Tears: Almas Corrompidas [#2]

32.- CITAS EXTRAÑAS

Durante los últimos días me sentí desconcertada. Como si el mundo estuviera cubierto por una niebla espesa que no me permitía distinguir quién era realmente de fiar. No estaba segura de sí era mi instinto, las pesadillas o la mezcla de ambas, pero algo dentro de mí me advertía que debía estar alerta. Que debía seguir mirando debajo de cada piedra.

Mi relación con mi tío John se había vuelto más cercana desde que todo esto comenzó. Él siempre tenía un gesto amable, una palabra oportuna… y, sin embargo, algo no terminaba de encajar. Su manera de evadir ciertas preguntas. Su incomodidad cada vez que mencionaba a mis padres. Era como si camináramos sobre hielo delgado.

Esa mañana, después de revisar por tercera vez los documentos saqueados del elegante despacho de mi queridísimo tío Sthepano, volví a encontrarme con el mismo rompecabezas. Papeles legales antiguos, algunos firmados por abogados ya muertos, donde mi nombre figuraba como heredera legítima de la empresa. Pero después, otro juego de documentos más recientes indicaba que el control había pasado a manos de Sthepano… y antes de él, curiosamente, a mi tía Anna.

Aunque no por mucho tiempo.

No pude evitar preguntarme qué había ocurrido entre esas fechas. ¿Por qué no mantuvieron la línea directa? ¿Por qué Anna fue desplazada? Y, sobre todo, ¿por qué nadie me lo mencionó jamás?

Había pasado casi toda la tarde caminando sin rumbo por la casa, con la cabeza llena de preguntas que no encontraba cómo ordenar. Sentía que cada vez confiaba menos en todo y en todos, incluso en mí misma. Buscaba a mi tío John para mostrarle las fotos que no le pude mostrar aquella vez, pero no lo encontraba. La ansiedad me hacía caminar de un lado a otro, repasando una y otra vez los fragmentos de conversaciones que había escuchado.

En eso me topé con Ralph en el pasillo. El cual, me lanzó una sonrisa cómplice, como si leyera mi mente.

—¿Otra vez dando vueltas por aquí? —me dijo con tono bromista—. Pareces un fantasma buscando algo que perdió.

—Más o menos —respondí con una media sonrisa—. Estoy tratando de encontrar a mi tío, pero tal parece esta desaparecido.

Ralph hizo un gesto de comprensión.

—Sabes que si quieres compañía para andar de detectives no tienes que hacerlo sola.

Negué con la cabeza, aunque agradecía la intención.

—No es solo eso. Hay cosas que debo averiguar… cosas complicadas. Mejor no involucrar a nadie.

—Como quieras —dijo Ralph, aunque pude notar que no estaba muy convencido—. Pero si cambias de opinión, ya sabes dónde encontrarme.

No dije nada y me alejé un poco para buscar a John. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de que estaba a punto de chocar con alguien hasta que me vi envuelta en un abrazo, que, por cierto, evito que me cayera hacia atrás.

Era Kayden.

No me sorprendió para nada, puesto que, su presencia en mi casa se estaba haciendo una constante. Tal parecía que estaba obstinado por adherirse a Hailyn cada vez que nos visitaba, o salía con mi hermano. Lo bueno de todo es que el odiaba hacerlo y solo lo hacía porque de lo contrario sus tíos no dejaban salir a mi amiga. Hecho que claramente me fascinaba, puesto que, aunque era una molestia para mí, no era la única que sufría con la situación.

—¿Qué haces merodeando por aquí? —preguntó con esa sonrisa que podía ser tanto un reto como una invitación.

—Busco a mi tío —respondí, un poco seca—. ¿Y tú?

—Pasaba por aquí y te vi dando vueltas. Pensé que andabas perdida o algo peor.

No me gustó su tono, pero tampoco quise darle más entrada.

—No estoy perdida.

Él se acercó un poco más, acortando la distancia entre nosotros lo suficiente como para notar sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y algo que no supe descifrar.

—Sabes que puedes contar conmigo —dijo, bajando un poco la voz—. Aunque a veces no parezca el más indicado.

—Lo sé —respondí por inercia, sin saber muy bien por qué, siendo él una de las últimas personas en las que confiaría. Aun así, mantuve la distancia, porque, por mucho que odiara admitirlo, su presencia me ponía nerviosa—. Pero esta vez es diferente.

Kayden me miró como si quisiera entender más, pero respetó el silencio.

Justo entonces Ralph se acercó nuevamente y nos interrumpió con una broma, rompiendo la tensión que se había generado.

—¿Ya están planeando su próxima pelea?

Ralph siempre tenía esa habilidad de hacer que las cosas pesadas parecieran menos graves. Eso era algo que siempre le había admirado e incluso envidiado. Yo al contrario solo era una nube negra que se sostenía a partir de la melancolía.

Estuvimos hablando un rato en la terraza mientras observábamos el atardecer, aunque realmente decir que estaba participando en la conversación seria mentir. Era más una escucha, pero estaba lo suficientemente perdida en mis pensamientos como para poder seguirlos. Aunque si estaba prestando atención a lo que decían, porque nunca hace mal algo de chisme. Después de un rato, Ralph se despidió con una sonrisa y se fue, dejándonos a Kayden y a mí solos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.