-Bella y maldita sea la noche tranquila que azotada será por su desgraciada oscuridad reluciente y deslumbrante-
• ────── ✾ ────── •
—Con todo eso que me has contado, cualquiera creería que eres el elegido, o por lo menos alguien especial —dijo un hombre mientras limpiaba vasos en un mostrador.
—¿Elegido? Quizá, a fin de cuentas fue un desgraciado que me mando a morir y que me dio el poder del tiempo ¿Alguien especial? El todopoderoso me puede quitar este ojo desgraciado cuando quiera, así, lo único especial seria que soy el primero que deserto del cielo por voluntad propia, y como ya se sabe, a Lucifer lo echaron. Dame otra copa —decía Dariel, decaído sobre aquel mostrador.
—Ya has bebido demasiado esta noche... pero parece no afectarte.
—Pues claro, el cuerpo de un ángel es divino y puro. Nada que genere estados alterados puede hacernos efecto. O por lo menos eso es lo que se. Otra copa —levanto su mano aun recostado, haciendo seña a quien lo atendía.
—A la orden... —dijo el bartender sin mucho animo para, seguidamente, preparar una bebida que, al combinar sus ingredientes, un fuerte aroma dulce invadía el ambiente rápidamente—. Ya llevas un mes en Nueva York, ¿te esta gustando? De casualidad.
—Lo único lindo de esta apestosa ciudad es este bar... y eso ya es mucho. Ni me molesto en salir en el día.
—Hey ¿Hacia falta insultar? Aun no has ido a ver a tu familia, por lo que veo. Se que ya moriste... en tu aula, y que ahora eres un ángel y todo pero, por lo menos deberías ver como están, ¿no?
—Por desgracia para ti, y mas para mi, soy un ángel de guerra. Fui creado solo y únicamente para ganar una pelea de mierda donde podría haber muerto por segunda vez y sabrá quien a donde iría a parar. Aunque empiezo a pensar que fue una idiotez largarme de ese lugar sin mas. Que mas da, el daño ya esta hecho y la batalla de cincuenta mil años va a seguir —Mientras hablaba, daba un largo sorbo a aquella copa.
—¿Eh? ¿Esa guerra entre el Cielo y el Infierno no acabo? —pregunto desentendido, aun continuando limpiando los vasos.
—Claro que no. Si de los seleccionados no hubo nadie a quien se le diera elegir el: "sigues conmigo o vete con el otro", significaría que va a continuar hasta que surja uno a como de lugar.
—Si, pero a ti te seleccionaron, ¿no?
—Eso es verdad, el problema esta en que no elegí con quien irme. Y a gracia de eso estoy aquí, hablando con un cantinero sobre temas celestiales.
—Vaya... ¿Y que pasara ahora? ¿El mundo se ira al caño? —nuevamente pregunto, ya habiendo terminado de lavar los vasos, tomando asiento detrás del mostrador.
—Mmm, déjame pensar... Es probable que se elija a otro de los Ascendidos restantes para que ocupe el puesto de seleccionado, y así la guerra terminaría... por otros cincuenta mil años. Pero, si eso pasa me tendrían que matar a mi, y si no pasa... también.
—¿Y la razón de eso es...?
—Pues, es algo complejo. Si eligieran a alguno de los Ascendidos, se toma como misión eliminar a posibles enemigos que no estén arraigados ni al Infierno, ni al Cielo. Esto ronda por una regla estúpida que ahora no recuerdo. Al tema, si no elijen a nadie, significaría guerra eterna hasta que suceda, y yo estaría metido obligatoriamente ahí, ya que soy, actualmente, enemigo de ambos bandos.
—Ya veo. Parece que te tiene preocupado esta situación. Es prácticamente de lo que mas has hablado últimamente.
—Ja, claro que no —pronuncio al fin levantando la cabeza del mostrador, para luego dejar caer, sonando un fuerte golpe.
—Una persona que bebe mas de veinte copas es alguien que quiere desahogarse de sus problemas.
—Tch, puede ser. Es solo que... hasta ahora, me he dedicado a solamente ver, aprender y comprender el porque soy un seleccionado para una guerra eterna sin remedio. Ni momentos antes de que todo esto pasara me puse a pensar que hacer luego, me centre tanto en el presente que ya no se que mas hacer. Ya no se a donde debo ir, me perdí de mi propio camino... y eso que le dije a Dios que seria alguien que creara su propio camino. Debo parecer un idiota en este momento.
—Oye... ¿acaso te quieres morir? —dijo mientras lo observaba fijamente.
—A este punto... no se si quisiera también vivir y, ¿a que viene esa pregunta?
—Digo, me estas contando una larga travesía de un año en caminos divinos antes de que los traicionaste, y ahora que no sabes a donde parar ¿Qué mas quieres que piense? Ni siquiera quieres ver a tus familiares, que deberían de estar con algún pesar en el alma después de tu muerte.
—Aj, sabes, simplemente siento que no tengo animo de nada, por eso vengo aquí, a ver si tomando y tomando se me ocurre algo.
—¿Y piensas seguir así? ¿Tomando hasta que eventualmente te de cirrosis? Si es que es posible eso...
—Buena pregunta... supongo que volveré hacer lo que hacia antes de morir: improvisar sobre la marcha.
—No puede ser... —Susurro el cantinero—. Cambiando un poco de tema... me contaste que uno de tus amigos tenia sus recuerdos incompletos ¿Qué paso ahí?
—La verdad, no estoy seguro. Lo único que vi era que Samael estaba en una burbuja y Dios lo estaba mirando.
—Pues suena bastante extraño.
—Mmm ¿No será que Dios nos mato a nosotros en vez de ser causalidades sin sentido?
—¿A que viene eso?
—Pues, es que es algo extraño. Desde que llegue por primera vez, note que todos parecían "recién llegados"...Oh, ahora recuerdo algo interesante —levanto su cabeza del mostrador, erigiéndose por primera ve luego de estar tanto tiempo recostado—. Hace tres años, paso por las noticias que una casa aparentemente abandonada había explotado sin explicación alguna, y que alguien que pasaba cerca resulto tan gravemente lastimado que murió a los pocos minutos de ser recogido.
—Tres años... ¿Crees que Dios los hubiese matado a todos en tiempos distintos?
—Así podría ser, pero, la descartaría, pues, en el año que pase junto a los demás, note que todos habíamos muerto el mismo año, algo que incluso Samael afirmo. Así que, las cosas podrían resultar así: Si Dios nos mato mediante algún truco, significaría que una muerte tan precisa como una casa explotando cerca de donde estaba Samael, fue obra de él. La cosa esta en que su muerte sucedió mucho antes que los demás hubiesen fallecido, quedando que Samael fue el primer seleccionado. Aquella burbuja que vi hubiese podido ser una capsula que lo mantuvo dormido hasta que todo comenzó. Ahora queda la incógnita, ¿Por qué matar a Samael mucho antes de que todo pasara y porque despertarlo justo cuando los demás habíamos muerto?
Editado: 09.06.2025