Tears: Almas Corrompidas [#2]

18.- PIEDRA ALMA

El aire se sentía desolado, e incluso algo pesado mientras más nos acercábamos a las ruinas de aquella ciudad. Parecía estar deshabitada, más bien, se encontraba abandonada por cualquier clase de ser vivo, aunque no necesariamente muerto. Solo se podía vislumbrar a uno que otro insecto brillante revoloteando por ahí. Incluso había algunas orugas de inmenso tamaño, o cadáveres de animales destrozados por los que parecían ser hombres lobo o incluso vampiros, pues su sangre parecía a ver sido drenada por completo.

Mientras avanzábamos por las calles empedradas de Mínéral, no pude evitar que mi mente se remontara a épocas remotas. Las construcciones, con su arquitectura gótica y detalles esculpidos, parecían pertenecer a un mundo que había olvidado el paso del tiempo. Había edificios con vidrieras rotas y estatuas deterioradas que aún mantenían una belleza inquietante. Las calles eran grises, siendo cubiertas por un aire húmedo y pesado que parecía opacar cualquier vestigio de vida.

—No te detengas mucho —advirtió Cuervo con tono severo, interrumpiendo mi fascinación.

—¿Qué?

—El lugar tiene un embrujo —señaló las estructuras con un gesto despreocupado—. Si miras demasiado, podrías quedar atrapada aquí hasta morir.

Mi estómago se revolvió al escucharlo.

—¿Qué quieres decir?

Sin responder, alzó una mano y señaló varios rincones que antes no había notado. Mi corazón se detuvo al verlos. Cuerpos humanos, reducidos a meros esqueletos cubiertos de andrajos, yacían inmóviles entre los escombros. Sus posiciones eran tan naturales que parecían congelados en medio de su última acción: uno se encontraba inclinado hacia una ventana rota, mientras otro tenía las manos alzadas como si intentara tocar algo en el aire.

—¿Cómo no los vi antes? —susurré horrorizada.

Cuervo me lanzó una mirada impasible, casi aburrida. Cada que hacia esa clase de gestos me convencía más de que realmente no estaba acostumbrado a tratar con nadie, aunque sabía que era imposible. ¿Cómo podría vivir alguien totalmente solo? Yo crecí de esa manera, pero al menos tenía a Fier o a Mish. Me negaba a creer que él no hubiese tenido a alguien nunca, por más lejano que este fuera.

—Eres demasiado impresionable —dijo, recordándome lo que me había dicho Kayden en el baile. Aun así, lo expresaba con tanta naturaleza, que me hizo cuestionarme si en verdad habíamos visto los mismos cadáveres. Para él no parecían ser más que simples anécdotas sin importancia—. ¿Ahora entiendes por qué no puedes perderte en este lugar?

Lo observé con detenimiento. Su aparente indiferencia me hizo intuir que ya había estado ahí antes, que aquel lugar no le era ajeno. No existía otra opción. No había manera en que la muerte no lo afectara en lo más mínimo.

—¿Has venido antes? —le cuestioné con cautela.

—Tal vez —respondió evasivo, aunque la pequeña curva en sus labios traicionaba su mentira.

Trague saliva al darme cuenta cual podría haber sido mi destino de no haber aceptado su ayuda, pues parecía que había llegado justo en el momento indicado. Cuando más necesitaría su ayuda, y sus conocimientos. Lo que más me perturbaba del hecho, era que no sabía si se trataba de una jugarreta del destino o realmente él sabía en qué instante debía aparecer en mi vida. Aunque si era sincera y a mi pesar, me declinaba más por la segunda opción.

Todo en él gritaba que tenía el control de las cosas, así que supuse que esa era la razón por la cual me sentía segura, incluso mientras atravesábamos aquel cementerio de cadáveres.

Me entretuve al ver como su cabello era llevado por el viento, haciendo que luchara de vez en cuando con sus propios mechones para que no le cubrieran su rostro. Me causaban algo de gracia los artefactos que usaba en sus orejas, aunque debía admitir que le sentaban de maravilla. Al igual que el pequeño arete que tenía en estas. Algo que había notado en las veces que nos habíamos reunido era que siempre vestía de negro. Si era sincera, le quedaba bien. Tenía un gran sentido de la moda, a pesar de lo monocromático que podía lucir.

A pesar de todo, no dejaba de parecerme curioso lo relacionado a él.

Continuamos caminando, pero el aire se sentía más pesado a cada paso que dábamos. La atmósfera parecía absorber cualquier sonido excepto el crujir de nuestras pisadas sobre las piedras. Al pasar al lado de otros esqueletos inmóviles, no pude evitar notar algunos escondidos entre los arbustos que aún se encontraban en estado de descomposición. Me horrorice al descubrir que habían sido ultrajados recientemente. La falta de sangre era evidente, así que no pude evitar callarme mis dudas.

—Cuervo —lo llame tras unos segundos, rompiendo el incómodo silencio—, ¿sabes algo de los ataques de vampiros que han estado ocurriendo?

Su expresión no cambió, pero vi una chispa de luz en su ojo oscuro. Como si eso fuera posible de alguna manera.

—Sí, claro que estoy enterado.

—¿Y?

—Le consiguen víctimas a Ishyra —su tono era frío, sin rastro alguno de compasión por aquellas personas que habían sido privadas de la vida—. Ella está débil, y las necesita para sobrevivir.

Un escalofrío recorrió mi columna al escucharlo. De pronto, la imagen del joven Smoll que encontré muerto en el bosque volvió a mi mente. Claro, por eso ella apareció y me guio hacia ese lugar. Quería que de alguna manera me enterara de lo que hacía. Aunque no era igual de fácil intuir la razón.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.