Alicia comenzó a contar los hechos desde el principio.
“La aparición del mafioso alemán fue el comienzo del desastre. Él. Un hombre rodeado de mujeres hasta que decidió comprar a una más en la subasta de la ciudad. Fue allí y cuando su mirada se encontró con la de la joven que tenía droga en su sistema, todo cambió dentro de él. Pagó muchos millones por ella y ya podía decir que le pertenecía, que era solamente para él.
Nicholas interrumpió a la madre de Lizbeth.
“¿Qué tiene que ver todo esto con el dolor que causaste a Lizbeth?” Hizo la pregunta y Tomás tragó con dificultad.
Había llegado el momento para salir a la luz toda la verdad.
“La mujer que Alexander compró fue tu madre Nicholas, Emma Freezer.” Dijo Alicia en voz baja, temerosa de su reacción. Sin embargo, lo que ella dijo lo escucharon todos.
Cuando el guardaespaldas empezó a darse cuenta de la situación, blanqueó los ojos. Mierda. ¿Su madre pertenecía a un mafioso? ¿Cómo Mariano Ritsi compró a Liz, también lo hizo el alemán con su mamá?
Liz observaba a su madre en silencio y no tenía idea de qué decir. Luego, desvió la mirada hacia Nick y tocándolo en el hombro, trató de volverlo a la realidad.
“Nick…” Susurró ella.
“Estoy bien, pequeña.” Dijo respirando pesadamente. Heat se congeló al escuchar esa palabra «pequeña». ¿Por qué había tanta confianza entre el escolta y Lizbeth?
¡No! No debería haber ni un poquito de simpatía. Ella se vengaría de Nicholas y no quería que su hija saliera lastimada de todo esto.
Nicholas tomó una respiración profunda y se preparó para preguntar, tenía que tomar el valor para enfrentar a éste problema que se había extendido entre ellos. Un problema que ha condenado la vida de muchas personas.
“Alicia, ¿quién es ese Alexander?” Tragó con dificultad mirando directamente a los ojos a la señora Heat. Temía por su respuesta, pero desafortunadamente tenía que enterarse porque de esa manera ayudaría a Liz ya que su madre ha dicho hace unos minutos que todo comenzó con el hombre alemán.
Se mordió los labios y miró de nuevo a su hija, quien la estaba viendo con un gesto inexpresable. No sabía si estaba enojada o si simplemente echaba de menos el abrazo y la presencia de su madre. No conocía los sentimientos que Lizbeth tenía en éste momento, ni siquiera a través de sus ojos podía ver lo que estaba sintiendo. Después de todo, ¿cómo podían sentarse y hablar como madre e hija? Pues, la última vez que Liz vio a su madre era hace muchos años.
Por un momento, la mirada de Alicia quedó clavada en la de su hija, hasta que Nick pronunció su nombre haciendo que la mujer volviera su atención al guardaespaldas de Lizbeth. Notó la impaciencia en los ojos de Freezer. Estaba ansioso por enterarse del pasado de su madre, pero cuando escucharía todo lo que Emma había pasado antes de morir, rogaría que la señora Heat nunca abriera la boca.
“Nicholas, cuando tu madre tenía solo veinte años, dos hombres la secuestraron mientras caminaba sola por las calles.” Dijo y esperaba una pregunta de él para continuar contándole la complicada historia de Emma Freezer.
“¿La secuestró él verdad?” Hizo la pregunta que Alicia estaba esperando. Conocía a Nick lo suficiente como para saber qué tipo de preguntas le gustaba hacer.
“No.” Respondió con tono brusco. Permaneció en silencio por unos segundos, provocando de ésta manera el hombre para perder la paciencia. Quería que su hija viera el guardaespaldas que tenía a su lado.
“¿Entonces?” Dijo con calma, algo que sorprendió a Alicia. No esperaba que tuviera tanta paciencia.
Probablemente le importa mucho lo que pensará Liz por él, porque la mira constantemente mientras habla conmigo. ¿Qué demonios está pasando entre ellos? ¿Hay algo más que una relación de protegida – guardaespaldas? Pensó la señora Heat.
“Esos hombres eran desconocidos, y Alexander tampoco los conocía. Después de varias horas, Emma terminó estando sobre un escenario, con drogas en su sistema y con una mirada perdida, mientras muchas personas gritaban varias sumas de dinero. Nicholas, tu madre fue subastada y la compró el mafioso alemán Alexander Edel.”
Los ojos del escolta se desorbitaron y su boca se abrió ligeramente. La misma expresión tenía Lizbeth. Al final, no vivió solamente ella cosas horribles en su vida sino también la madre de Nick.
Lagrimas comenzaron a picarle los ojos mientras la chica a su lado tragaba con dificultad. A continuación, Liz en el incómodo silencio absoluto, agarró su mano y enredó sus dedos con los de Nick bajo la curiosa mirada de Alicia Heat.