Hace casi dos meses.
Imperio de la mafia, Italia.
La chica se tambaleó e inmediatamente Mariano corrió hacia ella para envolver un brazo alrededor de su cintura a fin de que consiguiera sostenerla en sus brazos antes de caer al suelo. Una sonrisa maliciosa se extendió por sus labios. Había logrado llegar a donde quería. Ya tenía su alma bajo su protección, hipnotizada, y ahora podía hacerla suya como debería haberse hecho hace mucho tiempo. La mafia italiana necesitaba un próximo líder y Mariano Ritsi era su única oportunidad, ya que el bebé de Alessia sería una niña. Solo esperaba que fuera un niño. Si Lizbeth trajera al mundo una niña, no sabía lo que podía suceder. La mafia necesitaría un jefe cuando Mariano muriera y ese tenía que ser un hombre. Una regla más de ellos. Un hombre siempre es más poderoso que una mujer débil.
“Mi alma, te atrapé.” Susurró sobre sus labios tras de acercarse a su rostro.
Liz abrió los párpados pero, como estaba lo suficientemente débil, no se quejó. Solamente volvió a cerrar los ojos y se hundió en un profundo sueño.
El mafioso la levantó en brazos y caminó hacia el pasillo de las habitaciones. Allí había guardaespaldas de ese piso, vigilando cada habitación para evitar malentendidos. Mariano se molestaba cuando lo interrumpían de la relajación que tenía cada cinco horas. En los momentos en que el jefe se encerraba en su habitación era para meterse entre los pies de una mujer. De ésta manera olvidaba a Lizbeth pero, también a Eva. Estaba bastante confundido con toda ésta situación. ¿Qué le estaba pasando?
Saludó con una seña al secuaz que estaba cuidando la habitación de Lizbeth Heat mientras él abrió la puerta e hizo a un lado bajando la cabeza para mostrar respeto al jefe de la mafia. Mariano sonrió satisfecho e ingresó en el interior. Con un pie cerró con fuerza la puerta detrás de él y a continuación, avanzó hacia adentro. La cama doble estaba lo suficientemente lejos de la entrada de la recamara, quien estaba enorme. Miró el sofá rojo que dominaba en una esquina del lugar y una sonrisa lasciva se extendió por sus labios. Un pensamiento fugaz le causó una excitación. Cómo le encantaría acostara sobre ese sofá que tenía el color del fuego. Eso es exactamente lo que quería, pero no lo haría. Al menos no ésta vez, su primera vez. No era un maldito. La primera vez de la chica tenía que ser memorable y sin mucho dolor. No la violaría, no de la forma en que todos pensaban cuando oían que un secuestrador ha tocado a su víctima. Entraría dentro de ella lentamente, al principio, luego aumentaría el ritmo. Pero, no estaba seguro si ella se entregaría, ya que su alma no estaría consciente del todo. Ni siquiera eso lo haría retroceder, no le importaba. La haría suya, la dejaría embarazada. Debía tener un hijo con ella, no con otra. La mujer rubia diabólica era la más potente para convertirse en una reina. Su reina. Cuando ella descubriera que estaba embarazada, él lo iba a saber ya que la vigilaba las veinticuatro horas del día. Al final vivirían juntos, en Italia. Liz seria la esposa del líder de la mafia y su hijo…el próximo heredero…
La recostó sobre la cama y se mordió el labio inferior. Era tan hermosa, incluso ahora que tenía sus preciosos y encantadores, cerrados.
“Ha llegado el momento de crear el heredero, el próximo rey de la mafia.” Dijo comenzando a quitar los zapatos de la chica. Después de quitar el resto de la ropa, dejando a Liz en ropa interior, continuó: “Nuestro hijo y no de ese estúpido Freezer.”
Se acostó a su lado, con la diferencia de que él estaba vestido y estaba consciente de lo que iba a pasar.
“Desearía que todo esto se hiciera por tu voluntad, pero pequeña, no me has dejado otra opción…” Suspiró y se acercó a ella, arrastrando su cuerpo sobre las sábanas de seda.
Extendió la mano y la colocó sobre su vientre plano, poco después, movió su cuerpo hasta que éste se puso sobre el suyo. Dejó las manos en el lado izquierdo y derecho, cerca de su cabeza, del modo que su cuerpo no aplastara el de la chica.
“Ahora me perteneces. No dejaré que nadie te toque, porque yo seré el primero pero también el último. El único hombre con el que tendrás sexo.” Susurró y de la boca de Lizbeth se escuchó un gemido, que sorprendió por completo al mafioso.
¿En qué demonios estaba pensando mientras él en pocos minutos le arrancaría lo más preciado que tenía?
“Nick…” Se le escapó un suspiro y Mariano apretó los dientes. Comenzó a maldecir en nombre de Freezer.
De repente, un pensamiento pasó por su mente. La chica soñaba, probablemente, una escena erótica con Nicholas y esto podría usarlo a su favor.