Esto era una pesadilla…
“Mi niña, ¿qué te pasa?” Preguntó Nick, tras de volverse hacia ella y notar las lágrimas en sus mejillas.
No recibió ninguna respuesta posible. Esto le preocupó, como a todos los demás.
“Nada, Nicholas.” Lo miró directamente a los ojos para convencerlo pero en su mirada lo veía. No la creyó. Por esa razón siguió: “Simplemente cuando escucho sobre la maternidad me siento vulnerable.” Susurró e inmediatamente sintió un nudo en el estómago.
“Entiendo, ya no eres una adolescente y las hormonas…” Trató de decir Nick, pero Erika lo interrumpió.
No lo dejó continuar con la conversación porque ella sabía…y había notado el rostro pálido de Lizbeth.
“Hermano, dejémoslo esto por ahora. Lo importante es que mi amado se ha calmado un poco con vuestro tema.” Miró su esposo y sonrió.
“Solo agradece el hecho de que no quiero ver a Liz infeliz.” Dijo con tono serio y todos resoplaron. Luego, Aris se echó a reír.
Por suerte, después de cinco minutos, Aris y Erika se habían ido a su habitación. Ahora Liz y su guardaespaldas podían ir a la casa de Tomás para encontrar a Alicia Heat.
Pero, Nicholas no dejaría que su pequeña escapara tan fácilmente de la última conversación que tuvieron con sus hermanos.
Lizbeth intentó apartarse de su escolta, quien estaba de pie junto a ella, pero él fue más rápido. La agarró del brazo y a continuación, la atrajo hacia él con el propósito de que su cuerpo quedara pegado sobre el suyo. La chica chilló sorprendida.
“No puedo creer que Aris haya aceptado nuestra relación.” Susurró Nick tras de haber girado a la chica hacia él para que pudieran ver el uno al otro.
Su mirada dejó a la suya y lentamente se dirigió hacia abajo, en sus labios entreabiertos. La respiración entrecortada del hombre era notable como también de la chica. Fue en ese momento cuando sintió un dolor ahí abajo. Lo quería. Aquí y ahora. Pero, tenía miedo. Le aterrorizaba solo la idea de hacer el amor por primera vez. Había escuchado de Erika que no duele mucho en la primera vez, pero de Clarisa, la sirvienta confiable de Mariano, escuchó que dolía. Esa mujer sufrió mucho y le dijo que era bastante doloroso. Luego, todo pasa. El dolor disminuye y en su lugar viene el placer.
“Aceptó que nos veamos, estar juntos. No como simples amigos sino…” El susurro llegó a los oídos de Lizbeth causándole cosquillas.
Lo interrumpió.
“Tengo que decirte algo, Nick.” Dijo con una mirada triste. Pero él, en lo muy profundo de sus ojos, notó también su mirada miedosa.
“Ahora no, mi niña, no quiero que nada estropee éste maravilloso momento.” Dijo y una sonrisa apareció en sus labios, pero esa desapareció tan rápido como comenzó a notar las ardientes lágrimas picar los ojos de Liz. Respiró hondo y continuó preguntando: “¿Qué fue lo que te puso triste, amor?”
“¿Recuerdas las palabras del mafioso cuando me trajo de vuelta a la mansión, el día de la cancelación de los contratos?” Hizo la pregunta y ya que Nick asintió con la cabeza, la chica comenzó a contar la amarga verdad.
“Lo confirmé hace unos días lo que me hizo Mariano. Nicholas, no estaba segura si había pasado algo entre él y yo ya que estaba viendo imágenes borrosas. No presté mucha atención porque no esperaba que Ritsi me hiciera tanto daño.” Hizo una pausa, y en ese momento su escolta sintió perder la tierra bajo sus pies. Sabía lo que Liz estaba por decirle.
El mafioso la tocó y, Nicholas lo mataría con sus propias manos.
“¿Te tocó?” Preguntó sin dejar que ella hablara.
“Sí…” Dijo en voz baja, bajando la cabeza. ¿Qué lo importante tenía el suelo ésta vez?
El hombre tragó con dificultad y se alejó de ella como si le dolía tenerla cerca. Luego, cerró las manos en puños.
“¿Te besó?” Hizo otra pregunta más.
“No te hagas esto, Nick, no…” Dijo levantando la cabeza para mirarlo de nuevo a los ojos.
“¡¿Qué te ha hecho ese cabrón, Liz?!” Levantó el tono de su voz y la chica asustada, retrocedió.
“Liz…” Insistió, pero ésta vez pronunció su nombre de una manera tranquila.
“Prométeme que no harás nada, que no irás a Italia. Por favor, mi amor, eso es todo lo que quiero escuchar de ti.” Le pidió y él negó con la cabeza repetidas veces.