Su mente, su dolor. Su sensación de cansancio y no poder moverse por un largo rato estaba muy presente en su cuerpo. Lourdes miraba el rostro de Thomas. Colgado boca abajo, mientras hilos de sangre resbalaban por toda su cara. Un leve dolor en la cabeza comenzó a crecer poco a poco mientras trataba de salir. Pero la puerta se encontraba atascada. Comenzó a llorar, por desesperación y por confusión.
El dolor se hacía más fuerte, y de repente sintió algo líquido resbalando por su mejilla derecha y llegando a la comisura de sus labios. El sabor a oxido se mezcló con el salado de su sudor, y de nuevo una sensación de debilidad inundó su cuerpo. Cuando se desmayó de nuevo, oía en la lejanía una sirena, que debió ser una ambulancia.
Lo que siguió, ella no lo recuerda, pero una ambulancia y un camión de bomberos llegaron al lugar del accidente, puesto que atrajo la atención de muchas personas, hasta de las que se hallaban en la protesta del aeropuerto.
Los bomberos sacaron los dos cuerpos, y los subieron a dos camillas. No estaban seguros si sobreviviría, en especial Thomas, que estaba muy lastimado. Y se retiraron del lugar hacia un hospital, pero no al que se hallaba cerca al aeropuerto. A pesar de ser una emergencia, este hospital se encontraba repleto de pacientes.
Mientras tanto, buscaron el cuerpo de la persona del camión que ocasionó el choque. Estaba atrapado en el asiento del piloto, atravesado por un largo y fino metal por el pecho. Lo dieron como fallecido, sin embargo, despertó lanzando un aullido de dolor, asustando a los rescatistas. Sacaron al individuo cortando el metal con mmucha dificultad, y luego se lo llevaron.
Los bomberos no creían lo que sucedía, aquel hombre, de unos 45 años de edad seguía vivo. A veces gritaba de dolor, pero no comprendían cómo.
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Editado: 28.04.2021