Capitulo 9: Paramos de guerra: Parte 1.

- ¿El mal de este mundo al fin acabará o, como toda mala hierba, volverá a crecer con más fuerza?

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La batalla ha llegado. Se llevaría a cabo en el mundo terrenal. Varios ángeles estaban en posición de evacuar a todos los humanos presentes en cuanto la barrera se destruya. Según de lo estipulado, esta se terminará se desmoronaría por completo cuando el ejército de Lucifer hiciera acto de presencia

Los combatientes estaban alineados en los frentes Norte, Sur-Oeste y Este. Con esto, se atacaría desde tres flancos. Los Siete elegidos para acabar con esta guerra se dividieron; al ser un número impar, uno de los grupos tenía más integrantes que los otros. Yo me alineé en el Este junto a Kain, cuya reliquia era similar a un rifle de francotirador, y junto a Fallen Rose, quien se encargaría de mantener a raya al ejército infernal con ataques de área y a distancia.

El grupo del Sur-Oeste protegería la retaguardia y evacuaría a las personas en cuanto la barrera se rompiera. En este grupo estaban Louis y Emmily. La reliquia de Louis le permitía hacer distintas cosas a través de un "libro". Emmily portaba un arco. No sabía con exactitud cuán hábiles eran con sus armas, pero no le di demasiadas vueltas; mientras fueran de utilidad, ya nada importaba. Con ellos dos, la retaguardia estaba asegurada, y si alguna bestia lograba escapar, tendríamos un contraataque.

El grupo del Norte, en cambio, estaría en el frente. Lo conformaban Sara, Liry y Samael. Sara era capaz de usar una espada ligera... solo eso. Escuché que era tan hábil como aquel que me entrenó durante mi receso. Liry usaba una vara; se prefirió dejarla en el frente para facilitar el avance del resto. Por último, Samael empuñaba una gran espada. Debido a su habilidad para manejarla como si no poseyera peso y a la amplitud de su alcance, se ubicó en la vanguardia.

A pesar de haber pasado meses solo mejorando mis propias habilidades, nunca descuidé la observación del progreso de los demás. Al final, siempre hay que estar al tanto de todo.

Varios minutos después de nuestra llegada al mundo terrenal, comenzaron a aparecer grietas frente a nosotros. Eran lo último que quedaba de la barrera de tres lados. Como si un lápiz atravesara una hoja de papel, de las grietas emergieron bestias y demonios descontroladamente. Entre ellos, uno destacaba: Ulrein. Su expresión era serena e inexpresiva, tal y como aquella vez que toco la puerta celestial.

—"Aquí te espero. Enfréntame si te atreves, ángel".

Solo con su mirada sentí que me decía eso. Pero no tenía sentido tener miedo en estos momentos; al fin y al cabo, eso ya no estaba en mí.

Los enemigos avanzaron rápidamente. La mayoría de los humanos, presas del pánico y la confusión, ya estaban siendo evacuados. Solo quedaba pelear hasta el final. Y aun al verlos huir, despavoridos sin tener conocimiento de lo que de repente apareció frente a sus narices, una insensibilidad hacia ellos se me hacia notar, dejando, en ese momento, de importarme sus vidas.

Posando las armas frente al desastre, esta desgracia... estaba por comenzar.

Fallen Rose: pallide vites.

Astralis Sector: Dispersión.

Del suelo emergieron varias raíces que se dispararon directamente a las bestias y demonios mientras que balas sagradas se aproximaban en todas las direcciones. Ulrein, quien parecía comandar ejército, permaneció al lado de la grieta, no hizo ningún movimiento; solo observaba.

Mientras lado, mi grupo estaba pasando sin percances. Gracias a Fallen Rose y a Astralis Sector, logramos mantener la distancia. El equipo de vanguardia arrasaba con cuanto enemigo se interponía en su camino.

Treinta minutos desde el inicio de la invasión. La evacuación había finalizado y los ángeles llevábamos ventaja en el campo de batalla. Gracias a Liry, casi no hubo bajas. De repente, de la grieta emergió un esqueleto gigantesco, lo suficientemente grande como para atravesarla con dificultad.

Con su aparición, se priorizó su destrucción por precaución antes de que alcanzara a alguno de los grupos. El esqueleto abandonó su postura erguida y, extendiendo sus alargados brazos, comenzó a hacer algo... "extraño". Su tamaño permitía notar cómo varios de sus huesos temblaban. Los demonios y bestias cercanos empezaron a dispersarse rápidamente, como si intentaran evitar algo potencialmente peligroso.

Sara, sin dudarlo, le pidió a Louis que creara un escudo lo más resistente posible, pero... no lo logró a tiempo.

Los huesos del esqueleto se dispararon en todas direcciones. Cientos de fragmentos salieron despedidos. Uno de tantos, se dirigía hacia Liry. Podría haber conjurado raíces para frenarlo, pero se desgarrarían al mínimo contacto y tomarían segundos en aparecer. No tenía tiempo. Ella se quedó paralizada. Todos los demás estaban ocupados esquivando los proyectiles y luchando contra bestias y demonios.

Yo era el único que lo había notado. Si no la ayudaba, moriría en ese instante.

"¿Es que acaso había perdido tanta empatía tan rápido? Después de todo lo que ha hecho por mí, a pesar de ser casi desconocidos... algunas mujeres son extrañas... Pensé sin sorprenderme demasiado.

Orden: tempus accelerationis.

Aceleré mi propio tiempo para moverme con una velocidad sobrehumana. Me interpuse entre Liry y el proyectil, incrusté a Fallen Rose en la tierra rocosa y la reforcé con raíces para amortiguar el impacto.

El choque sacudió todo mi cuerpo. La fuerza fue tal que casi salí despedido del suelo. El golpe me arrastró varios metros hacia atrás. Debido a que salvé a Liry, entramos en desventaja: las raíces dejaron de atacar.

El terreno se tornó a favor del enemigo en un instante. De la misma grieta apareció otro esqueletos, si con uno ya era difícil... con dos, estábamos perdidos. Dios no podía intervenir sin desestabilizar el mundo al igual que con los Arcángeles mayores, y lo mismo aplicaba para Lucifer.