Han pasado tres semanas desde ese día que Aris habló por teléfono con Lizbeth. Extrañaba tanto a su niña. Era capaz de todo, incluso aceptar que Nick estuviera a su lado. Durante dos días pensaba en pedirle que se convirtiera en el guardaespaldas de su hermana. Si lograba traerla de regreso a España, Aris intentaría comportarse y tolerar la distancia cercana que vería entre Liz y su cuñado.
“¡He encontrado la dirección del imperio!” Gritó Nicholas mientras bajaba las escaleras con Demetrio siguiéndolo.
“¿En qué parte de Italia están?” Preguntó Heat acercándose a Nick, quien sostenía un Tablet en sus manos.
“Florida.” Respondió. “Parece que Mariano sabe muy bien esconderse. Su imperio anterior se encontraba en Nápoles.” Resopló.
“¿Qué esperabas? Es un mafioso y esconderse es parte de su trabajo.” Hablo Aris y respirando profundamente, continuó: “¿Ahora qué hacemos? No creo que podamos sacarla de allí tan fácilmente.”
“Tengo una idea.” Esta vez el que habló fue Demetrio.
“Te escuchamos.” Dijo Nick, y todos se quedaron atentos, esperando que el protegido de Freezer hablara.
“Bueno, primero me gustaría pedirles que mantengan la calma.” Les pidió el joven, y Aris gruñó.
“Habla de una vez.” Dijo entre dientes. Perdería la paciencia muy pronto si no les contaba.
“Mi padre puede ayudar.” Los dos hombres se miraron entre ellos, y luego volvieron su atención hacia Demetrio.
“Si es policía, no pierdas el tiempo, no puede…” Quiso decir Aris, pero el joven lo interrumpió.
“No es un policía.” Respondió tragando con dificultad.
“¿Entonces?” Preguntó Nick impaciente. Desde hace un minuto había comenzado a golpear nerviosamente su pie en el suelo.
“Es el líder de la mafia rusa. Mi padre se llama Vladimir Ivanov y es uno de los mafiosos más poderosos.” Explicó.
Nicholas abrió la boca ligeramente mientras que sus ojos estaban desorbitados. Aris tuvo la misma reacción. ¿Cómo era posible no darse cuenta tantas veces que Nick ha visto el señor Ivanov en la casa? Sabía muy bien esconderse. Inmediatamente recordó que el apellido de Demetrio era el de su madre. Que idiota. No se dio cuenta que no conocía el apellido de su padre. Tenía que sospechar de esa familia, debía de hacerlo.
“¿Por qué no me lo dijiste, Demetrio? ¿Por qué razón cuido el hijo de un poderoso mafioso?” Preguntó enojado y el joven bajó la mirada. Había llegado el momento de la verdad y tenía miedo.
Respiró hondo y comenzó a decirles la verdad que tanto tiempo ha tratado de ocultar.
“Porque mi padre ya no está en Rusia. Puede que sea el jefe y que tome decisiones, pero le prohibieron usar un arma, por lo que no puede protegerme.” Mientras hablaban, Aris miraba hacia ellos confundido.
“¡Esto es una locura!” Gritó Aris, de repente.
Tanto tiempo vivían en un mundo oscuro, y Aris no tenía idea, o puede que su mente lo ignoraba. Primero se enteró sobre el acuerdo de su padre con la mafia italiana y, ¿ahora Demetrio era el hijo del jefe de la mafia rusa? ¿En qué mundo vivían? Mientras estaba encerrado en el internado, no sabía nada de todo esto. Creía que había nacido y crecido en un lugar tranquilo, sin personas de la mafia. Pero estaba equivocado. ¿Era posible que hubiera una mafia española también? Lo más probable. Al final, con tanta información que entró en su mente hoy, se volvería loco.
“Aris, esto no es una locura, es la verdad.” Le dijo Nick y luego miró a Demetrio. “Llama a tu padre ahora mismo y perdóname por lo que te voy a decir, pero no puedo ser parte de esto. Está por encima de mis fuerzas trabajar por el hijo de un mafioso. De ahora en adelante no soy tu escolta. No te preocupes, yo hablaré con tu padre sobre el acuerdo entre protector y escolta.”
“Nick, si dejas de trabajar será difícil encontrar otro trabajo. Sabes lo difícil que es encontrar hombres que necesiten protección.” Le explicó Demetrio.
Nicholas suspiró mientras sentía la mirada de Aris constantemente sobre él. ¿Por qué lo estaba mirando como si quisiera sugerirle algo?
“Te tengo una propuesta, cuñado.” Una sonrisa se pintó en los labios de Heat, que realmente aterrorizó a Nicholas.
“Te escucho.” Respondió tranquilo, o al menos eso quería que creyeran.