"Despierta, que este simple mundo aún sigue".
Es un sentimiento tan recurrente que ya hasta aburre.
Soy alguien cuya vida es lo suficientemente aburrida como para volverse monotonía.
¿No es eso aburrido? Me lo pregunto tan seguido que trato de distraerme con lo que pueda.
Me dirijo a mi escuela para vivir lo mismo de siempre. Hoy tomé asiento en la parte trasera, como suelo hacerlo. Por alguna razón, me sentía raro, un tanto decaído y con más sueño de lo normal, pero no le di mucha importancia. Pasé las primeras horas con uno que otro dolor de cabeza. No recuerdo haber comido algo que me hiciera sentir esta extraña sensación. Luego de un tiempo, parecía que el dolor había disminuido un poco, pero al poco rato volvió, acompañado de náuseas.
—¿Qué me está pasando? —susurré apenas perceptiblemente, obteniendo como única respuesta un doloroso silencio.
Al salir al receso para tomar un poco de aire, los síntomas parecieron calmarse. Creí que no volverían por un rato. Aún estoy confundido sobre qué me pasaba, pero intentaré ignorarlo el resto del día.
Pasado el receso, los síntomas regresaron, aunque más leves. Aún podía soportarlo. Sin embargo, casi al final de la jornada, sentí que iba a vomitar. Los síntomas se intensificaban más y más con cada minuto que pasaba. Apenas podía mantenerme en pie debido al desgaste que sentía. Ya ni siquiera podía levantarme sin dificultad. Parecía como si... me estuviera muriendo por dentro.
Mis compañeros, al verme, estaban confundidos y asustados. Yo no podía levantar la mirada ni sentía mis brazos.
"Eres el séptimo que ha elegido Dios."
Ya no sentía mi cuerpo. Ya no escuchaba. Ya no sentía. Ya no respiraba.
Había muerto en mi salón.
Profesores y estudiantes presentes quedaron atónitos. Un estudiante había muerto frente a sus ojos. Los profesores llamaron inmediatamente a una ambulancia, la cual llegó una hora después de mi fallecimiento. Algunos gritaron, otros lloraron, algunos quedaron paralizados por la impresión.
Siempre me consideré la persona más normal de la escuela. Hasta cierto punto, resaltaba, pero solía mantenerme en silencio. Que algo así me haya sucedido, teniendo en cuenta cómo era, resultaba impactante.
Mi madre acudió al salón unos quince minutos después de que la avisaran. Intentó ver si reaccionaba. No respondí a ningún estímulo o choque. Ya estaba muerto.
Editado: 22.09.2025