Sin importar que, sin importar como, todo lo consumirás, todo lo devoraras, pues, así eres tú, como otro engendro que nació en el mundano hueco conocido por solo sufrir.
• ────── ✾ ────── •
Acto 1: Para nada has de lamentar, solo alimentar.
—¿Cómo fue que pase estar preocupado por mi estado, a estar en.... esto?
Un parloteo pobre se hallaba en la habitación, con una gran mesa y sirvientes silenciosos en cada esquina. Leviatán, Nikolái, Dariel, incluso Veliel, se encontraban en un "placentero" festín mañanero con alimentos que extrañaban a cualquiera que habitase lo alto y lo terrenal.
—¿No cree que es demasiado tarde para preguntarse eso, señor? Con este día, ya tendría casi un mes desde que puso pie en el Infierno.
—Casi un mes, ¿eh? No esperaba estar tanto tiempo aquí... sí solo ese desgraciado no me hubiera encerrado —soltó un suspiro—. Y cada vez se me pasa más por la cabeza que quedarme aquí no podría estar tan mal —con un movimiento seco, recostó su brazo en el cual poso su cabeza—. Ya te dije que no me digas "señor", Leviatán.
—Oh, lo olvide. He tenido siempre la costumbre de llamar a algunos distinguidos así, le pido su amable comprensión —Observo con fijación el plato de Dariel—. Y bien, ¿no piensa tocar un poco su plato?
—Ah, eso...
En una porcelana reluciente y fina, se hallaba una gran pieza de carne de origen desconocido; con una salsa peculiar rojiza y flores que aparentaban una ensalada peculiar. Su aspecto grotesco no era, no obstante, debido a la usencia de conocimiento en procedencia, Dariel no hizo más que mirar fijamente el plato, al no poder expresar rechazo alguno.
—No, gracias. De todos modos, no necesito comer. Además, todo lo que entra a mi boca termina sabiendo amargo.
—¿"Amargo"? Disculpe mi ignorancia, pero... ¿Qué es eso?
—¿Es... enserio? Digamos que es un sabor desagradable, y el más repugnante para mí.
—Oh, entiendo... la verdad, nunca hemos probado algo con esa descripción. Incluso cuando aún vivía en las aguas del mundo terrenal, jamás comí algo que resultara de esa manera.
—Vaya... que suerte. Ese sabor abunda ahora allá... pero entonces, ¿a qué se supone que sabe esta... "carne"?
—Diría que es un buen "golpe jugoso", je, je.
—Ah, ¿sí?
Sostuvo con pereza un cuchillo y tenedor, ambos filosos, con los cuales corto de a poco la extraña carne. Esta, a pesar de su aspecto, era suave y poco rígida, quizás por el cuchillo, quizás por su preparación; eso carecía de importancia. Él llevo aquel pedazo a su boca con suma lentitud y, al solo ingresar, realizo una mueca notable.
—No está mal, pero... me sabe amargo...
—Eso es extraño, esta carne perfectamente preparada no posee nada como lo que describió...
—Quizá sea porque tengo el paladar atrofiado.
—Ah, ya veo...
Como si nada una conversación casual sobre comida había surgido. Leviatán no paro de describir cada cosa comestible existente, y yo solo añadía una que otra cosa de los platos que probé en primera vida. La situación escalo a tal punto, en que este sugirió la perversa idea de que Veliel y Nikolái visiten alguna vez el mundo terrenal para probar la gastronomía. Tal cosa la negué en su funcionalidad, pues, tener a una loca iracunda y un payaso loco no sería muy bien percibido por nada ni nadie.
Hacía mucho que no me encontraba en tal escena, una con calma acogedora y tranquila, la cual incluso en el cielo poco la sentía. Estar en un desayuno como cualquier otro con aquellos que me acusaron era más interesante de lo que se notaba. Leviatán cortaba a trozos finos lo que comía; Nikolái jugaba con lo que sus filosos utensilios tocaban; y Veliel, extrañamente, devoraba lo que tenía por comer, pero de una forma tranquila, una poco usual, al menos para mí. Nada comparado con los días sin gracia cuando volví al mundo terrenal...
La escena me tenía tan sumergido en el pensamiento, que los tres me observaron fijamente por un momento, a lo cual, solo procedí a ignorarlo y centrarme en otra cosa. La mesa, tan rustica y bien adornada, poseía una "jerarquía" que fácil se notaba. En los dos largos, una silla señalaba el asiento de Leviatán, decorado con el mar apagado, y en la otra punta, un asiento de Lucifer; este tenía el peculiar decorado de las flores rojas que recorrían todo el castillo. En las partes anchas, dos sillas por cada lado; en una parte, aquellas que señalaban la de Veliel con mariposas, y la de Nikolái, con sonrisas extrañas. En la otra parte, donde estaba ubicado, yacía la silla vacía de aquel que "asesine": Ulrein; esa silla no poseía nada especial.
—Ustedes enserio son muy diferentes.
—¿A qué viene eso, mi agonizante señor? —dijo Nikolái, lanzado pedazos de carne como malabares.
—No son nada parecidos a Lucifer. A demás, deja de lanzar esa carne, da asco.
—¿Ah, ¿sí? ¡Pero si nosotros somos la personificación de una parte de padre, mi querido!
—¿A qué te refieres? Aunque no lo vi mucho, se notar que no tienen nada en común... más allá de ser unos desquiciados.
—¡Pero eso es solo si lo ves en conjunto! Vera, en nuestro nacimiento fuimos personificados como "un fragmento de pecado" de nuestro padre, a eso lo llamamos como "Legado de la Soberbia".
—¿Y eso que tiene que ver con su parecido?
—¡Pues mucho, cariño! —se aclaró la garganta—. Continuando, al ser engendrados de esa manera, poseemos como "principio" una parte de la personalidad de papá. Ulrein tenía su indiferencia desmedida, Veliel tiene la ira incontenible que siempre guardo, y yo la despreocupación, ante todo, con tal de disfrutar y gozar.
—Ah... entonces son así de planos...
—¡Si lo dices así, haces que suene mal! Tómelo como un añadido que define nuestra forma de ser, ¿sí? De todos modos, mucho no importa, al final podemos desarrollar nuestra existencia a nuestra manera, aunque no podamos eliminar esa parte engendrada. Aunque a mí no me molesta, y tampoco parece que le moleste a mi hermanita.
Editado: 03.12.2025