Tears Of Blood

En casa

Abdón llegó a su casa.  Su padre salió del auto para abrir la puerta de su cochera, mientras Abdón seguía con el teléfono, conversaba con Dalton y Johan. Tenían un grupo de chat en Whatsapp, y Johan había propuesto hacer una videollamada cuando todos estuvieran en sus casas. Los tres estaban de acuerdo, por lo que se despidieron hasta media hora después.

Entonces, su padre se asomó por la ventanilla.

— ¿Vas a salir?— preguntó Chris.

—Oh si, perdón papá— dijo Abdón

Chris subió nuevamente para llevarlo hacia el garaje. Mientras tanto, Abdón bajó del coche y caminó hacia la casa por el jardín de la entrada. Su casa se ubicaba en una avenida no muy transitada, y detrás había un gran campo que los llevaba hacia un bosque, el cual se extendía hasta mezclarse con el bosque Nacional de Dost. Abdón abrió la puerta de la casa con la llave que traía en su bolsillo. Y cuando se encontraba en el umbral de la puerta, un sonido de patrulla se oyó cerca, y con ella, la voz de un hombre que se oía ronca y áspera.

“Las calles estarán siendo resguardadas por patrullas y carros militares. Los servicios de primera necesidad estarán limitados hasta nuevo aviso. Solo funcionaran los hospitales, estaciones policiales y estaciones de bomberos. Por favor permanezcan en su casas, cualquier emergencia, llamen a los números de primeros auxilios.” 

La frase se repetía en un altavoz proveniente de la patrulla.  Abdón se quedó un rato perplejo escuchando el mensaje.  Y su madre lo sacó del trance saludándolo.

—Buenas tardes hijo, ¿qué pasó?

Abdón reaccionó.

—Mamá… — dijo, abrazándola.

— ¿Qué pasó? casi nunca haces eso.

Abdón no dijo nada y siguió con el abrazo.

Aquel sentimiento era muy extraño. Todos sentían que algo malo iba a pasar.

—Bueno hijo, ve cámbiate y baja a almorzar a las 12… y llama a tu hermano.

— ¿Ya hay almuerzo?— preguntó, puesto que no creía que haya tenido tiempo para cocinar.

—Sí, no cociné yo, traje un almuerzo rápido con una pizza familiar.

Abdón sintió un poco de emoción al saber lo de la pizza. Le encantaba tanto, pero no lo comían seguido.

—Todo fue tan inesperado, aun no comprendo que debió haber pasado— siguió hablando su madre.

Abdón vio el rostro de ella, y podía ver un atisbo de preocupación. Entonces su mirada se posó en la de él y su preocupación cesó por un instante.

—No importa, ve a cambiarte.

—Si mamá— respondió  Abdón, para subir por las escaleras.

Chris ingresó a la sala, y le dio un beso  a Sara.

—Y en tu trabajo ¿qué sucedió?— preguntó Sara         

—La verdad es  que no creo que haya sucedido algo distinto a ti en la oficina.

Chris le sonríe, se sienta en el sofá y enciende el televisor. Le da una mirada a Sara  quien se sienta a su costado y se apoya en su hombro, rodeado del brazo derecho de su esposo.

—Pero que pasó, cuéntame— insistió Sara

—Bueno. Yo estaba en el despacho, cuando Jeremi entró y me explicó que debía salir a conversar con los militares que estaban afuera. La verdad es que yo me asusté un poco.

—Pero tú casi no te asustas.

Mientras conversaban, Chris pasaba de canal en canal buscando algún programa que lo distrajera de todo aquel asunto, pero solo se topaba con reportajes por todos lados. Así que decidió conectarse a YouTube.

— Lo sé, pero eso no significa que de vez en cuando no tenga miedo. Solo trato de estar tranquilo, tú lo sabes.

—Si…—agregó Sara, imaginando la situación.

—Pues bien, Jeremi si se veía muy nervioso. Sus ojos estaban muy abiertos y temblaba al hablar. Yo lo calmé un poco, y le pregunté si no se encontraba Francis, puesto que él es el gerente general, pero me dijo que salió a hacer algunas verificaciones  a los proyectos que tenemos con otras empresas, por lo que yo como su asistente debía hacerme cargo. Cuando salí, los militares ya estaban allí, les pregunté que era lo que sucedía, a lo que me explicaron que debíamos irnos a nuestras casas puesto que el presidente había decretado como toque de queda, además que algunas complicaciones con aquel virus estaban surgiendo debido a que había mucha gente en las calles.

—A mí me pasó algo parecido amor, aunque la señora Carmen nos indicó que tal vez trabajaríamos desde nuestras casas.  Varios de mis compañeros se sentían muy molestos, preferían estar en la oficina a estar trabajando con sus esposas. —habló Sara.

—Vaya que debe ser difícil para ellos, casi nadie soporta a sus esposas. — dijo Chris, tratando de usar un acento sarcástico. Y luego le regaló un beso en la mejilla de su esposa.  

—Eso parece. Pero luego de que hablaste con los militares, ¿qué hiciste?—preguntó Sara

—Llamé a Francis y le dije lo que sucedía. Él parecía estar más preocupado en otra cosa, su voz se oía muy agitada, recuerda que el sufre del corazón.  Así que solo informé a todos los trabajadores que se fueran a sus casas y que luego coordinaríamos lo demás. 




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