El sol ya se encontraba en el cielo. Y unas aves repiquetearon en la ventana de su cuarto. Jennie escuchó ese ruido del vidrio, y se levantó. Miró su teléfono con su vista aun borrosa. Eran las diez de la mañana, y en las notificaciones vio los mensajes que le envió Vincent a horas antes. Los abrió y se reprodujeron los videos del hombre lanzándose del Hospital, y el otro donde atacaban a una mujer en Tokio.
Jennie se sentó sobre la cama, sorprendida por lo que había visto en aquellas grabaciones. Encendió el televisor, puesto que este se apagaba automáticamente. Y mientras cambiaba los canales, se percató que el presidente Beronoski estaba dando un mensaje.
—…Hemos estados siendo informados sobre la cantidad de pacientes que han estado llegando a los hospitales en el país. Además de la situación que se está viviendo a nivel mundial. La aparición de esta enfermedad está ocasionando muchas dificultades, y está provocando desasosiego en todas las personas. Por lo que desde hoy declaro al país en cuarentena y en Estado de Emergencia. Y toque de queda desde las seis de la tarde a ocho de la mañana…—
Al escuchar eso, no llegaba a creer lo que estaba diciendo. Tomó su teléfono y marcó a Vincent, pero no respondía. En eso, oyó que algo cayó en el primer piso. Jennie se extrañó y se levantó de la cama, colocándose sus pantuflas. El televisor seguía emitiendo las palabras del presidente, entre ellas las formas de cuidado para evitar contagiarse. Caminó hacia las escaleras, y logró oír unos pasos.
— ¿Vincent?— preguntó Jennie. Sin embargo, nadie contestó.
Bajó las escaleras, pensando que era Vincent, pero a la vez dudando de esta idea. Lo último que le dijo era que tenía mucho trabajo. Y entonces la idea de que tal vez un ladrón se metió a su casa le aterró por un instante. Así que caminó con cuidado hacia su cocina y busco un cuchillo.
De nuevo oyó unos pasos y esta vez provenían desde la sala. Jennie sostenía el cuchillo con las dos manos. Y se acercaba hacía el lugar del origen de los ruidos, el cual se ubicaba hacia el otro lado, detrás de la escalera. Se dio cuenta que las pantuflas hacia ruido, y se los quito dejándolos al inicio de la primera escalinata. Los sonidos eran más audibles desde el pasillo hacía la sala. Escuchaba una respiración ronca, el cual también parecía estar tosiendo.
Cuando llegó a la esquina, se apegó a la pared. Giró la cabeza, y vio un hombre parado frente a la puerta de entrada. Regresó por sus propios pasos, llamaría a la policía. Caminó de puntillas, y al subir por las escaleras, el cuchillo resbaló de su mano golpeado el barandal y rebotando en el piso.
Un grito llegó desde la sala. Y aquel hombre corrió hacia ella. Jennie subió acelerando el paso, y antes de llegar al segundo piso, se resbaló golpendose el mentón. Se levantó adolorida e ingresó a su cuarto, cerrando la puerta con seguro. Tomó su teléfono y marcó a una estación policial. El hombre comenzó a golpear la madera, y Jennie lanzó un alarido. El teléfono sonaba pero nadie respondía en la otra línea. Un agujero se abrió en la puerta, y el rostro de aquella persona se asomó por un instante. Al verlo, Jennie reconoció a su vecino Ryan. Pero sus ojos estaban rojos y tenía un gran corte en la mandíbula, tanto que tenía expuesto parte de la dentadura. Volvió intentar a llamar, y sin querer comenzó a llorar muy asustada. Aquella criatura metió su brazo por el hoyo, y Jennie comenzó a gritar que se largara. El hombre retiró su brazo, y comenzó a arrancar pedazos para poder entrar. Jennie se levantó y miró por todos lados, y al ver la ventana, decidió salir por allí.
Abrió la ventana y salió sosteniéndose en el marco. Ryan ya había hecho una gran abertura, y ahora si podía ir por ella. Mientras tanto Jennie caminó por la orilla del tejado. Y Ryan se asomó para tomar a Jennie del brazo, y comenzaron a forcejear, la mano del hombre la apretaba con fuerza, pero ella se resisitía aferrándose a una esquina de la pared. Entonces la criatura perdió el equilibrio y cayó al suelo. Jennie ingresó nuevamente a su cuarto. Vio hacia afuera, y observó a Ryan tirado sobre un charco de sangre.
Miiró hacia las demás casa. Y contemplo el completo desastre que había allí, varios de sus vecinos salieron corriendo y detrás de ellos, personas igual de agresivas que Ryan. Se peleaban con personas que parecían ahber enloquecido, otras estaban siendo moriddas y arrastradas por el suelo. Algunos tomaron sus coches y se fueron manejando a gran velocidad. Pero ella ya sabía en su interior que esto iba a ponerse peor.
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Editado: 28.04.2021