-El Bufón aun sigue en su risa, la Domadora lo sigue viendo mientras gruñía, ambos rodeados de "hombres y mujeres". Sumerjámonos ya, en este "placer loco".
Acto 1: Galardonados los queridos y odiados. He aquí, tu camino al descenso.
Con una entrada lo suficientemente dramática como para ser igual a su susodicho padre. Ahí estaba, con mirada fulminante en medio del desastre que causo, uno de los hijos de Lucifer. Estuvo observando lentamente los alrededores, probablemente buscando a Lucifer, sin haberlo encontrado. Soltó su guadaña con rabieta, incrustándola en los escombros. Camino lentamente, acercándose, teniendo encima pieles, escamas, de animales que no conocía... si es que animales podrían ser. El polvo provocado termino de disiparse, en ese mismo instante, se abalanzo rápidamente. Pude verla, el Orden me lo permitía, sin embargo, no podía percibirla. Su dirección, directa hacia el mayordomo, estrellándose ambos a las escaleras del trono.
—¡Sera mejor que me respondas rápido ¿Dónde está Padre?! —exclamo enfurecida, mientras sostenía del cuello al mayordomo.
—S-su padre partió hace ya un tiempo. Me temo que ya no se encuentra —dijo entre corte y corte de voz.
—¡¿Entonces donde esta?! —grito, iracunda—. Sentía que la energía de Padre se esfumaba poco a poco, pero desapareció de repente. Eso no es posible ¡No debe de serlo! Se suponía que, tras su muerte, seria yo quien ocupara su puesto, y ahora me entero de que hay un maldito ángel ocupándolo.
—D-debe de entender, Señorita Veliel. Esta fue decisión de su padre. Fue su elección haber escogido a un ángel para que ocupara su puesto.
—¡No me vengas con esas estupideces, Leviatán! —Expreso, mientras ahorcaba con aun más fuerza al mayordomo.
—¿Leviatán? —pensaba Dariel, sin quitar la mirada en aquella escena.
—¡Siempre seguías sus órdenes, siempre estabas a su lado en todo momento. No te alejabas de el jamás! Nos entrenaste a los tres para ser siempre fieles a Padre, al igual que para encontrar un sucesor de su puesto como pecado el día en que se fuera. No me creeré que estas conforme con esto. Un desconocido que apareció de la nada, que solamente despertó su interés... no es posible tal estupidez.
—E-entiendo su pesar, Señorita. A-antes de partir, su padre me encomendó de su cuidado, al igual que el Señor Nikolái. Su elección ya había sido planeada desde hace ya mucho tiempo., Es probable que Lucifer solo estaba esperando el momento justo para delegar su puesto a alguien más, y sus hijos no entraban en ese plan.
En un ataque de ira, Veliel lanzo lejos al mayordomo para, acto seguido, golpear repetidas veces los escalones. Una y otra vez, no se detuvo, no se cansaba, su carne no se desgarraba. Se sentían retumbos por cada golpe que realizaba. Golpeo y golpeo, hasta quedar completamente satisfecha.
Al detenerse, tomo un respiro con irritabilidad. Me miro fríamente, luego, salió del agujero que había creado con cada golpe que hacía. Levanto su brazo en la dirección donde se encontraba su guadaña, seguido, esta levito y regreso con velocidad a su mano. Ya me parecía alguien problemática, ataco sin mediar palabra al mayordomo. Lo llamo Leviatán... Algo huele mal.
No me percate, su presencia ya caía en lo nulo, al darme cuenta, tenia la guadaña envolviendo mi cuello. No se si lo esperaba, o si ya carecía de eso en ese momento, pero no sentí la más mínima sorpresa. Ambos cruzamos miradas, una más fría que otra, sin parpadeo alguno. Miradas dignas de un romance, con la diferencia de lo denso y pesado que estaba el ambiente...
—Sin reacción ¿Eh? —Sosteniendo una mirada llena en ira contenida, pronuncio sin bajar la guadaña.
—¿Crees que es necesario tanta agresividad? —dijo, sosteniendo una mirada fija y vacía, tocando con una mano la hoja de la guadaña, intentando retirarla.
—¡Tu no tienes lo necesario para gobernar aquí! Ángel.
—Tu padre también lo era. Creo que tengo chance de poder lograrlo, ¿no crees? —Sin un pestañeo, respondía sin quebrar su voz.
—Tch. No pienso aceptar esto ¿Por que padre decidió esta estupidez? —susurro dando media vuelta y quitando la guadaña, aun manteniendo una mirada iracunda—. Recibí un mensaje de Padre antes de dejar de percibirlo, solo mencionaba que debía de volver al castillo en cuanto tuviera la oportunidad. Sabes algo de esto, ¿Leviatán?
—Jum —Se levanto sin mucho problema, como si la reciente egresión no fuese para tanto—. Me temo que desconozco la razón de su reunión. Mi señor solo me ordeno que reuniera a sus dos hijos restantes.
—Y por lo que veo, Nikolái aun no ha llegado ¿Qué se cree ese imbécil? Siempre hace lo mismo —expuso, en el momento que se acercaba a aquel dragón que sobrevolaba el castillo.
—No han pasado sino unos días desde que su padre de marcho, si esperamos un poco mas quizás llegue a tiempo —dijo Leviatán, recomponiendo su compostura tan firme y elegante.
—No pienso esperar a ese desgraciado. No es la primera vez que tarda en llegar a algo importante —Permaneció cortos momentos observando el horizonte desolado tras la ventana rota—. Aj, lo iré a buscar. Así podre calmarme un poco de este problema —conto mientras se acercaba preparaba al dragón que descendió con cuidado—. Padre lo mando a algún lugar con una misión... ¿A donde fue a parar?
—Eso no lo se, por desgracia. Si me lo permite, revisare en los archivos de mi Señor. Debió de haber escrito las misiones en algún lugar. Aunque no lo hacia con frecuencia, se que la que le encomendó al Señor Nikolái la escribió.
—Que sea rápido. No soporto ver el rostro de ese maldito.
Y así, una corta conversación termino, dejándome de lado la mayoría del momento. El mayordomo, quien la Domadora llamo Leviatán, se marcho rápidamente, con un rostro... peculiar. No había resentimiento ni ira, tampoco tristeza. Su rostro era igual a cuando nos vimos por primera vez, sin cambio. Lo seguí dejando atrás a la Domadora. Aun si él se percato de mi presencia, me ignoro en todo el camino. Al final, llegamos a una habitación repleta en un desorden de libros, hojas rasgadas y rayadas. Todo un caos provocado por quien pasaba tanto tiempo estando aquí: Lucifer.
Editado: 07.07.2025