Por qué lo mataste, Mariano?” Susurró cruzando las manos debajo de su pecho.

 

“Porque así quise. No dejaría a ese inútil tocarte.” Dijo dando un paso adelante. “Eva, eres mía.” La agarró de la cintura y la pegó a su cuerpo. “Solamente mía.” Habló muy bajito con voz sensual a su oído, mientras dejaba besos en su cuello.

 

 

La chica suspiró. Aunque todavía amaba a Nicholas, le era imposible ignorar el encanto del hombre que se encontraba delante de ella.

 

 

“Te deseo…” Eva tragó con dificultad al escuchar esas palabras. No quería entregarse a él de nuevo. Ni siquiera quería estar en Italia con él.

 

 

 

De repente un silencio irrumpió en la habitación. Eva deseo saber porque Mariano se paralizó quedando con la cabeza oculta en su cuello. Se apartó de él y se giró para mirar hacia donde su mirada había sido clavada. Se dio cuenta de que en la puerta estaba de pie una joven con un aspecto sorprendido.

 

 

“Lamento interrumpir, simplemente buscaba a la pequeña Hannah.” Explicó ella.

 

“No deberías haber salido de la habitación.” Dijo entre dientes.

 

“No soy tu prisionera. Si voy a estar en este lugar, al menos déjame pasear libre por este edificio.”

 

 

El mafioso resopló y luego asintió con la cabeza. Lizbeth sonrió. Había logrado convencerlo de algo, y eso fue el primer paso.

 

 

“Está bien, pero no te atrevas a intentar escapar.”

 

“No es que pudiera hacerlo con tantos escoltas que tienes.” Enfocó su mirada en la mujer que Mariano sostenía de la cintura. Él pensaba que de esa manera provocaría celos a su alma, pero estaba equivocado. Liz el único sentimiento que sentía era odio, el que cada minuto crecía.

 

“A ti te conozco de algún lado.” Dijo Lizbeth mirando a la chica.

 

“Lizbeth, sal de aquí por favor. Interrumpiste algo.” Mandó el jefe de la mafia.

 

 

Pero ella hizo exactamente lo contrario. Se acercó con pasos lentos hacia la mujer, quien la miraba con una ceja levantada. Mariano dejó libre la cintura de Eva y, dando un paso adelante, cubrió la figura de la chica, que comenzó a ponerse nerviosa debido a la presencia de Lizbeth. ¿Esa chica rubia en verdad la conocía?



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En el texto hay: peligro, mafia, secretos

Editado: 28.09.2019

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