“¿Qué quieres tu aquí?” Preguntó tragando con dificultad.
La vio acercarse a él y retrocedió. El pánico lo inundó cuando su espalda tocó la pared. Esa mujer diabólica lo había atrapado. Una sonrisa maliciosa se grabó en los labios de Eva y Nicholas apretó los dientes mientras que al mismo tiempo las palmas de sus manos se cerraron en puños. Un pensamiento fugaz pasó por su mente, ahogarla, pero no caería a su nivel. Había venido aquí solo para atormentarlo. La echaría.
“Vete, no tienes por qué estar aquí. Desaparece de mi vista.” Dijo con voz dura.
“Mi amor, no te enojes. Sé que todavía me amas, me quieres de vuelta en tu vida como yo te quiero a ti.” Habló con una voz sensual mientras extendía la mano hacia su cuello, y en ese momento era cuando lo obligó a inclinar la cabeza hacia adelante.
Y entonces, sucedió.
Los labios de Eva entraron en contacto con los suyos. Nick se paralizó. A penas era un toque, algo fugaz y devastador, como un rayo. El dulce hormigueo en los labios de Nicholas lo hizo desear besarla intensamente. De repente, se encontró a si mismo con ganas de probar el sabor de su boca.
No debería tener este deseo. Había olvidado a Eva, estaba seguro, casi…
El contacto se repitió, pero no se profundizó. Es tan suave como el interior. Casi debilitado.
Un suspiro escapó de sus labios y, lentamente, comenzó a frotar sus labios en los labios de la chica. ¿Cómo podía odiar a Eva y en ese momento que la besaba la estaba deseando? Sintió que sus labios se movían al ritmo de los de ella, como si sus cuerpos completaban el uno al otro. En resumen, era como si tuviera a Lizbeth Heat pegada a él.
Esto sería extraño si realmente sucediera. Nuestro segundo beso sería desastroso ya que al principio he visto a Eva acercarse y unir nuestros labios. ¿Qué mierda está pasando? Dijo Nicholas por sus adentros, bastante confundido.
Tomó la decisión de abrir los parpados, de enfrentar a la mujer que lo hizo querer besarla de nuevo, la que le causaba sentimientos encontrados.
Sus ojos brillaron cuando vio a su pequeña estar entre sus brazos. La besaba a ella, en el fondo lo sabía. Su cuerpo lo traicionaba, solo con Liz reaccionaria así de manera positiva.
Su angelito tenía los ojos cerrados mientras que ella movía lentamente sus labios sobre los de ella. Nicholas sonrió a través del beso y la apretó aún más en sus brazos.
Por fin, la figura de Eva Eason había desaparecido, o eso pensó.
De repente, la mujer diabólica con el nombre Eva apareció frente a sus ojos. El pánico lo inundó. Sus manos temblaban y Lizbeth se dio cuenta de que algo no iba bien. Abrió los ojos mientras sus labios apenas se alejaban de los de ella. El hombre quien estaba parado frente a ella parecía aterrorizado, ¿atrapado…?
“Nicholas…” Susurró ella, pero Nick solo podía ver a su ex esposa riendo con burla.
“¡No me toques, vete!” Comenzó a gritar empujándola lejos de él. Por suerte Liz no terminó cayendo al suelo.
“Nick, cálmate.” Trató de tranquilizarlo, pero era bastante difícil. Nunca había estado en una situación así con Nicholas.
Erika le había explicado lo necesario desde el momento en que se convirtió en su escolta. Se encontraba constantemente a su lado, era lógico saber sobre los ataques de pánico. Había un problema pero, los únicos que podían traerlo de vuelta a la realidad eran su psicólogo y Demetrio. Y ninguno de ellos estaba aquí, en este momento.
Soltó un grito de dolor cuando la palma de su mano llegó a su mejilla. Eva consiguió bajar a Nicholas a su nivel, había abofeteado a una mujer por primera vez, a Lizbeth, aunque él en el rostro de su niña estaba viendo el de su ex esposa.
“Te odio, Eva. Me has destruido por completo, vete, no quedó ni una parte de mi corazón que no has herido, por eso no tienes por qué estar aquí.” Dijo con sollozos mientras arrastraba su cuerpo hacia abajo hasta que terminó sentado en el suelo de la habitación. Dobló las rodillas y bajó la cabeza.
“Soy Lizbeth, Nick, soy yo.” Se arrodilló quedándose casi a la misma altura que él y a continuación, tocó tímidamente el dorso de sus manos, que ya estaban sobre sus rodillas mientras que sus dedos presionaron con fuerza en ese punto.
Fue en ese momento cuando Nick se calmó. Ahora sentía que su corazón latía a un ritmo normal. Tomó una respiración profunda y levantó la cabeza. Entonces, su mirada se encontró con la de ella y sonrió con timidez.