Bajo un fondo estrellado que formaban líneas rectas desde su perspectiva al viajar las naves a velocidades hiperespaciales, había cinco cruceros de batalla imperiales, rumbo a su destino. Un planeta que se había rebelado contra las autoridades imperiales y se habían hecho con armamento altamente peligroso, para hacer frente a la flota que previsiblemente acabaría por presentarse con el objetivo de sofocar su sublevación. Los vehículos espaciales eran los modelos más avanzados de su clase, los XV-45, con el mejor blindaje, armas o escudos de de los que disponía el imperio. Su diseño se podría asemejar al de un antiguo misil, aunque algo achatado en algunas partes y sus armas estaban integradas dentro del casco. Su dotación era de doscientas personas para su navegación o mantenimiento, más entre dos mil quinientas y tres mil soldados de infantería para el combate en la superficie o en los pequeños cazas con los que también estaba equipado. Era una nave espacial de gran tamaño y cumplía de sobras con su objetivo de atemorizar con solo aparecer en el campo visual del enemigo. En la oficina del capitán situada en la única parte que sobresalía del perfecto cilindro puntiagudo, que era una pequeña estructura cerca de los motores sujeta por una base circular por la parte frontal, se encontraban reunidos el capitán y su segundo de a bordo.
¿No esperará la emperatriz en serio que se rindan con solo vernos? –pregunto su segundo de a bordo.
Su nombre era Levy, un hombre de unos treinta años y que los aparentaba físicamente Tenía buena presencia y cabello negro, su complexión física era la adecuada que se requería a todo miembro del ejército imperial.
Evidentemente, no creo que lo haga, pero debe contentar a cierta parte del senado o tribunos de la plebe que así se lo han exigido a la hora de dar su apoyo a la hora de enviar esta flota a sofocar la revuelta –respondió el capitán.
Se llamaba Dainan, un curtido militar con años de experiencia a punto de llegar su hora de jubilarse y posiblemente esta sería su última vez como comandante en jefe de una misión militar. Era mestizo de color de piel, ahora era un detalle en el que nadie percataba tras cerca de llevar el imperio expandiéndose desde los dos años luz que abarco la antigua alianza colonial hasta los cerca de trescientos que ahora se extendía el imperio tras cerca de seis siglos. Los habitantes de esos sesenta mundos iniciales más los terrestres que según creían algunos se unieron, empezaron a distribuirse y mezclarse entre los nuevos mundos que rápidamente dejaron de tener la población que en un principio era mayoritaria en función de quienes los colonizaron. Sus rasgos físicos en su rostro eran de alguien ya propio de cumplir los cincuenta, y lucia un bigote aún negro al igual que su cabello.
Esos políticos ignoran por completo que a veces es necesaria utilizar la fuerza militar, sin que les tiemble el pulso a la hora de apoyarla –respondió su segundo.
No le extrañe que termine en mi puesto al concluir esta operación militar, cuento con el apoyo de la emperatriz hasta cierto punto... pero si empleamos más fuerza de la que algunos de los que la apoyaron aceptasen... no dudaran en pedir alguna responsabilidad y será mi cabeza la más idónea para sacrificar. No es casualidad que me encomendase esta misión a mí, a alguien con una edad de jubilación ya cercana.
No termino de entender ese buenismo que ha calado en parte de la población imperial, quieren mantener la unidad sin que hagamos nuestra labor en caso de ser necesario.
Es fácil de comprender en parte, ya que llevamos un par de siglos sin conflictos realmente serios y eso ha provocado que esa parte de la ciudadanía vea el uso de las fuerzas militar como algo demasiado extremo –informo Dainan.
Ese último hecho ocurrió a causa de una discrepancia al negarse varios planetas a aceptar como emperador al electo por la mayoría, en sí no fue nada a destacar, ya que basto la sola presencia de la flota imperial para calmar los ánimos de esos ciudadanos. Incluso antes de que desembarcasen las tropas ya la gente había asumido lo insensato de la posición que defendían.
Al menos parece que la mayoría reconoce que el actual sistema funciona muy bien y les aporta más beneficios que perjuicios –opino Levy.
Funciona porque hasta el propio emperador sabe que puede ser destituido si pierde la confianza del pueblo. Y es consciente de que la flota imperial no le sería fiel en caso de querer imponer su mandato a la fuerza si fuese reprobado en una de las elecciones que le legitimasen de nuevo en el puesto –dijo el capitán.
La figura del emperador en el actual imperio estelar humano, era la de un gobernante que debía de refrendar su apoyo cada cuatro años y demostrar que era el adecuado para mantener la unidad del imperio, así como saber tomar las decisiones correctas o gestionar los recursos correctamente. En caso de perder, se veía desprovisto de todo apoyo civil o militar debiendo proceder a iniciar el procedimiento para la elección de uno nuevo de los que optasen entre la gente capacitada para tal cargo.
Hay que reconocer que la actual emperatriz Shelley II, es bastante popular y es uno de los pocos que llegara hasta su máxima edad de permanencia en el cargo sin haber sido reprobada en ninguna ocasión en las elecciones –comento el capitán.
Es una mujer muy preparada, a la vez que sensata y lo ha demostrado de sobras las no pocas veces que haciendo uso de su poder... cambio algunas decisiones que habían tomado tanto los senadores como los tribunos del pueblo, pese a que algunas fuesen algo controvertidas... por lo que estuvieron a punto de costarle perder alguna reelección por muy pocos votos a favor –reflexiono su segundo.