Telaraña Interestelar, Saga Imperitus Ii

CAPÍTULO 2

En la luna de la vieja Tierra, era en donde se encontraba aún los laboratorios en donde colaboraban tanto ranmianos como humanos del grupo imperitus en las diferentes investigaciones que se llevaban a cabo. Por las calles de la gran ciudad protegida por una cúpula de cristal prácticamente indestructible, se podían ver a ambas especies pasear con total normalidad a cualquier hora del día.

Allí se celebraban cada mes habitualmente las reuniones del consejo, que había recuperado su número habitual de miembros y entre los cuales ya se incluían a los ranmianos. Aunque el presidente, seguía siendo el mismo que hace cerca de seis siglos.

  • Supongo que si eso es todo, podemos dar por concluida la sesión mensual –dijo Eduardo al resto que procedió a dejar la sala tras despedirse, menos uno que permaneció en su lugar mirando su terminal.

  • ¿Aún sigues con esa idea?, se ha resuelto que tu proyecto era demasiado complejo y poco práctico para seguir con él –dijo el presidente mirando a esa dirección.

  • Ya he estado al tanto de esa decisión, aun así creo que sería una de nuestras mejores opciones ese nanovirus frente a los grundo –replicó soltando la terminal sobre la mesa– Era todo más fácil antes cuando el consejo se limitaba a los... cuatro –prosiguió diciendo con dificultad.

Ambos eran lo que pasó a denominarse rombres, Brandon con ayuda de Prancer logró construir el primero al poco de instalarse en esa ciudad lunar. Eran una combinación de electrónica muy compleja con material sintético que sustituye a los órganos naturales, a los que podía transferirse la conciencia de alguien a punto de morir a su cerebro computarizado. Aunque Paula no estuvo dispuesta a hacer lo que ellos hicieron, y eso aún era algo que entristecía a Mark... no se resignaba a la idea de haberla perdido pese a hacer ya siglos que murió.

  • No eres el único que los echa de menos, amigo. Fueron desde luego buenos tiempos y los cuatro hicimos grandes cosas en su día, es algo que no podemos negar... añoro a Brandon con quien fortalecimos el grupo Imperitus y a tu esposa que era una mujer que se hacía querer por su forma de ser.

  • Fue una mujer excepcional, tuve la suerte de que me escogiera para ser con quien decidió compartir su vida. Aunque nunca le agradó en exceso la idea de transferir su conciencia a un rombre, al igual que a Brandon –dijo Mark.

  • Es cierto... no a todos les gusta o se fían del proceso de transferencia. Y además nunca fue del agrado de tu esposa por sus creencias eduanas o de Brandon que pese a haber accedido en un principio... no estuvo muy conforme con esa forma de existencia y opto por terminarla en aquella lanzadera en la que se le encontró en órbita en torno a la Tierra, pasado apenas un siglo de su decisión –continuó explicando Eduardo.

Los peruanos creían que había otro tipo de vida tras la muerte del cuerpo físico en una dimensión alterna, una creencia que compartían con algunos planetas más. En esa realidad no existía ya ni el dolor o la muerte e incluso de desearlo, podían optar por reencarnarse de nuevo si así lo decidían en cualquier momento con los conocimientos de sus vidas pasadas. En esa nueva existencia, les estaba vetado el compartir dichos conocimientos con los demás a la ligera y tan solo podían hacerlo en ocasiones puntuales que fuesen realmente necesarios por una emergencia. Ni tan siquiera podían admitir ante los demás ser uno de los reencarnados, bajo pena de ver prohibida su entrada de nuevo a esa dimensión en el momento de su muerte y verse condenados a errar como entes energéticos por el universo hasta que sus actos compensan su falta... tan solo entonces, volverían a tener las puertas abiertas a esa realidad nuevamente.

  • Nunca termine de entender cómo es que podía creer en algo similar, en Reguan-5 ya habíamos dejado de lado todas esas supersticiones hacía ya mucho tiempo –dijo Mark.

  • Por aquel entonces, era algo común que cada planeta de la alianza colonial fuese peculiar a su manera. Ahora todos están más homogeneizados al haber desplazamientos entre los diferentes puntos del imperio.

  • Lo triste es que quedemos solo nosotros dos, de los cuatro que hicimos posible esta nueva prosperidad de la que disfruta la raza humana –dijo Mark desanimado.

El empresario procuraba cuidarlo y ofrecerle su apoyo lo máximo que le era posible al nano virólogo, al temer que siguiera los pasos de Brandon y se dejase agotar sus energías en la órbita terrestre el día menos esperado. Era el modo usual de acabar con su existencia los rombres, desde que el ingeniero puso fin a la suya de esa forma hace cerca de cinco siglos.

  • ¿Me he de preocupar por ti?, ¿harás alguna locura? –le preguntó cómo había hecho otras tantas veces.

  • En absoluto, tan solo me ha afectado más de lo normal esa decisión del consejo.

Eduardo le acercó su terminal para qué la examinará por sí mismo, cambiando su estado de ánimo al instante.

  • No podían votar abiertamente por lo que consideraban lo más apropiado los ranmianos, y lo hicieron en secreto frente al resto de miembros. Esperan obtener buenos resultados de estos estudios, pese a no contar con un espécimen grundo apropiado para resultados 100% fiables por el momento.

  • ¿Aún no son capaces de ver que hicimos lo mejor que pudimos hace seis siglos para forzar a la raza humana a progresar finalmente? –pregunto contrariado.

Eduardo volvió a coger la terminal que le entregaba su empleado.

  • No se les puede tener en cuenta, aún viven con la culpabilidad de haber intentado que fuésemos como sus grundo particulares con semejantes nanoides... Abiertamente, son reacios incluso a siquiera mencionarlos entre ellos.




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