Teatro de la dominación: Historia previa al retorno.

Capitulo 23: Un cuarteto de abandonados de su Luz: Parte 3.

Para quien siempre permanece a seño fruncido: Abandonad ya esa vil ira que tanto te limita.

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Acto 3: Caminar entre pasillos rojizos y deslumbrantes por su oscuridad para ver lo bello que yace en "su" mal.

Pasos lentos y apaciguados volvieron a recorres los pasillos sin rumbo fijo. Cada que caminaba, con más firmeza se escuchaba. Las ventanas al rojo muerto ambientaban el lugar como si de un eclipse candente fuese. No obstante, solo ameritaban pocos pasos para que esta iluminación cesara. Un pasillo casi oscuro, donde flores rojas en las paredes rígidas, y bichos encerrados daban su lúgubre sensación.

—Vaya cambio... ya me siento raro aquí... ¿Me devuelvo? —pensó sin mucho ánimo, con su mano acariciando su cabeza.

La sensación del extraño pasillo se intensificaba mientras más permanecía en el, y su dolor seguía en su constancia. Sin embargo, la curiosidad entro en escena y, por supuesto, esta termino ganando.

Continúo caminando sin mucho apuro, el silencio de un lugar deshabitado era evidente para sus sentidos. Él no presentía acecho o peligro, el lugar esta tan calmo como la marea de una playa a medianoche. El pasillo no se extendía más y, en cuanto la poca luz hizo ver el final, apareció una puerta en la penumbra. Era alta y algo ancha, en sus extensos, tenía mariposas talladas, revoloteando de un lado a otro, junto a gemas rubíes incrustadas.

Nunca había visto una puerta como esta, ni siquiera entre los mil y un pasillo de este castillo. Mi curiosidad era alta. Una puerta ubicada al fondo de un pasillo oscuro ¿Qué cosa seria mas intrigante que esto? Gire la decorada manija, no rechino y la puerta se abrió de par a par. Lo que veía no era mas que oscuridad devorante que familiar parecía. Di un paso al frente y antorchas escarlatas se encendieron al instante; a diferencia del pasillo, la iluminación era lo suficientemente alta para llegar a cada rincón de ese lugar.

Era una habitación curiosamente espaciosa. No había ventanas ni nada por lo que la luz exterior pudiese ingresar. Una cama grande ubicada en una esquina con dos mesas en sus costados y, al igual que la puerta, decorada con tallados de mariposas. A pesar de lo encerrada que era la habitación y su gran espacio, esta estaba densamente decorada y amueblada, dejando solo una pequeña área en su centro.

Los detalles, tanto pequeños como grandes... eran tantos como para que perdiese fácilmente el interés en ellos.

Recorrí con lentitud, observando superficialmente los detalles con mariposas que se extendían a lo largo y ancho junto a distintas armas esparcidas, pero ordenadas.

Al final, levante la mirada, observando las paredes, y mas específicamente, su contenido. Varios cuadros pintados se hallaban, lo suficiente grande eran, que cada uno cubría una parte de las paredes. En orden parecían estar, uno que no me moleste en descifrar.

En el pasillo poco iluminado, una figura misteriosa se aproximaba en silencio. Dariel no se percató, quizá por su debilidad momentánea... o porque estaba demasiado inmerso en las pinturas. Este ingreso al cuarto sin problema y, a pasos serenos se poso a las espaldas del adolorido.

Usted... no debería de estar aquí —pronuncio una voz aguda.

No hubo reacción sorpresiva, solo una tardía. Dariel dio media vuelta, estando cara a cara con aquel que hablo. Era un sirviente del castillo, mujer parecía. Con una mirada sin emoción.

—El jefe Leviatán me comento de su... "tour" por el castillo —dijo la sirviente a tono apagado—. Pero, pese a eso, por su propio bien, debería salir de aquí mientras pueda. A menos que desee la... intervención de Veliel.

—¿Veliel? —Observo con mas fijación la habitación— ¿Esta es su habitación?

—Por desgracia, así es.

—¿Por qué esta en este lugar tan recóndito?

—Ella fue la que eligió este lugar. Menciono que le gustaban este tipo de ambientes apartados y oscuros. Sinceramente no la entiendo, pero, que mas da, solo soy su sirviente.

—¿Y que pasa con todas estas cosas? Es impresionante que no se note desordenado.

—Es un gran halago escuchar esas palabras de usted. Si no se nota en desorden es debido al arduo trabajo que me tomo en limpiar este lugar polvoriento para cuando ella llegara —Esbozo una sonrisa pequeña.

—Entonces eres la encargada de esto.

—Sí, en efecto. Y sobre las cosas que hay, la mayoría son regalos que le proporcionaba Lucifer de vez en cuando. Lo demás son solo "basura" que ella consigue en sus batallas.

—¿Basura? Nunca pensé escuchar eso sobre los objetos personales de alguien que es superior a ti.

—Soy la sirviente personal de Veliel. Estar siempre al lado de alguien que desde que nació se lo paso iracundo pasa a factura en algún momento —Se acerco un poco a Dariel—. Dicho esto, le vuelvo a sugerir en que salga de la habitación ahora que puede. No creo que ella venga, pero mejor prevenir que lamentar ¿No?

—En estos momentos tampoco es que me importe tanto —Freno en seco, pues las punzadas de dolor volvieron. Luego, volvió a observar los cuadros—. Estas pinturas... ¿Qué son? ¿Otro regalo de Lucifer?

—Sí, fueron hechos mientras Veliel crecía; la ultima fue hecha hace... 200 años, mas o menos. Se podría decir que relatan sucesos ocurridos en la vida de Veliel, los mas importantes, claro. Si fuese por cada suceso, todo el cuarto estuviese repleto de cuadros de batallas.

—Ah.. entonces ¿Qué relata este cuadro?

Señalo uno poco alargado, visiblemente mas antiguo que otros, visto superficialmente.

—Esa se llama "Desafío en la llamarada". Es el primer cuadro que se le hizo. Fue en los momentos en que, por su ira y ansia, fue dominando de una en una cualquier arma que se encontrase. Por supuesto que, al final, se quedó con la guadaña.

—Ah... ¿Por qué hizo eso? Tengo entendido la "ley del mas fuerte" que hay aquí, pero...



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En el texto hay: poderes adquiridos, celestial, infernal

Editado: 22.09.2025

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